Die Zauberflöte en Nueva York

Janai Brugger (Pamina) y Brenton Ryan (Tamino) en el Met © Evan Zimmermann

Diciembre 20, 2023. Como ha sucedido en ocasiones anteriores durante las festividades navideñas, el Metropolitan Opera de Nueva York volvió a apostar por su versión abreviada —de poco menos de dos horas y sin intervalo— y en lengua inglesa de La flauta mágica de Mozart, buscando acercar al público infantil al teatro y al mismo tiempo echar mano de la multitud de turistas no familiarizados con el arte lírico que invaden la gran manzana por estas fechas, ofreciéndoles un espectáculo para toda la familia y a precios populares. 

Principal atractivo de la propuesta, la deslumbrante y creativa puesta en escena de la talentosa directora americana Julie Taymor, quien ofreció un fantástico mundo de ensueño, imaginación y fantasía, donde se entremezclan —con un agudo sentido teatral— marionetas, teatro negro y un sinfín de divertidos efectos visuales en uno de los espectáculos más completos e interesantes con los que cuenta la cartelera del máximo coliseo operístico neoyorquino. 

Superando todas las expectativas, el elenco vocal resultó muy bien plantado y sólido. El joven tenor polaco Piotr Buszewski fue un príncipe Tamino desenvuelto en lo vocal y muy simpático en la escena. Su voz lirica, dúctil y técnicamente bien conducida encontró en territorio mozartiano un campo fértil donde lucir su interesante patrimonio vocal. Un intérprete para seguir de cerca. 

Extrovertido y desenfadado, el mexicano Rolando Villazón, en su faceta de barítono, le sacó chispas a la parte del hombre pájaro Papageno con un absoluto dominio de la escena y toda una batería de recursos histriónicos que divirtieron a más no poder al público. Fue, tal como era de esperar, quien se llevó la gran ovación de la noche. 

Rivalizando en comicidad con Villazón, el tenor americano Brenton Ryan resultó un divertido y libidinoso Monostatos, de sobrados medios vocales. Gran desempeño del bajo inglés Brindley Sherratt, quien delineó con gran autoridad, elegancia, convicción y una voz de gran calidad la parte del sacerdote Sarastro. Completó el equipo de muchachos el siempre efectivo bajo-barítono americano Patrick Carfizzi, quien mostró efectividad y mucho oficio a cargo de la parte del Orador. 

En lo que respecta a las voces femeninas, brilló a más no poder la soprano americana Janai Brugger, una de las más interesantes jóvenes cantantes de la actualidad, quien brindó una caracterización de Pamina sin mácula con una voz aterciopelada, flexible y un canto pleno de expresividad y emoción. Asidua intérprete de la Reina de la noche, la soprano americana Kathryn Lewek demostró una vez más que la tesitura del rol no le depara secretos y que es una intérprete de referencia de la parte, resolviendo con impecable bagaje técnico una a una las endiabladas agilidades que le impuso la partitura. Grata sorpresa dejó la soprano polaca Magdalena Kuzma quien, jovial y desenvuelta, poco tardó en meterse al público en el bolsillo como la pajarera Papagena. 

El trío de damas compuesto por Caitlin Lynch, Edyta Kulczak y Daryl Freedman fue convincente en la escena y adecuado en lo vocal. Al resto del elenco comprimario se le oyó en muy buena forma e incluso mereció festejarse que hasta el trío de niños genios resultase finalmente una vez afinado. El coro de la casa lució su alto nivel de calidad habitual. Al frente de la orquesta de la casa, el director suizo Patrick Furrer hizo una gran labor dirigiendo con buen ritmo, cuidada concertación y depurado estilo mozartiano.

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