Don Giovanni en Bolonia

Escena final de Don Giovanni en el Teatro Comunale di Bologna © Andrea Ranzi

Mayo 26, 2024. Un teatro de amplia tradición y prestigio en Italia es el Teatro Comunale di Bologna. En 2022 cerró las puertas de su sede principal por remodelaciones, para trasladarse, hasta 2026, a una sede alterna llamada Comunale Nouveau, en una de las salas del centro de congresos de la ciudad. Este nuevo auditorio, creado ex profeso por el teatro para no suspender sus temporadas, funciona desde el punto de vista musical, acústico y de capacidad para albergar al devoto público operístico de esta ciudad.

El título de la actual temporada fue la representación de il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni, ópera en dos actos de Wolfgang Amadeus Mozart con libreto de Lorenzo Da Ponte. Esta maravillosa obra fue la segunda de la colaboración entre Mozart y Da Ponte, que dio inicio la temporada pasada con Le nozze di Figaro, y que concluirá el próximo año con Così fan tutte.

La parte visual de la trilogía le fue encomendada al director de escena sudafricano Alessandro Talevi, quien como en el título anterior, se encargó del diseño de las escenografías y el trazo actoral, con vestuarios de diferentes épocas para cada personaje ideados por Stefania Scaraggi, ya que, según Talevi, el personaje principal puede permitirse seducir mujeres de distintas épocas, a través del tiempo y del espacio. La iluminación es de Teresa Nagel, y las video proyecciones de Marco Grassivaro.

El espacio de este escenario es de menores dimensiones a las del Comunale di Bologna. Sin embargo, Talevi supo aprovechar con ingenio el espacio para hacer un espectáculo fluido, divertido, entretenido, sabiendo incluso explotar tanto lo cómico como lo dramático que propone el libreto de este dramma giocoso. En el centro del escenario, con el telón cerrado, había una puerta, con una cortina roja que servía como preámbulo para adelantar lo que iba a suceder, para posteriormente abrirse, junto con el telón, y permitir al público entrar al lugar donde ocurrían los hechos y adentrarse en la historia, pensada como una “puerta del tiempo”, como indicó también el director de escena. 

En otros pasajes, esa cortina roja se utilizaba como una ventana donde aparecían los personajes como marionetas. Las escenografías consistían en cubos giratorios, con ventanas y puertas, que creaban diferentes ambientes, como una oscura calle, la entrada de un palacio, el interior de la casa de Don Giovanni, sobre la cual se realizaban transmisiones de video, y un despliegue de colores que se reflejaban sobre las escenografías que hacían la función de pantallas. Es una idea que no parece ser muy novedosa, ya que contiene ciertas similitudes con la recreación y visión que de este título hizo el danés Kasper Holten. Sin embargo, el trabajo de Talevi funcionó y se adaptó a las exigencias de la obra y a los obstáculos que supone un escenario indudablemente reducido. 

Algunas coreografías lucieron atractivas, no invasivas, como también la escena final, muy bien resuelta, en la que Don Giovanni es tragado por fantasmas que hacen su entrada lentamente por las ventanas y puertas en la última escena; en realidad son bailarinas cubiertas completamente con delgadas túnicas blancas que realizaban movimientos pausados pero efectivos para envolver al libertino y hacerlo desaparecer. La dirección escénica incurrió en algunos de los clichés frecuentemente vistos y repetidos que se asocian a los personajes y a las puestas que se hacen de este título en la actualidad, pero parecería que a ese respecto habría poco que innovar, sin salirse del guion ya establecido por el libreto.

El coro que dirige la maestra Gea Garatti Ansini demostró su profesionalismo y uniformidad en sus intervenciones. El buen nivel que tienen el coro y la orquesta de este teatro son reconocidos, al grado de que son invitados frecuentemente a ser los cuerpos estables de importantes festivales veraniegos en Italia. El director de orquesta belga Martijn Dendievel logró un sonido lucido, extrayendo sutilezas de la partitura y con adecuada dinámica, y los músicos de la orquesta respondieron y se contagiaron de su entusiasmo y carácter. Se mostró algo histriónico en sus movimientos, con desmedido entusiasmo, un poco redundante considerando que el resultado orquestal fue adecuado. 

Lamentablemente, momentos antes del inicio de la función se anunció la cancelación imprevista de la soprano Olga Peretyatko, quien estaba prevista para cantar el papel de Donna Anna. Fue una de esas noticias que hacen decaer notablemente el ánimo del público, que esperaba poder escucharla. Pero su lugar lo tomó la soprano Valentina Varriale, quien en algún momento cantó música antigua, y que mostró buena presencia y dominio escénico, el color y la agilidad necesaria para hacer una buena recreación de su personaje. 

Como Donna Elvira, la soprano mexicana Karen Gardeazabal mostró una voz amplia impregnada de una variedad de colores, y soltura actoral, que le fue reconocida por el público. Por su parte, el tenor René Barbera gustó por la elegancia, la distinción y el garbo con que cantó sus dos arias y con el que se desempeñó como Don Ottavio sobre la escena. 

El bajo Abramo Rosalen dio autoridad al Comendador con una potente y resonante voz que sabe manejar y proyectar de manera adecuada. Eleonora Belloci personificó una delicada y atenta Zerlina, con buen desempeño en escena y una clara y tersa emisión vocal. Bien estuvieron el bajo Nicolò Donini como Masetto, así como el bajo Davide Giangregorio como Leporello, al que quizás le faltó un poco más de picardía y malicia. 

Finalmente, el papel de Don Giovanni le fue encomendado al bajo argentino Nahuel Di Pierro, a quien ya había escuchado un par de veces en el pasado como el protagonista de Le nozze di Figaro, quien posee los medios vocales adecuados para el personaje. Destacó en la serenata del segundo acto, y cantó con buen sentido y expresividad, aunque en escena mostró un cierta agresividad y mordacidad de más. 

Un reconocimiento a la loable administración de no dejar a esta importante ciudad sin ópera a pesar de los inconvenientes que implican habilitar una nueva sede.

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