?? Don Giovanni en Macerata

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Escena de Don Giovanni en Macerata

Julio 26, 2020. El Festival de Macerata estuvo entre los que más pronto decidieron responder con la prosecución de las actividades en medio de la pandemia, aunque modificando el programa. Así, el director musical asumió la dirección de la única ópera escenificada, que a su vez obligó al director de escena, Davide Livermore, a adaptar a la nueva situación una producción suya vista primero en Orange. Se agregaron nuevas funciones.

Si es triste ver el enorme Sferisterio (finales del siglo XIX) con menos de la mitad de su capacidad por las medidas de higiene, las entradas disponibles se vendieron todas, y aunque la distancia social hace que todo parezca más alejado, se pudo comprobar que había ganas de ver espectáculos en vivo (aunque alguna tormenta dificultó alguna representación, sin llegar a suspenderla; pero la acústica cambió con la humedad y la diferencia de temperatura).

Un título de Mozart no es de lo más popular en un festival italiano, aunque por supuesto sea conocido. Y la distribución totalmente nacional ayudó a que no se perdiera palabra de los recitativos y arias y dejó bien claro que Mozart en italiano, por italianos, es una fiesta para el oído (y la vista también, pero eso es otra cuestión).

Francesco Lanzillotta, con una orquesta “tradicional” en buena forma, dio una versión “tradicional” (que personalmente prefiero) de esta obra maestra, con tiempos justos, batuta precisa (ayudó mucho a algún cantante en apuros), gestos medidos: el tiempo voló, y eso no es evidente últimamente en Mozart (ni en otros autores). 

El protagonista de Mattia Olivieri fue simplemente sensacional por voz, actuación, fraseo e intención. Los teatros deberían robárselo (y está claro que tiene cuerda, técnica y estilo no solo para Mozart, Rossini y los primeros románticos, aunque ahora se esté centrando mucho en ellos, y con razón). Tommaso Barea fue un buen Leporello con tendencia a la hiperactividad y un registro centro-grave de menor calidad (creo que es un barítono). 

Excelente, la Zerlina de Lavinia Bini, por musicalidad y credibilidad; desde hace dos años —al menos en mi experiencia personal— crece constantemente. Valentina Mastrangelo es muy buena cantante y actriz, pero creo que Elvira la excede un tanto (por las exigencias en el centro y el grave). La soprano mexicana Karen Gardeazábal (única excepción en cuanto al elenco italiano) fue una buena Donna Anna que negoció bien su ardua parte sin forzar la naturaleza esencialmente lírica de su voz. Giovanni Sala fue un Octavio desigual, con momentos excelentes y otros (‘Il mio tesoro’ y el dúo inicial) un tanto desconcertantes, no tanto por el timbre oscuro como por la tendencia a engolar y el control (o no) de la respiración. 

Davide Giangregorio es un bajo cantante, y Masetto está mejor en manos de un barítono; pero lo hizo con mucha corrección. Antonio Di Matteo, en cambio, ha retrocedido desde que lo escuchara por última vez: la voz tiene volumen, pero el timbre ahora resulta sucio, y el agudo presenta problemas (ya se sabe que el Commendatore es rol breve, pero dista de ser fácil).

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