El milagro del recuerdo en Houston 

Escenas de la ópera-mariachi El milagro del recuerdo en Houston © Michael Bishop

Diciembre 17, 2022. La ópera-mariachi, si se permite término, nació en el 2010 precisamente aquí en la ópera de Houston cuando, en su afán por explorar y encontrar temas novedosos para comisionar óperas, logró unir al director de escena Leonard Foglia (encargado del libreto) con José Martínez (1941-2016), líder del Mariachi Vargas De Tecalitlán, quienes compusieron y estrenaron ese año en Houston Cruzar la cara de la luna. 

La particularidad es que el mariachi fue el encargado de sustituir a la orquesta, en una idea original que desde entonces ha viajado por importantes teatros de ópera dentro y fuera de los Estados Unidos, como el Teatro Châtelet de París, donde ha sido recibida con entusiasmo por parte del público. 

El segundo título, obra de los mismos creadores, pero esta vez comisionada por la Lyric Opera de Chicago, fue El pasado nunca se termina, estrenada en la temporada 2015, con el mismo éxito que el titulo anterior. Finalmente, para completar lo que se puede considerar como una trilogía de óperas-mariachi, en 2019 vio la luz, una vez más en el escenario de Houston, El milagro del recuerdo, solo que en esta ocasión el compositor fue Javier Martínez, hijo del desaparecido José Martínez, siempre con la complicidad de Leonard Foglia en la dirección escénica y creación del libreto. Lo que tienen en común estas óperas entre sí es su temática, principalmente los vínculos familiares entre familias méxico-amerianas en Texas y México, aunque en diversas épocas. 

Cruzar la cara… se desarrolla en la actualidad, El pasado… en 1910 en vísperas de la Revolución mexicana, donde incluso se menciona la aparición del cometa Haley, y El milagro…, que fue vista de nueva cuenta en Houston este mes de diciembre, sitúa la historia en el estado de Michoacán, en el que la familia Velázquez, protagonista de esta serie de obras, celebra la Navidad con sus tradiciones locales antes de partir hacia los Estados Unidos. 

Por lo tanto, se trata de una obra ideal para las fechas decembrinas. En la historia, concretamente Laurentino, que trabaja en los Estados Unidos bajo el programa de braceros (un acuerdo binacional que estuvo en vigor entre las décadas 1940 y 1960 y que permitía a trabajadores mexicanos, principalmente del campo, desempeñar sus labores de manera temporal y legal en los Estados Unidos), vuelve al estado de Michoacán durante las fechas decembrinas para reunirse con su familia y su esposa Renata, quien nota que la distancia lo está cambiando. Al final, Laurentino se encuentra con la disyuntiva de permanecer en México con su familia o volver a los Estados Unidos. Es una obra que involucra sentimientos, tradiciones y una realidad no siempre agradable: tener que emigrar por motivos económicos, dejando atrás una vida, para embarcarse en un viaje lleno de incertidumbres.

Es curioso que, ante este marco temático triste, la música brille por su alegría y vitalidad, más apegado al formato de un musical que al de una ópera clásica. En El milagro del recuerdo hay una ligera separación de los títulos anteriores, ya que el mariachi es reemplazado por un trío-mariachi (el Trío Chapultepec de San Antonio, Texas) y la parte musical se refuerza con cuerdas y trompetas, aunque su esencia musical se mantiene. 

La parte musical fue dirigida por Benjamin Manis. El elenco se conformó de cantantes competentes, algunos de ellos presentes en el estreno de la ópera en el 2019, con carreras establecidas en el mundo operístico, e hispanoparlantes todos ellos, ya que la obra está cantada en español. Participaron la mezzosoprano Cecilia Duarte (Renata), el bajo-barítono Federico De Michelis (Laurentino), la soprano Vanessa Becerra (La mujer), el tenor Rafael Moras (Padre Matías), Miguel de Aranda (Chucho), Héctor Vázquez (Aba) y Claudia Chapa (Josefina).

Foglia, que se encargó de la dirección actoral y es el creador de la producción escénica, por radicar en México, entiende el carácter y la psicología de los personajes. El marco en el que transcurrió la puesta en escena estuvo bien diseñado, considerando tradiciones típicas mexicanas como la pastorela, las piñatas, etc. Un detalle que me llamó la atención fue que, a pesar de su “mexicanidad”, la obra atrajo todo tipo de público, no solo de origen mexicano, y aunque hay una barrera fronteriza y aparentemente cultural y lingüística, no debemos olvidar que geográficamente la ciudad de Houston, es más cercana en distancia a lugares como Michoacán o la Ciudad de México, que a otras grandes urbes estadounidenses, y por lo que entiendo, al día de hoy ninguna de las tres óperas mencionadas sido escuchada aún en México.

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