El Potosí submarino en Madrid

Escena de El Potosí submarino de Emilio Arrieta en el Teatro de la Zarzuela de Madrid © Javier del Real
Noviembre 30, 2025. Siempre es un hecho a celebrar la recuperación histórica de composiciones desconocidas por el público o raramente representadas, por lo que el rescate de la zarzuela El Potosí submarino, exhumada por el Teatro de la Zarzuela, fue todo un acontecimiento dentro de la presente temporada musical madrileña.
Estrenada en el teatro de los Bufos Arderius (antiguo teatro del Circo de Madrid) el 21 de diciembre de 1870, esta zarzuela cómico-fantástica, del compositor español Emilio Arrieta y del libretista Rafael García Santisteban, es una sátira política centrada en ridiculizar la corrupción, la codicia y el tráfico de influencias en la España inmediatamente posterior a la expulsión de Isabel II, tras la revolución de 1868.
Preservando el espíritu crítico del libretista original, la remozada versión encomendada al dramaturgo español Rafael R. Villalobos trasladó la acción al año 1993, año siguiente a la expo Sevilla 92 y las Olimpiadas de Barcelona, respetando la estructura y los conflictos dramáticos de los personajes, pero sobre todo el espíritu de la trama original. No obstante, la transposición temporal hizo que, por motivos generacionales o locales, parte del público no comprendiese mucho de lo que se buscó relatar en la trama.
Si la propuesta llegó a buen puerto fue, en gran medida, gracias a la labor de los cantantes quienes, del primero al último y en ambos repartos, tuvieron un impecable desempeño vocal y lo dieron todo sobre el escenario. Vocalmente impecables, Manel Esteve y Enric Martínez-Castignani se sirvieron de una enorme variedad de recursos actorales para delinear un inescrupuloso estafador Misisipi inmejorable.
Como su prometida Celia, tanto Carolina Moncada como Nuria García Arrés exhibieron voces seguras, firmes y técnicamente bien controladas. Como el antiguo amor de Celia, el exconvicto Cardona, un nuevo triunfo se apuntaron los carismáticos Alejandro del Cerro y Enrique Ferrer, artistas desenvueltos en la escena y de canto matizado y comunicativo.
A cargo del risueño príncipe Escamón, Juan Sancho lució una voz bien esmaltada, musical y cálida; mientras que José Luis Sola, alternando en la parte, destacó por su canto elegante, expresivo y bien proyectado. Ambos, a su modo, se lucieron en la bonita “canción del cable” donde se vanagloriaron de estar al tanto de cuanto sucedía en la tierra gracias a la invención del telégrafo.
Desplegando buen canto, gracia y picardía, el mundo de las vedettes de los años noventa fue perfectamente servido por la dupla de sopranos María Rey-Joly (Perlina) y Mercedes Gancedo (Coralina) y, en el elenco alternativo por Irene Palazón y Laura Braso, respectivamente. Por su parte, el actor madrileño Rafa Castejón se paseó por la escena como un muy bien construido cervecero Pale-Ale. Aportaron calidad al espectáculo, los personajes secundarios y los figurantes, cubiertos con mucho oficio por elementos locales.
Excelente, el coro titular de la casa dirigido por el siempre eficiente Antonio Fauro. A cargo de la orquesta de la comunidad de Madrid, el director mexicano Iván López Reynoso hizo una labor destacable, revelando interesantes momentos musicales —como el Brindis de la Cerveza o la Polka de las velocipedistas— de una partitura de las menos inspiradas de Arrieta. En términos generales, su lectura destacó por su buen ritmo, su cuidada hechura y su gran sostén a los intérpretes vocales.
Al frente de la producción escénica y el vestuario, Rafael Villalobos propuso un espectáculo sólido y visualmente atractivo, cuyas principales fortalezas provinieron de sus creativas marcaciones escénicas y las minuciosas caracterizaciones de los personajes. La escenografía de Emanuele Sinisi, para la cual se echó mano de antiguos decorados y elementos de la casa, tuvo altibajos: el segundo acto convenció poco. Una significativa contribución al espectáculo hizo María Cañas con su selección de videos de archivo de los años noventa españoles. Hubo muchas fugas de público en los intermedios, y tibios aplausos una vez caído el telón. Es justicia destacar la labor de la musicóloga María Encina Cortizo, cuya labor de investigación permitió llevar a cabo esta reposición.