Borís Godunov en Lyon

El elenco de Borís Godunov de Modest Músorgski en Lyon © Jean-Louis Fernandez
Octubre 17, 2025. La Ópera Nacional de Lyon presentó Borís Godunov de Modest Músorgski, con libreto del compositor basado en la obra de teatro de Aleksandr Pushkin, en su versión original de 1869, con una pequeña variación: Vitali Alekseenok, el director musical, situó la lamentación del Inocente al final de la obra y no durante el paso de Borís frente a la catedral de San Basilio, bajo el pretexto de que el propio compositor ya lo había hecho en sus reescrituras posteriores.
Esta versión, más concisa que las numerosas que le siguieron, nos privó del acto polaco y, por tanto, del diálogo entre Marina, la princesa polaca, y Grigori, el falso Dmitri, interpretado esa noche por Mihalis Čulpajevs, probablemente la voz más bella de la velada, en un papel lamentablemente demasiado breve.
En el foso, el maestro dirigió a la orquesta y los coros de la casa con mano maestra. Dio toda la amplitud musical posible en los espléndidos momentos de la entronización del nuevo zar y trató con matices las escenas familiares. Conservó una cierta ligereza, incluso frivolidad, implícita en el capítulo de la ópera que transcurre cerca de Lituania, donde aparecen popes ebrios, policías analfabetos y una servicial tabernera. Finalmente, abordó el dramatismo de las últimas escenas —momento crucial de la noche— con serenidad y sobriedad, sin alargar los tiempos y controlando los volúmenes.
La puesta en escena de Vasily Barkhatov, trasladada a la época actual, intentó suavizar la austeridad de la versión propuesta, centrada principalmente en las angustias del personaje del zar. Por un lado, mantuvo un bullicio visual al conservar al pueblo en segundo plano durante toda la primera mitad del espectáculo. Por otro, pidió —no sin cierta ironía— a su escenógrafo, Zinovy Margolin, que transformara el apartamento privado de Borís en el Kremlin y los locales del Parlamento, la Duma, en un área de juegos infantil de tamaño descomunal, con sus inevitables toboganes y cajas de arena. Desde el punto de vista dramático, instruyó con precisión a cada uno de los múltiples artistas en escena y supo coordinar las relaciones entre los personajes, logrando una visión equilibrada que contribuyó eficazmente a la comprensión de la historia.

Escena de la producción de Vasily Barkhatov de Borís Godunov © Jean-Louis Fernandez
Debemos saludar, ante todo, la actuación de los coros dirigidos por Benedict Kearns y de los alumnos de la Maîtrise dirigidos por Clément Brun por su interpretación homogénea y continua, a pesar de que con frecuencia tenían un contacto visual mediocre entre ellos.
En el acto central resultó desesperante ver a Borís —Dmitry Ulyanov— intentando hacer comprender a su hijo Fiódor —Iurii Ilushkevich, totalmente desinteresado— la grandeza de su Imperio y los problemas que dicha grandeza acarreaba. El efecto dramático fue notable, y uno podría pensar que el desinterés del hijo (magníficamente interpretado por el actor, muy aplaudido) llegó incluso a afectar al trabajo del cantante, su padre en escena. Fue en el acto final, en la Duma, justo antes de la muerte de Borís, cuando Ulyanov reveló, a través de su trabajo vocal, la grandeza del personaje: varió los colores, afinó los finales de frase sin innecesarios alargamientos ni abruptos rubati, adoptó un timbre ciertamente patético pero contenido, majestuoso, en suma. Ese trabajo, ejecutado con finura, logró devolver gravedad y solemnidad a los locales del Parlamento ruso, a los que el escenógrafo había intentado despojar de ella por orden del director escénico.
Una larga y merecida ovación saludó el trabajo de Filipp Varik (el Inocente). El público también ovacionó a los personajes de Pimen (Maxim Kuzmin-Karavaev) y Varlaam (David Leigh), así como al príncipe Shuisky (Sergey Polyakov), tanto por sus actuaciones vocales como dramáticas: la interpretación de Leigh fue, sencillamente, legendaria.
Los demás artistas cumplieron perfectamente con sus papeles: Eva Langeland Gjerde fue una impertinente Xenia, Dora Jana Klarić, una nodriza discreta y eficaz; Alexander de Jong encarnó a un boyardo aparentemente fiel, y Jenny Anne Flory, a la simpática tabernera. Completaron el reparto con brío Hugo Santos (Nikititch), Paolo Supenengo (Mitioukha) y Tigran Guiragosyan (otro boyar