
Gala del 70 aniversario de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes

La Orquesta del Teatro de Bellas Artes festejó su 70 aniversario con un concierto dedicado a Richard Wagner y Richard Strauss
“Algunas viejas heridas nunca sanan
y sangran de nuevo a la menor palabra”
Juego de tronos, Canción de hielo y fuego I
George R.R. Martin
Septiembre 7, 2025. La Orquesta del Teatro de Bellas Artes (OTBA) cumplió 70 años de labores y los celebró con una gala en la que interpretó pasajes musicales de tres óperas de Richard Wagner (1813-1883) y dos de Richard Strauss (1864-1949), bajo la dirección huésped del maestro estadounidense-suizo de ascendencia albanesa Stefan Lano.
A lo largo de siete décadas, y como agrupación estable dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), la OTBA ha forjado su historia en las temporadas nacionales de ópera y ballet, además de participar en la presentación de diversos repertorios líricos y de concierto.
Desde que afrontara su primera función operística, el 4 de septiembre de 1955 —en ese entonces con el nombre de Orquesta de la Ópera—, y hasta la actualidad, la OTBA ha sido comandada, como batuta principal, residente o huésped, por concertadores nacionales e internacionales como Umberto Mugnai, Uberto Zanolli, Salvador Ochoa, Martin Rich, Guido Picco, Abel Eisenberg, Jorge Delezé, Fernando Lozano, Gregory Milarkos, René Defossez, Antonio Tornero, Luis Berber, Enrique Patrón de Rueda, Enrique Diemecke, Enrique Barrios, Alfredo Silipigni, Guido Maria Guida, Eugene Kohn, John DeMain, Eduardo Mata, Charles Bruck, Enrique Ricci, Johannes Goritzki, Janos Acs, Marco Armiliato, Leone Maggiera, Plácido Domingo, Marko Letonja, Vjekoslav Sutej, Riccardo Frizza, Edoardo Müller, Jan Chalupecky, Marco Zambelli, Srba Dinić e Iván López Reynoso.
Además de abordar un amplio número de compositores y estilos, la agrupación musical se ha distinguido por acompañar las voces de artistas como Lourdes Ambriz, Victoria de los Ángeles, Francisco Araiza, Olga Borodina, Montserrat Caballé, Javier Camarena, Arturo Chacón, Gilda Cruz-Romo, Giuseppe Di Stefano, Ghena Dimitrova, Pablo Elvira, Cristina Gallardo-Domâs, Elīna Garanča, Alfredo Kraus, Catherine Malfitano, Eva Marton, Leona Mitchell, Fernando de la Mora, Anna Netrebko, Luciano Pavarotti, Juan Pons, Renata Scotto, Beverly Sills, Ramón Vargas, Verónica Villarroel y Rolando Villazón.
Justo por ese protagonismo sonoro de la OTBA en las páginas líricas de nuestro país, la gala de celebración por su 70 Aniversario, realizada en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, resultó parca, más bien modesta, y poco favorecedora para desplegar sus mejores niveles y estilos.
La primera parte de este programa alemán estuvo integrada por la obertura de Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros cantores de Núremberg) y el “Encantamiento de Viernes Santo” de Parsifal de Richard Wagner, además de Paráfrasis de Die Frau ohne Schatten (La mujer sin sombra) de Richard Strauss.
Luego del intermedio, la celebrada orquesta ofreció el Preludio y “Muerte de amor” de Tristan und Isolde (Tristán e Isolda) de Wagner, para concluir con Suite de Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa) de Strauss.
Aunque el contenido del festejo fue sucinto, la complejidad técnica y el desafío espiritual y metafísico de los fragmentos elegidos no podrían etiquetarse como simplezas y la OTBA lo resintió, acaso por la falta de los ensayos necesarios, ofreciendo interpretaciones de poco lustre, superficiales o con yerros, muy lejos de las funciones eximias que sin duda ha tenido en su historia.
Ya desde la primera pieza, en el ralentizado final de la obertura, el sonido perdió compresión de conjunto y la limpieza entre secciones se desperdigó. En la segunda obra, en lugar del misticismo y el encanto de la renovación, se impuso lo rutinario, donde los alientos, sobre todo los cornos, sufrieron a semejanza de Amfortas.
Al igual que en Parsifal y La mujer sin sombra, en Tristán e Isolda y El caballero de la rosa, tocar por notas no es suficiente. Sin fraseo y, sobre todo, sin un rapto de inspiración musical que convierta el tiempo en espacio, la grandeza expresiva de estas obras cimeras del repertorio lírico, y el genio de sus compositores, se resiste a ser revelado, como tampoco se puede aspirar, por ejemplo, a la gracia y ductilidad del vintage valsístico, sin los arrebatos de una juventud y una época que se escapan, una nostalgia distímica que ni siquiera los escarceos amorosos de madrugada entre la madurez y el colágeno pueden consolar del todo.

El maestro Stefan Lano dirigió a la OTBA
En el podio, Stefan Lano hizo lo posible para unirse a un festejo, aunque sin mucho arraigo con la agrupación, si bien ya había visitado nuestro país en 2007 y el público de Bellas Artes atestiguó su trabajo en la sinfonía dramática Romeo y Julieta de Hector Berlioz, que abrió la temporada 2025 de la Compañía Nacional de Ópera (CNO) y la gestión de su actual director artístico, el argentino Marcelo Lombardero.
No hubo encores. La gala concluyó con la develación de una placa conmemorativa —que será colocada en el Teatro Regina, sede de la OTBA—, a cargo la titular del INBAL, Alejandra de la Paz Nájera. En el acto, la funcionaria se hizo acompañar por la subdirectora general de Bellas Artes, Haydeé Boetto Bárcena, además de contar con la presencia en el escenario de Lombardero y el segundo concertino Oleg Gouk Czerwinski.
“Buscamos inspirar a las nuevas generaciones para que mantengan vivo el compromiso con la excelencia artística y que la Orquesta continúe siendo durante muchos años más la voz vibrante del Palacio de Bellas Artes”, dijo De la Paz durante la develación.
A saber si con esa intención, pero lo cierto es que el programa de esta gala también reveló las fortalezas y aspectos a depurar de esta agrupación musical, ahora septuagenaria. Con todo —y en espera de Elektra de Strauss, como próximo título de la CNO—, un par de aspectos podrían redimirla: su brevedad y que pocos van a recordarla.