Il matrimonio segreto en Monterrey

Elenco de Il matrimonio segreto de Domenico Cimarosa en Monterrey © CONARTE

Octubre 7, 2022. Este melodramma giocoso del compositor italiano Domenico Cimarosa, asociado con situaciones llenas de enredos, el buen humor y la alegría, se disfrutó por segunda ocasión en lo que va del año en Monterrey. 

A 230 años de su estreno y bajo el auspicio del proyecto vocal independiente Canto en Escena en colaboración con la Secretaría de Cultura del Municipio de Monterrey y CONARTE, lo que atestigué en la Gran Sala del Teatro de la Ciudad fue un espectáculo que resultó divertidísimo y que arrancó un sinfín de risas espontáneas en el auditorio, que contó con una asistencia bastante nutrida.

La función del viernes 7 de octubre de 2022, de entrada libre con un registro digital previo en la tienda de CONARTE, fue un espectáculo que conjugó en escena a figuras destacadas a nivel local y nacional, con énfasis en el talento joven. Este ensamble derrochó energía y una buena ejecución de la bella partitura cuyo texto, construido con gran teatralidad, parte de la premisa de un matrimonio celebrado a escondidas por la pareja conformada por Carolina y Paolino, cuya suerte se ve amenazada e intentan conseguir, con mucha dificultad, el consentimiento del padre de ella, Don Geronimo, un rico comerciante con aspiraciones aristocráticas.

El bajo Rafael Blásquez como Geronimo mostró su gran vis cómica y experimentada presencia escénica, con un instrumento de agradable timbre y gran cuerpo. Aunque se le escuchó con la voz un tanto fría al inicio, en su aria ‘Udite tutti, udite’, que es un maravilloso retrato de las cambiantes emociones a representar en una situación dramática, sorteó con fortuna las secciones de tempi cambiantes, que van del parlando rápido, a una sección de tempo más lento, para finalmente volver a la velocidad inicial y concluir con el concertante ‘La festa si prepara’ que cierra brillantemente el primer acto, con un Gerónimo medio sordo y con poco entendimiento del enredo familiar. En el segundo acto su voz sonó plena y dúctil, en sincronía con la aceptación de la situación de sus dos hijas, a quienes felizmente aprecia tal cual.

Colaborador frecuente de los montajes operísticos en Monterrey desde hace casi 10 años, el barítono Josué Cerón representó acertadamente a un Conte Robinson en cuerpo y voz. Desde su entrada, llena de pompa y con un caminar con exageradas flexiones de rodilla que me resultó chistosísimo, mostró su dominio del personaje. Una vez que acepta la mitad de la dote de parte de Geronimo si se casa con Carolina en lugar de Elisetta, en el dueto del segundo acto ‘Se fiato in corpo avete’, en el que la música se torna chispeante, demostró, en extraordinaria mancuerna vocal con el Geronimo de Blásquez, que posee una siempre clara dicción y un gran talento para la comedia. 

Como hijas de Geronimo, la Elisetta de Karina Ríos resultó experimentada a la luz de la presentación anterior, en el mes de mayo, con aplomo y relajada, pues proyectó un disfrute físico y vocal, mayormente en los momentos antagónicas con su hermana. Edith Montemayor, como la tercera en discordia, fue una Carolina digna quien debe explorar un poco más las complejidades en la línea vocal de su personaje, así como asentarse actoralmente. 

Una estupenda Fidalma vocal y actoralmente, fue lo que brindó la mezzosoprano Rocío Tamez como hermana de Geronimo, pues mostró una voz de bello timbre y proyección que le permitió una interpretación acorde a las dimensiones de su personaje, encantadoramente controladora y convenientemente dócil en perfecto equilibrio. La suya fue una participación centelleante y colorida en la justa medida y en los momentos precisos que el personaje requiere, para afirmar así los muchos años de experiencia que la respaldan.

Antonio Albores ofreció una línea de canto que cumplió con las exigencias vocales, aunque al inicio se le escuchó un vibrato un tanto desagradable. La suya fue una caracterización honesta del joven enamorado quien debe sortear un sinfín de obstáculos para permanecer al lado de su amada Carolina. 

La participación de Jorge Martínez en la ejecución al teclado de los recitativos fue impecable, con exquisito gusto musical y siempre en apoyo de los cantantes; además fungió como director asistente y preparador musical.

La dirección de Ivet Pérez, quien estuvo a cargo también del diseño escénico y la producción como líder del proyecto independiente Canto en Escena, logró frescura en su propuesta, con trazos ágiles y atinados; cumplió con creces la finalidad de esta obra jocosa, que es que el público goce y se divierta con los ingenios musicales y escénicos de Cimarosa. En infinidad de situaciones chuscas manejó con acierto la inclusión de cuatro personajes silentes, dos de ellos como el personal de apoyo en la casa de Geronimo y otros dos como guardaespaldas al servicio del Conte Robinson, quienes hicieron que los asistentes se desternillaran de risa; los finales de ambos actos fueron cómicamente deliciosos, especialmente el del segundo, que resultó apoteósico. 

Rafael Blásquez, como responsable de la mutimedia y videoarte, aderezó cada escena con bellas imágenes y decorados interiores con toques naturalísticos de buen gusto. La iluminación de Diego Vorrath fue siempre consciente de la atmósfera de cada escena; cabe resaltar el uso armónico de los colores del atardecer, con tonos evocadores de los cielos regios. El puntual maquillaje de Patricia Loya y el vestuario en acromáticos de Humberto Jiménez y Nelly Ortíz, que destacó en el personaje de Fidalma y alguna que otra pieza portada por Geronimo, completaron una puesta escénica que abogó por el postulado minimalista de “menos es más”. El supertitulaje realizado por Ivet Pérez y operado por Denisse Montoya, acompañó la experiencia operística con gran atención al detalle.

El espectáculo incluyó la participación de la Sinfonieta de la Facultad de Música de la UANL, conformada por alumnos de esta institución y algunos experimentados instrumentistas como apoyo. El catalán Marc Moncusí fue el director concertador invitado. A pesar de que hubo ciertos desatinos por parte de la cuerda y algún accidente en los metales, su lectura de Cimarosa fue atinadamente clásica, con énfasis en la belleza del sonido camerístico propio de finales del siglo XVIII y su riqueza narrativa. 

Sin duda quedó demostrado el talento del equipo artístico y de producción en esta obra que expresa los valores de la época y las costumbres sociales, que me deleitó por su coherencia vocal y musical que confirma que una representación operística como esta, aún realizada con economía de recursos, resulta exitosa cuando se le infunden las virtudes intemporales de verdad, belleza y bondad. 

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