Il trovatore en Bilbao
Mayo 29, 2023. La Ópera de Bilbao ha clausurado su 71 temporada de ópera con un gran título verdiano: Il trovatore. Como gran atractivo, un elenco de buenas voces solistas y el debut del tenor Celso Albelo, un lírico de referencia, en el difícil rol de Manrico. Para la última función, del día 29, el Palacio Euskalduna registró una buenísima entrada, para asistir a una de las obras más famosas de Verdi, representada por última vez en Bilbao en 2008.
La producción, procedente del Teatro La Fenice de Venecia, dejó mucho que desear, así como la absurda dirección de escena que perjudicó en todo momento el desarrollo de la trama y la continuidad musical que la obra de Verdi necesita, con cambios de escena a la vista, que solo conseguían la distracción y la incomodidad del público. La escenografía made in IKEA es simple y, sorprendentemente, cobró un gran protagonismo por la absurda ocurrencia de una régie que provocó durante toda la velada continuos parones e interrupciones debido a la colocación de sillas, taburetes, mesas y candelabros. La muerte final del trovador no se entendió, como casi nada en una puesta en escena que nunca pensó en los cantantes ni en el coro, más concentrado en ocasiones en las labores de atrezzo que en cantar.
La dirección musical corrió a cargo del maestro Francesco Ivan Ciampa, un habitual en las temporadas de ABAO. Con una dirección enérgica y pasional, estuvo en todo momento muy pendiente de los cantantes y de un Coro de la Ópera de Bilbao brillante como nunca en los pasajes en los que debía cantar en pianissimo. Acertado en los tempi y respetuoso con la partitura, consiguió que la orquesta ofreciera el sonido más verdiano, dando la imagen desde el foso de que todo lo tenía bajo control. Como único pero en su impecable labor, me atrevería a señalar la presencia contraproducente del yunque de la parte izquierda del escenario, con un sonido irritante y desafortunado que empañó la labor del Coro de Gitanos.
El tenor malagueño Gerardo López estuvo convincente en el papel de Ruiz, así como la lanzaroteña Belén Elvira en el papel de Inés. El bajo italiano Riccardo Fassi cumplió como Ferrando a nivel vocal, destacando en el aria ‘Di due figli vivea padre beato’ del primer acto. En su faceta de actor gustó bastante, siendo uno de los personajes mejor caracterizados del reparto.
El barítono andaluz Juan Jesús Rodríguez, Premio Tutto Verdi a la mejor voz masculina, conquistó al público bilbaíno con el poderío de una voz elegante y con el don de la emoción en todas sus intervenciones. Su Conte di Luna, todo un derroche de técnica y recursos vocales propios de sus muchas tablas y de los años de oficio, fue muy valorado cuando salió a saludar al finalizar la representación. Para enmarcar, el aria ‘Il ballen del suo sorriso’, cantada con mucha musicalidad, donde además hizo alarde de un gran fiato.
La mezzosoprano Ekaterina Semenchuk en el rol de la gitana Azucena ofreció una excelente lección de interpretación. A su gran credibilidad como actriz hay que sumar un impecable fraseo, una voz amplia y una gran capacidad a la hora de afrontar las notas altas, como quedó demostrado en ‘Stride la vampa’, uno de los momentos estelares de la noche. La soprano italiana Anna Pirozzi mostró una voz de muchos decibelios a la hora de afrontar el papel de Leonora, como pudimos apreciar en el aria ‘Tacea la notte placida’ del primer acto, donde estuvo impecable en el registro agudo. Con una actuación que fue de menos a más, gustó mucho el fraseo y la seguridad con la que ejecutó el aria ‘D’amor sull’ali rosee’, muy aplaudida por el público. Imponente en los recitativos y muy bien dirigida desde el foso, se mostró sublime en el trio final ‘Prima che d’altri vivere’ junto a Albelo y Rodríguez.
Albelo, uno de los tenores líricos más importantes del panorama internacional, afrontó el arriesgado reto de encarnar por primera vez el papel de Manrico, saliendo triunfador debido a un gran fraseo, unos poderosos agudos y un volumen vocal indiscutible. Impecable en la romanza del primer acto, ‘Deserto sulla terra’, llevó a los terrenos de lo lírico el aria ‘Ah! Si, ben mio’ del tercer acto. Su entrega y lucha durante toda la noche en la defensa del personaje fue encomiable, como quedó demostrado en la archiconocida cabaletta ‘Di quella pira’, cantada en su tono y coronada con una nota final que alargó una barbaridad. Para el recuerdo, sus prestaciones canoras en el ‘Miserere’ junto a Pirozzi y el magnífico Coro de la Ópera de Bilbao.