
Iris en Madrid

Iris, de Pietro Mascagni, en el Teatro Real de Madrid © Javier del Real
Octubre 4, 2025. Siempre es un motivo de celebración la programación de títulos operísticos rara vez representados, incluso cuando se realicen en versión de concierto. Tal fue el caso de la ópera Iris del compositor italiano Pietro Mascagni que por estos días se presentó en el escenario del Teatro Real madrileño.
Inscrita dentro de la corriente premonitoria del simbolismo y del impresionismo de Claude Debussy, Iris fue estrenada en el Teatro Constanzi de Roma el 22 de noviembre de 1898, recibiendo una tibia acogida inicial y, aunque se presentó con posterioridad en algunas ciudades italianas, rápidamente cayó en el olvido sin lograr imponerse, a pesar de sus muchos méritos, en la cartelera operística.
A cargo de la exigente parte protagonista, Ermonela Jaho ofreció una caracterización de gran carga emotiva y descomunal entrega que, ayudada por un poder expresivo poco común, no tardó en meterse al público en el bolsillo. Con una voz lírica que coloreó con oportunos tintes dramáticos y que condujo con óptima técnica, la soprano albanesa transmitió con gran inteligencia la compleja psicología de la ingenua e infantil jovencita japonesa. Fue en su aria de la pesadilla ‘Ho fatto un triste sogno’ en el inicio de la ópera y en su conmovedora despedida final ‘Un grand’occhio mi guarda’ donde Jaho alcanzó el zénit de un desempeño vocal que siempre fue de más en mejor. Solo en la famosa aria del pulpo ‘Un di, ero piccina’, Jaho evidenció problemas para superar el volumen de la orquesta, se la oyó calante en el agudo y sus graves resultaron débiles para dotar de dramatismo a este importante momento de la ópera.

La soprano Ermonela Jaho fue la protagonista de Iris © Javier del Real
A la edad de 71 años, no deja de admirarse la energía con la cual el veterano Gregory Kunde continúa aceptando nuevos desafíos y sumando roles a su repertorio. En su primera incursión en la parte del rico, libertino y noble joven japonés Osaka, el tenor americano lució una voz aun lozana, fresca y bien conducida, a la cual la endiablada tesitura de la parte no pareció presentarle dificultad alguna. Muy celebrada y famosa en su época, el aria ‘Apri la tua finestra!’, concebida con mucho vuelo lírico, elegancia, perfecto legato y superlativo buen gusto, fue otro de los grandes momentos vocales de la noche.
Magnífico, el joven y talentoso barítono argentino Germán Enrique Alcántara retrató al codicioso proxeneta Kyoto con una voz de grato color, dúctil y homogénea, y un canto pleno de naturalidad, perfecta articulación y al que nutrió de una enorme variedad de recursos expresivos.
La parte de Il Cieco, el padre anciano de la protagonista, se benefició de los graves profundos, generosos y de color del bajo coreano Jongmin Park, de cuya interpretación solo se echó en falta algo más de profundidad y convicción a la hora de plasmar en su canto la consternación, el sufrimiento y finalmente la ira de su personaje.
En su doble caracterización de la desafortunada Dhia y de una Geisha, la soprano española Carmen Solís mostró su espléndido material vocal y dejó ganas de más. Muy oficiosos en los personajes secundarios resultaron: Pablo García-López (Mercader/Trapero), Íñigo Martín y David Romero (Traperos). Preciso, potente y homogéneo, el Coro del Teatro Real, dirigido diligentemente por el argentino José Luis Basso, sacó buen partido de las bellísimas páginas que el compositor dedicó al coro en su partitura y se alzó con un merecido triunfo por su interpretación del famoso ‘L’Inno al sole’.
En perfecta sintonía con los músicos y los cantantes, el director italiano Daniele Callegari supo poner en valor la embriagadora riqueza musical de la partitura, ofreciendo una lectura plena de energía, equilibrada, de gran variedad de colores y matices, y de desbordante fuerza dramática. Interminables ovaciones premiaron el trabajo de los intérpretes una vez finalizada la ópera.

Gregory Kunde encarnó el rol de Osaka © Javier del Real