?? La Favorite en Houston
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Febrero 9, 2020. La Gran Ópera de Houston representó por primera vez en la historia de la compañía, y en el escenario de su majestuoso Wortham Theatre, La favorite de Donizetti: la versión francesa de la obra. Uno de los atractivos de este proyecto era sin dudas que la dirección musical correría a cargo del célebre director musical francés Christophe Rousset, especialista en música barroca y que recientemente comenzó a expandir su repertorio hacia obras belcantistas y del repertorio francés, como una versión inédita de Faust de Gounod que dirigió recientemente en París; y de la cual, inesperada e inexplicablemente, se retiró para ser remplazado por Patrick Summers, director musical de la compañía.
El elenco contó con la presencia de dos artistas de primer orden: la mezzosoprano Jamie Barton, una artista considerada de casa, ya fue miembro del estudio del teatro y que hoy goza de una respetable carrera. Barton mostró el desarrollo, la solidez y el cuerpo que ha adquirido su voz, con buena proyección y agilidad en su toque belcantista. Se trata de una artista capaz de imprimir sentimiento, expresividad y clase a su canto. Fue convincente desde el punto de vista actoral.
El papel de Fernand le fue confiado al tenor Lawrence Brownlee, un artista que ha dejado una huella imborrable en este teatro, con incursiones en papeles de óperas de Rossini y Mozart que ha cantado en temporadas pasadas. Se trata de un seguro y experimentado intérprete de este repertorio, muy elegante en el fraseo, que se apoya en una colorida tonalidad vocal que cautiva y seduce.
Como Alphonse XI, el barítono sudafricano Jacques Imbrailo mostró autoridad vocal y actoral, eun poco sobreactuado por momentos, pero al final un artista que entendió y cumplió con su papel. Por su parte, el bajo argentino Federico de Michelis cantó con opulentos medios vocales y recreó un déspota Balthazar, verosímil y convincente. La soprano Elena Villalón fue una agraciada y hermosa Inez, y mostró ímpetu y potencial para ascender a papeles de mayor importancia en el futuro. Completó el elenco el tenor Christopher Bozeka, muy correcto en la figura de Don Gaspard.
En el podio, Summers dirigió con agilidad y presteza a una orquesta comprometida y envuelta en la música que se escuchó ligera y fluida, un acompañamiento ideal para las voces. No se quedó atrás el coro que agradó por su trabajo y uniformidad.
Al último queda el trabajo escénico de Kevin Newbury, que palideció en el marco de las escenografías de Victoria Tzykun, de diseño sobrio, oscuro y lúgubre, y que resultó no ser completamente ideal para el desarrollo de la trama, que se situó en una España medieval de cuento, con imágenes de monasterios y bosques que no cumplieron su cometido; como tampoco ayudaron los grisáceos vestuarios de Jessica Jahn y la tenue iluminación de D. M. Wood. Esta Favorite dejó muchas satisfacciones musicales y vocales, y de eso es al final de lo que se acordará el público aquí presente.
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