La fille du régiment en Milán

Escena de la producción de Laurent Pelly de La fille du régiment de Gaetano Donizetti en el Teatro alla Scala de Milán © Brescia e Amisano

 

Noviembre 4, 2025. La fille du régiment volvió a la Scala después de casi 20 años, aunque, en cualquier caso, nunca ha sido un título considerado de casa para el teatro milanés. 

La opéra-comique en dos actos de Gaetano Donizetti (1797-1848), que alterna diálogos hablados con el canto, con libreto en lengua francesa de Jules-Henri Vernoy de Saint-Georges y Jean-François Bayard, fue representada por primera vez en el teatro de la Opéra-Comique de París en 1840. 

La historia está ambientada en los Alpes durante las guerras napoleónicas, y narra la historia de Marie, una huérfana criada por un regimiento francés, que considera a los soldados como sus padres. Marie se enamora de Tonio, un joven tirolés, quien, para poder casarse con ella, decide enrolarse. Las complicaciones surgen cuando se descubre que Marie es en realidad la sobrina de la Marquesa de Berkenfield, la cual decide llevársela con ella para que se case con un noble. Después de momentos de comicidad y virtuosismo vocal, como la célebre aria de Tonio: ‘Ah! mes amis, quel jour de fête!’, con sus nueve Dos agudos, la ópera concluye con un alegre final: la Marquesa, que en realidad se descubre como la madre de Marie, permite el matrimonio entre Marie y Tonio. 

Hay que recordar que La fille es célebre por su brillante espíritu cómico, las dificultades virtuosísticas que se le exigen al tenor y a la soprano, y por la fusión entre el estilo italiano y la tradición francesa. El histórico espectáculo visto en Milán llegó casi a su veintésimo aniversario, ya que fue estrenado en Covent Garden de Londres en 2007 con Nathalie Dessay y Juan Diego Flórez, y posteriormente llegó a la Staatsoper de Viena, el Metropolitan de Nueva York, la Ópera de San Francisco y la Ópera de París. 

Aquí, en el Teatro alla Scala, se dio el regreso del tenor peruano, en uno de sus papeles más representativos. Debe recordarse que la producción original fue reconstruida por el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. El director de escena Laurent Pelly optó por ambientar la narración durante la Primera Guerra Mundial, en lugar del periodo de las guerras napoleónicas, como está previsto en el libreto original. Tal elección, de acuerdo con el director escénico, fue motivada por la necesidad de una ambientación más cercana al público contemporáneo y, en consecuencia, de ser más envolvente. 

La ópera se distingue por una ironía punzante y una marcada crítica antimilitarista. Así, los gags, que mantienen su vivacidad, resultaron ser siempre refinados y nunca vulgares. Una contribución adicional al éxito de un montaje de este género provino de la notable habilidad actoral de los cantantes, los cuales, como corresponde en una opéra-comique, deben saber sobresalir también en la actuación teatral. Además, quedó en evidencia la contribución de Agathe Mélinard, quien reelaboró los diálogos a fin de hacerlos más dinámicos y envolventes para un público contemporáneo. Sobre el escenario se colocaron los elementos esenciales para la comprensión de la obra, con los cantantes que se movían sobre un enorme mapa geográfico extendido sobre el escenario, una clara alegoría de la naturaleza generalizada del conflicto bélico, tema que desafortunadamente pertenece aún a la trágica actualidad. 

La fille du régiment, ópera construida enteramente con elementos cómicos y sentimentales, encontró en la lectura de Evelino Pidò una figura estilísticamente apropiada. El director turinés, experto frecuentador de este repertorio, guió a la orquesta del Teatro alla Scala con vigor y dinamismo, sin buscar particulares refinamientos. Aun así, mantuvo un constante diálogo con los cantantes, respirando con ellos, y concentrándose en hacer una narración lineal y comunicativa que hizo resaltar la potencialidad expresiva de la partitura. 

 

Juan Diego Flórez (Tonio), Julie Fuchs (Marie) y Pietro Spagnoli (Sulpice) © Brescia e Amisano

 

El elenco presentado por la Scala ofreció un desempeño de alto nivel. Los protagonistas Julie Fuchs (Marie) y Juan Diego Flórez (Tonio) interpretaron con bravura los papeles de los dos jóvenes enamorados, desde el punto de vista vocal como en el actoral. Julie Fuchs evidenció una extraordinaria capacidad en las coloraturas, empleándolas con eficacia, también con fines expresivos, a través de un asombroso virtuosismo y acrobacias vocales de todo género. Pero también la soprano francesa supo conquistar al público en las dimensiones más íntimas y sentimentales, con gracia y lirismo. Su interpretación de ‘Il faut partir’ suscitó una emoción palpable. 

Por su parte, Juan Diego Flórez, en uno de los papeles que han contribuido a su fama, mostró su refinada musicalidad, la capacidad de frasear con expresión, de pulir las frases musicales y de controlar con precisión el fiato. De rara intensidad, y muy elegante, fue su interpretación de ‘Pour me rapprocher de Marie”. Asimismo, Flórez confirmó su habitual desenvoltura en el registro agudo, tanto así que, en la celebérrima aria de los nueve Dos, recibió el más fervoroso aplauso de la velada. 

El Sulpice de Pietro Spagnoli, huraño y expansivo, conquistó al público con su timbre franco y viril, y con una sincera carga de humanidad. Géraldine Chauvet prestó su voz a La marquise de Berkenfield espontánea y de pastosa voz. Hay que destacar el hecho que, durante la escena de la lección, la propia Chauvet tocó personalmente el piano. Un aplauso también para Barbara Frittoli, que se vistió perfectamente en el papel de La duchesse de Crakentorp, personaje solo actuado, así como a todos los papeles acompañantes entre los que estuvo el divertido Pierre Doyen (Hortensius), así como Emilio Guidotti (Un caporal), Aldo Sartori (Un paysan) y Federico Vazzola (Un notaire). Finalmente, el Coro del Teatro alla Scala, dirigido por Alberto Malazzi, confirmó una vez más su bravura.

Compartir: