La niña que riega la albahaca con Solistas Ensamble

Escena de La niña que riega la albahaca de Isaac Bañuelos, con Solistas Ensamble

“La vida es amable, tiene pocos días
y tan solo ahora la hemos de gozar”
Federico García Lorca

El día del niño suele ser un buen pretexto para celebrar con diversos programas en orquestas y demás agrupaciones musicales en nuestro país y la Ciudad de México no es la excepción. En ese contexto, los pasados 23 y 30 de abril, en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural de Bosque y el Teatro Independencia, respectivamente, se presentó la ópera La niña que riega la albahaca del compositor mexicano Isaac Bañuelos, con la participación de Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, así como del ensamble Tempus Fugit, bajo la batuta concertadora de Christian Gohmer.

En este título, ya presentado en el Teatro Diana de Guadalajara en 2012, Bañuelos utiliza como libreto la obra de teatro La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón del insigne poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca, y lleva a la escena lírica una simpática historia de amor entre una chica que riega una planta en su jardín, mientras es observada por un príncipe, que se enamora de ella. Para ganar su corazón, el caballero deberá resolver una pregunta con la ayuda de su paje y diversos animalitos parlanchines de la comarca. 

La obra, y así lo refleja la música y redacción vocal del compositor, recorre el folclor andaluz, y lo hace con transparencia sonora y dramática, lo que potencia su deleite y asequibilidad para el público infantil. La ópera —que fue escrita originalmente para un trío de instrumentos— ahora se presentó en una versión para ensamble de cinco. Dos percusionistas, teclado, chelo, clarinete y violín.

Solistas Ensamble es un conjunto de intérpretes que se caracterizan por su experiencia escénica tanto como por su desparpajo, por lo que el tono humorístico de la obra en sus voces y actuaciones provocó no solo sonrisas sino abiertas carcajadas. En ello también llevó crédito el colorido vestuario, las cabezas de animales estilo botarga que portaron los solistas, los telones escenográficos, así como el trazo de esta puesta en escena de César Piña. 

Los cantantes se abandonaron a sus interpretaciones y lograron así disfrutables pasajes en los que permean lirismo, diversas danzas españolas y zapateados, no sin un toque muy personal del compositor en el que también fluyen concertantes al estilo rossiniano y pícaras onomatopeyas de gallos, gallinas, perros y hasta un burro.

El conjunto fue muy divertido y solvente. De él, destacaron la Niña Irene de Tania Solis, el Paje de Penélope Luna, ambas sopranos; el Príncipe del tenor Ángel Ruz, el Narrador del barítono Édgar Gil y la Perrita de la mezzosoprano Itia Domínguez, quien asumió el flamenco de la canción “Viva Sevilla” en voz, ritmo y estilo, en el que asomaron la musicalidad, el arrojo y remarcadas notas de pecho.

El conjunto musical, pequeño en número de integrantes, no fue limitado en su capacidad de acompañamiento. Con Gohmer a la batuta, el ensamble brindó un soporte dinámico con brillo y flexibilidad que permitió lucir a los solistas, tanto como la entraña sonora y vocal de la partitura de Bañuelos. Los niños, bailando en sus butacas y sin contener las risas, lo supieron valorar.

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