
La zorrita astuta en Barcelona

Escena de La zorrita astuta de Leoš Janáček en la apertura de temporada del Gran Teatre del Liceu
Septiembre 29, 2025. Bien hizo el Gran Teatre del Liceu en reponer esta obra magna del gran compositor moravo Leoš Janáček, que solo se había dado una vez en inglés por una compañía de ese origen.
Esta ópera bien merece el destino más feliz de sus hermanas mayores dramáticas, siendo un homenaje a la naturaleza (nada edulcorado) que el autor tanto amaba y a los animales que se revelan más bien como humanos y en muchos momentos más entrañables que sus amos o cazadores (quien mata a la zorrita protagonista no es precisamente el mejor de ellos, sino al contrario). Y la primera vez en el idioma original también es importante, visto la importancia que tiene el lenguaje para Janáček.
La puesta en escena (coproducción con Múnich) de Barrie Kosky es muy buena (salvo un par de agregados, en particular el inútil entierro —de la zorra, se supone— al principio y antes de que comience la música), con animales y “humanos” muy bien caracterizados, sobriedad, bellos colores cuando hacía falta, actuación fenomenal de todos (un especial agradecimiento a los niños del Cor infantil del Orfeó Català, que no solo cantaron, sino que se mostraron como verdaderos artistas profesionales).
Se trató de un conseguidísimo trabajo de Josep Pons al frente de la orquesta del teatro en excelente forma, y esta vez no hubo ningún desequilibrio con el escenario. Muy bien asimismo el coro del Liceu, preparado como siempre por su director, Pablo Assante.
Excelente también la decisión de dar la obra (que dura unos cien minutos en total) sin ningún entreacto, de modo que no sufrió ni el ritmo ni la progresión dramática. Es lástima que tanto esfuerzo bien realizado no hubiera tenido más respuesta del público, que después agota localidades para cualquier título popular sin que importe el nivel de lo que se les presenta. No se trataba de happy few, sino de algunos más, que se comportaron en general bien sin demasiadas toses y con solo un par de móviles indiscretos.
El reparto era extenso, ya que se trata en conjunto de una obra coral, con mucho personaje episódico de más o menos importancia, y los dos protagonistas enfrentados, la zorrita del título y su “némesis”: el Guardabosques que vacila entre su atracción, su torpeza y su “deber”. Si Peter Mattei es sensacional en este tipo de roles y su escena final emociona como debe ocurrir, con la música que sonó en el entierro del compositor, no le fue a la zaga Elena Tsallagova, que desde hace tiempo es una especialista vocal y escénica memorable de esa adorable Bystrouska, a la que aquí asesinan por la espalda.
Muy bien asimismo su pareja, el Zorro de la mezzo Paula Murrihy, con solo algún extremo agudo un tanto áspero. Muchos realizaron un doble trabajo, en general como humano y animal, y de ellos destacaremos a David Alegret (Maestro y Mosquito), Sara Bañeras (la señora Pásek y el Arrendajo), Mireia Pintó (Lapák el perro y el Pájaro carpintero), Anaïs Masllorens (Esposa del guardabosques y Búho). De los que solo tuvieron un papel destacaron en primer lugar el excelente (y estúpido y malvado) Harašta de Milan Perisic, el Gallo de Roger Padullés y Mercedes Gancedo (la divertida gallina Chocholka). Los presentes aplaudieron con calor al final.