Le nozze di Figaro en Berlín

 Aspecto de la producción de Le nozze di Figaro en la Komische Oper de Berlín © Monika Rittershaus

Mayo 10, 2024. La Komische Oper significa innovación, creatividad, apoyo a las buenas ideas y al experimento; pero también significa responsabilidad a la obra. 

Desde su fundación por Walter Felsenstein en 1947, la trayectoria ha sido siempre (o casi siempre) la búsqueda de algo nuevo en la obra que se presenta, o alguna conexión con el presente, o simplemente una actualización del tema sin que la obra pierda su sentido original. Luego de Felsenstein, sus directores sucesivos han sido custodios de esta tradición: Joachim Herz, Harry Kupfer y Götz Friedrich, quien trabajó como dramaturgo allí por muchos años antes de saltar a la fama mundial. 

En 2023 se estrenó la nueva producción de Cosí fan tutte del director ruso Kirill Serebrennikov, que originalmente estaba destinada a la Ópera de Zurich. Serebrennikov no pudo guiar sus ideas en persona, ya que se encontraba en la cárcel en Moscú. Pero cuando fue liberado se encargó de dirigirla en Berlín. 

Encargado de la trilogía de Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo da Ponte, su nueva producción de Le nozze di Figaro, quizás la ópera más perfecta del repertorio, Serebrennikov desata su entusiasmo incontenible y hace cosas que aquellos que aman la obra fruncen el ceño. Por razones explicadas —pero no justificadas— en sus notas en el programa, se ve un Cherubino sordomudo y una Cherubina que canta la parte y que está enamorada de Cherubino. La explicación escrita en el programa es que el director de escena no puede creer que la sexualidad de Cherubino sea mostrada y cantada por una joven mezzosoprano. 

El rol de Barbarina y el de Don Curzio desaparecen, y el aria de Barbarina es cantada por la Condesa. Al comienzo del segundo acto, el Conde, Susanna y la Condesa cantan Soave sia il vento que, como todo mozartiano sabe, pertenece a Così fan tutte. 

Más tarde se escucha parte del cuarteto op.19, llamado “Disonancia”, para mostrar la disonancia que existe entre los personajes. También —y como si lo anterior fuese poco— el Conde es seguido por un sicofante (personaje mudo que hace las veces de perro protector), un personaje de pantomima, que hace ver las fobias del Conde. Muy divertido, pero eso lo debe mostrar el Conde, ¿no es cierto? 

La escenografia, también de Serebrennikov, muestra dos niveles: el superior, donde se desarrolla la acción de la clase noble, y la inferior, donde se encuentran los sirvientes, cinco lavadoras, una tabla de planchar y un colchon que se usa para proyectar mensajes de Whatsapp. [Es interesante notar que la producción de Ariadne auf Naxos de Christoph Loy, con escenografia de Herbert Murauer para la Ópera Real, usó exactamente la misma idea.] 

El público está acostumbrado a ver payasadas en las producciones alemanas, pero sin tocar la partitura; el director debería haber prohibido tales desmanes. No malentienda el lector: la obra estuvo muy bien ejecutada (palabra de doble significado en este caso), los cantantes hicieron todo lo requerido para que la obra fluyera con buen pulso, actuando con disciplina, y el público gustó de las locuras en escena. 

En general, el nivel de canto fue de buena calidad y en estilo. Tommaso Barea fue un Figaro con voz muy atractiva y se movió con soltura; la Susanna de Penny Sofrianiodou fue excelente, con bella voz a expresividad corpórea; Hubert Zapiór fue un excelente Conde, cantado con autoridad y buena escuela; el rol de la Condesa le resultó un poco difícil a Nadja Mchantaf, que el año anterior cantó una excelente Fiordiligi. 

Karolina Gumos presentó una Marcellina joven que hace las veces de mánager de la galería de arte del Conde en el piso superior donde se encuentran esculturas plateadas de estilo más bien vulgar. Philipp Meierhöfer fue un severo Bartolo; Johannes Dunz se encargó de Basilio, otro personaje disparatado; y finalmente Peter Lombert como el jardinero Antonio apareció vestido de traje y corbata. 

No hay que olvidar el rol de Cherubino, incluso si es sordomudo. La figura atlética y semi desnuda de Georgy Kudrenko hizo las delicias de la Condesa. Es obvio que muchas de estas locuras musicales podrían haber sido eliminadas durante la presentación de la producción en el teatro. El hecho de que fueron permitidas se debe al director de orquesta James Gaffigan, cuya lectura careció de finesse y tendió a la brutalidad.

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