L’incoronazione di Poppea en París
Mayo 24, 2023. Una versión de concierto digna, aunque no mucho más, de la obra maestra de Claudio Monteverdi, en el Théâtre des Champs-Elysées. La cuestión no es si hay que usar contratenores o no, sino de qué tipo. Personalmente, pienso que —si no se encuentran voces tipo Mehta, Fagioli, Dumaux, Vistoli, Pe, Jaroussky, Mineccia, Orlinsky (puede ser que olvide a alguno)— es mejor acudir a los registros tradicionales. Cierto, no abundan.
Pero si son ácidas y estridentes como la de David Hansen (Nerone) o de las ideales para roles cómicos o comprimarios de importancia, como la de Kacper Szelazek (Ottone), cuya “actuación” (todos se movían: entraban y salían) fue bastante exagerada, de lejos prefiero tenor y barítono, y me importa poco la filología, que de todos modos no llegará nunca al sonido de aquella época.
La mejor fue Alix Le Saux en el rol de Ottavia, apasionada y adecuadamente real, seguida de Nicolas Brooymans, muy buen Séneca. Mari Eriksmoen fue una bella Poppea que cantó bien (aunque tropezó con una entrada en el dúo final). Lauranne Oliva, como Virtù, empezó casi sin que se le escuchara, pero mejoró mucho al cantar Drusilla. Bien estuvo Natalie Pérez que también dobló como Valetto y Amore, lo mismo que Anders J. Dahlin (Nutrice / Soldato / Famigliare). Eugenio di Lieto parece tener buenos medios, pero no tuvo demasiadas ocasiones para confirmar la impresión (Littore / Famigliare / Consulo). Correctas Mathilde Etienne (Damigella y Fortuna, responsable asimismo de la mise en space) y Pauline Sabatier en su breve intervención como Venere. El importante rol de Arnalta fue confiado a Mathias Vidal y se encontró entre lo mejor de la velada.
El conjunto I Gemelli (doce instrumentos) bajo la dirección de Emiliano González Toro, que siguió la obra desde su asiento de cantante, sonó muy bien y apropiado. Su director se mostró, como siempre, un tanto excesivo en sus movimientos y buen cantante (se reservó las partes de Lucano —la más importante y mejor— y las de Soldato, Liberto, Famigliare y Tribuno).
Hubo una buena afluencia de público y un único intermedio (como en general se acostumbra, tras la escena de la muerte de Séneca). Debo decir que es la primera vez que soy consciente del tiempo que dura la obra. Como dato extra, se hizo el bis del dúo final, que esta vez la soprano cantó sin equivocar entrada. Mucho aplauso, incluso después de cada arioso.