Lise Davidsen y Freddie de Tommaso en Barcelona

Recital de Lise Davidsen y Freddie De Tommaso en el Gran Teatre del Liceu Barcelona © Antoni Bofill

Enero 11, 2024. El concierto de ambas estrellas se hizo con piano (lo que en la primera parte penalizó un tanto las obras), muy bien ejecutado por James Baillieu. La aparición de Lise Davidsen, muy elegante, dicharachera y cómoda (parecía estar realmente contenta y sentirse como en casa) fue saludada con una ovación que se repitió, en menor medida, cada vez que volvía al escenario, y al final se convirtió en una aclamación colectiva.

Interpretó la que parece ser siempre su carta de presentación, la entrada de Elisabeth de Tannhäuser, y lo hizo, también como siempre, de modo inmejorable. En la parte dedicada a Verdi cantó el ‘Ave Maria’ de Otello, muy bien, y una cuidadísima y vocalmente ejemplar versión de ‘Morrò ma prima in grazia’ de Un ballo in maschera. La parte de arias italianas concluyó con una excelente traducción del ‘Vissi d’arte’ de Puccini, donde evitó patetismos y “expresividad” de telenovela.

En la segunda parte comenzó con una conmovedora interpretación de la gran aria de Lisa de La dama de picas de Chaikovski, ópera que próximamente interpretará en su integridad. Después fue el turno de Lieder de Richard Strauss. Si ‘Zueignung’ fue un tanto precipitado y con una ligera equivocación, ‘Allerseelen’ fue ya muy bueno (lo dirá mejor cuando tenga más edad pero su final ‘wie einst in Mai’ fue ya extraordinario), ‘Cäcilie’ simplemente glorioso y el menos conocido de todos, ‘Befreit’, notabilísimo. 

Su última actuación en solitario fue ‘I could have danced all night’ de Loewe (“No puedo cantar My Fair Lady, pero sí puedo cantar esto, y es lo que me gusta de hacer un concierto”, dijo). Por supuesto, la voz sonó como siempre, sana, enorme, brillante, homogénea, con un agudo potente y en apariencia sin esfuerzo alguno, un centro redondo y pastoso y un grave absolutamente natural (Amelia y Lisa dieron buena prueba de ello). Su bis fue el famoso ‘Heia!’ de Die Csárdásfürstin (La princesa gitana) de Imre Kálmán, muy bien dicho y cerrado con un agudo de novela.

Introdujo ella a Freddie De Tommaso porque este debería haber sido su debut oficial en el Liceu (pero una indisposición de Michael Spyres unos días antes lo hizo presentarse como Don José en Carmen). Juntos cantaron el gran dúo del segundo acto de Ballo (‘Teco io sto’), y finalizaron la segunda parte con el casi inevitable final de La viuda alegre (‘Lippe schweigen’).

Cuando De Tommaso ganó hace unos años el Concurso Francesc Viñas me impresionó su material de lírico spinto y su color oscuro. Luego el joven tenor se presentó en el Festival de Peralada con un recital verdiano que me decepcionó porque el material no había ido acompañado ni de variedad en el fraseo, ni la técnica se había refinado, ni la elección del repertorio parecía la mejor. Aquí el resultado fue mejor, pero sigo notando esos pequeños problemas. Si se recupera el ‘singhiozzo’, hay que hacerlo a lo Gigli o Tucker y resueltamente. Si se quiere cantar como Del Monaco, primero hay que ser él (imposible) y segundo abstenerse de algunos roles o frecuentarlos poco. Sin embargo, insiste con el Oronte de I Lombardi, que no le va, y la buena noticia es que aquí concluyó con una media voz muy satisfactoria. Hubo otra también notable en un “Lamento de Federico” de L’arlesiana, que por lo demás no se elevó a las alturas, como tampoco ocurrió con su buena versión de ‘Amor ti vieta’ de Fedora. Pero es el Riccardo de Un ballo in maschera (que pronto cantará aquí mismo) el que, aunque sobrado de medios, no correspondió al personaje en otros aspectos igualmente importantes.

En la segunda parte cantó canciones de Paolo Tosti, y si el día anterior Javier Camarena había demostrado qué difícil es interpretarlas de forma completamente adecuada, aquí estuvimos en el aspecto contrario: es el tipo de voz que se asocia con ellas (con menos squillo y belleza vocal, ciertamente), pero de una monotonía absoluta. Y así desfilaron ‘L’alba separa dalla luce l’ombra’, ‘Non t’amo più’ (quizá la mejor) e ‘Ideale’, donde la media voz se convirtió en falsete. Luego cantó de Salvatore Cardillo ‘Core ‘ngrato’, que tampoco entrará en la lista de magistrales. Como bis ofreció una canción de Massimo Ranieri, ni demasiado bonita ni demasiado bien interpretada.

El público aplaudió con mucha intensidad los solos y saludos en solitario, pero aún más al saludar junto con Davidsen y Baillieu. Para un concierto, mucha asistencia, aunque el teatro no estaba lleno.

Compartir: