Macbeth en Milán
Diciembre 19, 2021.Un Macbeth híper-tecnológico, espectacular y de fuerte impacto visual es con el que se inauguró la nueva temporada del Teatro alla Scala de Milán. Davide Livermore, en su cuarta inauguración consecutiva, firmó una producción con la cual el teatro milanés demuestra estar al día en el uso de instrumentos tecnológicos, a la vanguardia y al máximo nivel. Con su extraordinario staff, Livermore ambientó la ópera verdiana en un futuro distópico, y aquí las citas cinematográficas se agotaron (ya que al director de Turín a menudo le encanta recurrir al cine).
Mirando la escena dominada por una megalópolis que se refleja simétricamente sobre sí misma, inmediatamente vienen a la mente títulos como Blade Runner, Inception y también Metrópolis. Así, Livermore decidió ambientar a Macbeth en el futuro, pero sin alterar su dramaturgia. Por supuesto, no hubo regieteather (aunque fue acusado de ello), y la historia fluyó naturalmente y se comprendió bien en el entorno híper-moderno mencionado anteriormente. Quizás el único punto real que se le puede hacer notar al director es la limitación del elemento sobrenatural tan importante en Shakespeare y en Verdi. Pero el espectáculo convenció porque, sin trastornar la nueva ubicación, pudo amplificar la violencia de una historia de abuso y muerte que evidentemente seguirá entrelazada con la historia de la humanidad entera.
Riccardo Chailly concertó la partitura con mucha atención a los timbres y a su calidad dramática, creando una interpretación que siempre estuvo muy atenta al escenario. Fraseo preciso y búsqueda del color adecuado según el momento fueron sus peculiares virtudes. En el papel principal, Luca Salsi fue el vencedor de la velada, mostrando una voluminosa voz de barítono, con un tono áspero pero variado, dicción perfecta y atención muy cuidada a la partitura. Escuchar a Salsi da una buena idea de lo que Verdi quiso decir cuando se refería a la parola scenica.
Si bien mostró algunas señales de cansancio en su gran escena de sonambulismo del último acto, Anna Netrebko confirió a su Lady Macbeth relevancia y notable autoridad, con un tono de voz aterciopelado, bruñido y un acento bien proyectado. Ildar Abdrazakov y Francesco Meli completaron el reparto. El bajo ruso personificó un Banquo de rara belleza tímbrica mientras que Meli refinó y embelleció con su técnica y el fraseo idiomático que le conocemos al papel de Macduff, un personaje que muchas es visto solo como de acompañamiento.
Chiara Isotton (Dama) e Iván Ayón Rivas (Malcolm) también mostraron una excelente presencia vocal y escénica. Una vez más, señalo las convincentes y nunca predecibles coreografías del tercer acto de Daniele Ezralow y la virtuosa parte de videos creada por D-Wok. Finalmente, una mención especial para el magnífico Coro Scaligero, que fue dirigido por su nuevo maestro titular, Alberto Malazzi. Un triunfo repleto de ovaciones para todos al final de la función.