Madama Butterfly en Zapopan

Escena de Madama Butterfly de Giacomo Puccini en Zapopan

Julio 9, 2023. Hace 40 años, en octubre de 1983, el director mazatleco Enrique Patrón de Rueda dirigió su primera Madama Butterfly en Guadalajara. La intérprete del rol titular en aquel entonces fue María Luisa Tamez, al lado del tenor Jorge Valencia, quien cantó al teniente Pinkerton en aquellas dos funciones memorables. 

Tres años más tarde, Tamez regresó a esta ciudad con su espléndida asunción de la sufrida geisha al lado del debutante Fernando de la Mora, nuevamente bajo la dirección del maestro Patrón de Rueda, quien en 1992 dirigiría el mismo título con la soprano chilena Cristina Gallardo-Domás y el tenor Stephen O’Mara en otro par de excelsas funciones. 

Esta célebre obra maestra de Puccini volvería a representarse posteriormente también en el escenario del Teatro Degollado en las voces de Silvia Rizo y Svetlana Aksenova, ambas poseedoras de soberbias voces y su particular instinto teatral para dar vida a Cio-Cio San, uno de los personajes más emotivos y difíciles de cantar de todo el repertorio operístico, no por nada alguna vez se le bautizó como la “Isolda lírica” por sus exigencias vocales y dramáticas.

Tuvimos la oportunidad de presenciar la admirable producción concebida para la Sala Digital del Conjunto Santander y estrenada vía streaming el 28 de noviembre del año 2020 durante la pandemia, con nuevos elementos adecuados para las circunstancias actuales. A continuación, nuestras impresiones sobre la función vespertina del domingo 9 de julio de 2023. 

Ante una Sala Plácido Domingo prácticamente llena, se abrió el telón durante las primeras notas de la orquesta, transportándonos inmediatamente al Nagasaki de principios del siglo XX. La escenografía diseñada por Luis Manuel Aguilar “Mosco” consistió en diversos paneles blancos que se deslizaban verticalmente para la entrada o salida de personajes, poco mobiliario y un amplio espacio para el libre tránsito de cantantes y figurantes en la que sería la nueva casa de Butterfly quien, después del rechazo de sus familiares, habitaría el lugar en compañía de su fiel doncella Suzuki, su pequeño hijo y algunos sirvientes. 

Lejos de los montajes de esta misma ópera vistos previamente en nuestra ciudad, la escena creada por “Mosco” aportó un trazo escénico interesante, ágil y bien sustentado, sin embargo, la notable presencia de elementos distractores robó la atención que se dedica habitualmente a los personajes centrales de la historia, como la cama de arena durante el dueto de amor ‘Bimba dagli occhi pieni de malia’, las grandes ruedas con que jugaba Dolore guiado por blancos figurantes, los mismos que durante el Coro de los Mosquitos cruzaban el escenario insistentemente con sus lámparas y los personajes que evocaban el pasado de Pinkerton. 

Hubo momentos en que el impacto esperado se disipó, como la entrada del Príncipe Yamadori, guiado por dos de los sirvientes de Cio-Cio San y no sus propios lacayos, además de los movimientos del personaje en que giraba mostrando sus grandes uñas, la llegada del hijo de Cio-Cio San durante el dramático momento ‘Ah m’ ascordata? E questo?’ Creo yo que la presencia de un niño verdadero y no un muñeco habría sido no solo tradicional, sino más impactante y emotivo. 

También hubo varios aciertos, como la presencia de una bailarina como alter ego de Butterfly, el movimiento escénico de las dos damas durante el dueto de las flores casi al final del segundo acto, y el poderoso final de la ópera perfectamente iluminado con la excelente actuación de Pinkerton y Cio-Cio San.

La dirección coreográfica de Sandra Soto resultó fascinante, los figurantes realizaron un trabajo óptimo con movimientos gráciles y discretos, mientras que las ilustraciones en tiempo real de Rita Basulto lucieron efectivas en los momentos más dramáticos, desde la placidez de un paisaje al atardecer hasta los rojos y sórdidos trazos finales. 

María Katzarava (Cio-Cio San) y César Delgado (B.F. Pinkerton) en Madama Butterfly

En lo vocal, he de elogiar al tenor César Delgado en su asunción del teniente B. F. Pinkerton. Su voz ha crecido en color y matices, y en muchas frases la belleza vocal se hizo presente. Comenzó su canto oscureciendo el sonido y dándole a su voz una impostación relevante. Sin embargo, sería en el acto postrero, durante el terceto con Suzuki y Sharpless y su gran aria ‘Addio, fiorito asil’, donde su voz corrió libre, sincera y elocuente. Teatralmente, su personaje se mostró frívolo durante sus frases iniciales, pero durante el acto final su personalidad estuvo pincelada por la ternura, la desolación y el arrepentimiento. 

La mezzosoprano Vanessa Jara ofreció un canto sincero y voluptuoso en el rol de Suzuki. Su voz —que por momentos desplegaba con acentos de contralto— fue realmente sublime, plena en belleza y profundidad. Su comprensión caracterológica, por momentos maternal y depresiva, contrastó de forma óptima con el drama de Butterfly, proclive al optimismo y halo romántico. Su frase ‘Povera Butterfly’ emergió plena de tristeza y dolor.

Excelente, el barítono Tomás Castellanos personificó al cónsul Sharpless con una voz atractiva y bien proyectada. Su dominio del rol durante la lectura de la carta fue uno de los momentos álgidos de la representación, pleno de nobleza y humanidad. Asimismo, la presencia del tenor Ricardo Calderón hizo de Goro toda una recreación con una voz de claros matices y seguridad musical. Pablo Domene como Yamadori y el Comisario Imperial, así como Jesús Ibarra como el Bonzo, brindaron un canto satisfactorio en sus papeles, seguros y de correcta sonoridad. 

Ricardo Calderón (Goro)

La soprano María Katzarava, en su interpretación del personaje de Cio-Cio San, nos concedió un canto seguro y singular. De voz amplia y potente en el centro, sus notas altas lucieron radiantes e incisivas. Sin embargo, extrañamos las notas filadas y las medias voces. Su aria ‘Un bel dì’ fue cantada a la perfección en todo sentido, pero las arias subsecuentes: ‘Che tua madre dovrà prenderti’ y ‘Tu? Piccolo iddio!’ fueron cantadas con gran fuerza y volumen, así como la “canción de cuna”, con poca tendencia a los matices, aunque muy bien pinceladas con un barniz maternal.

Teatralmente, la soprano mostró convicción y una sensible faceta dramática, consiguiendo una escena final apabullante y efectiva. Anhelamos su regreso a nuestra ciudad para volver a disfrutar su admirable arte.

El Coro Municipal de Zapopan estuvo magistralmente dirigido por la maestra Mireya Ruvalcaba, especialmente en el “Coro a bocca chiusa” (coro de los mosquitos) al final del segundo acto y el “Canto de los pescadores” después del intermezzo hacia el desenlace del melodrama japonés.

La dirección orquestal del maestro Enrique Patrón de Rueda fue maravillosa. El concertador sinaloense mostró su gran dominio de la partitura, logrando un notable balance en todas las secciones de la Orquesta Solistas de América y cuidando a sus cantantes con paternal afecto. No hubo un volumen excesivo ni tampoco desacuerdos entre el foso y la escena. Gracias a su experiencia y respeto a la esencia dramática de la sinfonía pucciniana, presenciamos una estupenda función operística, inolvidable y sincera, protagonizada por un equipo artístico que rozó la excelencia.

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