?? Madama Butterfly en Zapopan
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A finales del mes de octubre pasado fue grabada en el escenario de la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander de Artes Escénicas la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini, para celebrar el tercer aniversario de este complejo artístico. El espectáculo pudo ser visto de manera virtual la noche del viernes 28 de noviembre en el marco de la inauguración del Programa cultural de la edición 34 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el canal de Youtube del Conjunto y por televisión en Canal 22 y Canal 44.
Fui convocado la tarde en que la ópera fue filmada y a continuación les comparto mis impresiones; hay que destacar el esfuerzo de las instituciones involucradas en este montaje, pues fue realizado en 70 días con el elevado talento de un equipo jalisciense y en tiempos de pandemia, cuyos parámetros limitaron un tanto el trazo teatral. La producción escénica estuvo a cargo del artista Luis Manuel Aguilar “Mosco”, cuyo trabajo siempre ha sido de alta calidad. Para este montaje se contó también con el apoyo de la artista visual y cineasta Rita Basulto, así como de la coreógrafa Sandra Soto y la bailarina Butoh Guyphytsy Aldalai.
El montaje escénico, enmarcado por paneles y plataformas, estuvo muy bien iluminado, con entradas que facilitaron la fluidez de movimiento de los personajes. La presencia de figurantes y de la bailarina principal fue una aportación interesante, quizá cuestionable por el espectador tradicional, pero de atractiva inclusión. El final de cada acto mostró una belleza escénica plausible gracias a la iluminación y dotes artísticas de Basulto, cuyos trazos realizados en vivo y magnificados en el gigante lienzo trasero resultaron fascinantes.
En lo musical, Lorena Flores en el rol de la geisha Cio-Cio San compartió una presencia atractiva y de apasionados acentos en su primer asunción. La voz de esta joven soprano es radiante y de singular belleza, capaz de afrontar con seguridad el trágico personaje (recordemos que se le conoce como «la Isolda lírico», por sus exigencias en lo dramático y en lo vocal). Sin duda, con el tiempo conquistará el papel y logrará brindar un canto matizado, ya que su actuación canora se caracterizó por el canto en forte y fortissimo, sin conceder esa línea de canto equilibrada exigida por el rol. Como ejemplo he de citar la canción de cuna ‘Dormi amor mio’ en el acto postrero (con una nota final en voz plena) y la llegada de Pinkerton en el segundo acto con el atronador cañón escuchado desde el puerto (‘Il Canone del porto, una nave da guerra’), en que la geisha debe mostrar una emoción casi sin aliento. Si bien hay un canto exultante en la frase «Trionfa el amor, il mio amor, la mia fe…», este puede interpretarse con un apasionamiento de sutilezas y variedad de colores, no solo con admirable potencia. Hubo momentos de excelencia como su ‘Un bel dì vedremo y la entrada ‘Ancora un passo or via’.
En lo teatral, Flores nos brindó un retrato creíble de la geisha, aunque algo restringida por la dirección escénica, al tener que actuar sin tocar a su Pinkerton, especialmente en el bellísimo dúo de amor ‘Bimba dagli occhi pieni di malia’, lo cual resultó comprensible, considerando las exigencias teatrales que actualmente prevalecen en casi todas las representaciones artísticas del mundo. Esperamos tener la suerte de ver más seguido en escena a esta distinguida soprano.
El tenor tapatío César Delgado interpretó un teniente Pinkerton juvenil, libre y sincero. En el aspecto vocal su canto resultó estentóreo en varios momentos, con un novel oscuro color en correcta afinación y seguridad musical. Al inicio del dúo de amor ya citado, cantó frases que mostraron la fortaleza de su tesitura, pero careció de la ternura y la pasión in crescendo de su ingrato rol. Obviamente, reconozco que cada intérprete ofrece su acercamiento personal al personaje encomendado, pero nos hubiera gustado más un Pinkerton que con su falsa ternura conquistara a la confiada Cio-Cio San que le cree todo. Su ‘Addio fiorito asil’ fue interpretado con sentida tristeza y un sonido lírico de mórbidos acentos.
El resto del elenco vocal resultó apropiado, especialmente la mezzosoprano Vanessa Jara en el rol de Suzuki. El barítono Carlos López fue un Sharpless bien involucrado, y celebramos el regreso a escena de Ricardo Lavín, que interpretó un rotundo Tío Bonzo.
La Orquesta Solistas de América bajo la dirección del maestro Enrique Radillo concedió una interpretación plena de lirismo y precisión musical. Desde los primeros compases se notaron los detallados lineamientos instrumentales reflejados en un volumen adecuado y la comprensión dramática del acontecer escénico. El Coro Municipal de Zapopan dirigido por Mireya Ruvalcaba participó de manera sensible y decorosa. Al final del segundo acto, el coro de los murmullos fue cantado hermosamente y en complicidad con una escena estática de inmensa belleza.
Madama Butterfly siempre ha sido una de las obras favoritas del público de este género. Sin embargo, un título menos conocido —ya sea de la ópera barroca de Händel, Lully, Vinci, Porpora, Vivaldi, o quizá de la ópera vanguardista de Bartók, Schönberg o Richard Strauss, o tal vez del Verdi menos representado por estos lares, como Aida o Nabucco— otorgaría a la escena operística jalisciense una especial atención y la mirada de los melómanos de todo el mundo.
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