Orfeo ed Euridice en Sevilla

Mélissa Petit y Cecilia Bartoli en concierto semi-escenificado de Orfeo ed Euridice de Christoph Willibald Gluck en el Teatro de la Maestranza de Sevilla © Guillermo Mendo
Noviembre 29, 2025. Christoph Willibald Gluck regresó al coliseo andaluz con su obra más emblemática, punta de lanza de su labor como reformador. Orfeo ed Euridice es la ópera más antigua del repertorio vigente que se sigue representando en todo el mundo.
Favorece su presencia la economía de medios que requiere, su escasez de personajes, escenografía austera y, por supuesto, la música exquisita de Gluck. Toda una delicia del bel canto que se sigue contemplando con orgullo y admiración. No obstante, la obra fue expuesta a numerosos cambios e incluso algún atentado a su integridad.
El músico alemán no siempre pudo ceder ante las exigencias del mecenazgo imperante de la época, tanto es así que la ópera se estrenó en Viena, en el Teatro de la Corte el 5 de octubre de 1762 con el papel principal masculino escrito para contralto castrato. Es papel fue cambiado para tenor cuando Gluck presentó la obra en Paris, 12 años más tarde. Sin embargo la tesitura del nuevo Orfeo resultó ser altísima (haute-contre, para los franceses). Hoy dia el papel principal lo suelen cantar mezzosopranos, debido en parte a la revisión que hizo Hector Berlioz, reescribiendo el papel de Orfeo para su amiga, la famosa mezzosoprano Pauline Viardot.
El Teatro de la Maestranza registró para este concierto semi-escenificado una fabulosa entrada para celebrar el regreso a Sevilla, casi 20 años después de su última aparición, de la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli en rol del enamorado Orfeo. Se optó en esta ocasión por la versión de Parma de 1769, que Gluck revisó con motivo de un enlace ducal. Paradójicamente, el compositor suprimió el final feliz, pues desapareció el bonito trio ‘Trionfi l’amore’.

Gianluca Capuano, al frente de Les Musiciens du Prince-Monaco y el ensamble Il canto di Orfeo © Guillermo Mendo
La producción corrió a cargo de la Ópera de Montecarlo, en colaboración con la orquesta barroca del principado Les Musiciens du Prince-Monaco que, bajo la direcciòn del italiano Gianluca Capuano, sonó de maravilla, brillante el control del volumen en todo momento, tanto en los cantantes solistas como en el coro.
Impecable estuvo la actuaciòn de Il Canto de Orfeo, tanto en las voces como en la interpretaciòn. El canto del finale, ‘Ah! se intorno a quest’urna funesta’, fue el mismo que del inicio, pero en un tempo más pausado, sotto voce.
La soprano francesa Mèlissa Petit, en los roles de Euridice y Amoresorprendiò tanto en lo canoro como en lo actoral. Mostrò un bellísimo timbre y bonito fraseo, y su aria ‘Gli sguardi trattieni’ fue genial.
Quizas no sea Orfeo el rol que mejor le vaya a Bartoli, si nos atenemos a las restricciones del reformador Gluck, de despojar a los solistas de las florituras y adornos, pero lo cierto es que la diva romana no dejo indiferente a nadie (el que tuvo, retuvo). No tiene el brillo de otros tiempos, es cierto. Pero su exquisita técnica le permite deambular de forma sosegada por una franja algo menor conservando su excelente fraseo y su peculiar vibrato. Fue impecable la actuación del público asistente, absolutamente agradecido.