?? Otello en Barcelona
Marzo 30, 2021. Por suerte, el Liceu se rehabilitó tras la última y penosa reposición del Otello verdiano. Cambió incluso la ridícula producción de Andreas Kriegenburg por la muy discutible pero en algún punto interesante de Amélie Niermeyer para Múnich (en realidad se iba a importar la de Londres, pero el Brexit hizo cambiar los planes). Me he ocupado aquí mismo de ella: además de la inevitable actualización y el casi inevitable feminismo que se da de bofetadas con la figura de Desdémona, trabaja muy bien algunos de los personajes (menos el del protagonista), a pesar de la fealdad del vestuario de casi todos ellos.
El gran interés del público se centró en la dirección musical de Gustavo Dudamel, quien lo hizo bien pero obviamente lo hará mucho mejor (sobre todo sin preocuparse continuamente por el efecto) cuando frecuente más el título. La orquesta sonó bien —o muy bien, incluso—, y el coro preparado por Conxita García, lo mismo.
Debido a las limitaciones de capacidad de la sala, esta vez no podré ocuparme de los cambios en los tres principales (Jorge de León, Eleonora Buratto y Zeljko Lucic). En el primer reparto cantaron Gregory Kunde, Krassimira Stoyanova y Carlos Álvarez. Los dos señores estuvieron superlativos en lo vocal e intentaron adecuarse a las peculiaridades escénicas. La soprano es, como siempre, una garantía, aunque hacer las cosas bien no siempre es sinónimo de genialidad o interés. La voz pareció acusar algo de cansancio, con sonidos fijos o metálicos, y las notas filadas sonaron algo más cortas y no tan cristalinas como en otras ocasiones; también puso mucho empeño en cumplir con las exigencias de una producción que requiere casi constantemente de su presencia en el escenario.
El resto tuvo un nivel digno: Airam Hernández mostró buenas posibilidades como Casio, Francisco Vas compuso un excelente Rodrigo, Mireia Pintó una muy sólida Emilia, mientras Felipe Bou (Ludovico) y Fernando Latorre (Montano) cumplieron muy correctamente con sus respectivos cometidos (quizá más el primero). Mucho público y mucho aplauso al final.