Raffa in the Sky en Bérgamo

Escena del estreno mundial de Raffa in the Sky en Bérgamo © Gianfranco Rota

Octubre 8, 2023. Cuando recibí la noticia de que la Fondazione Donizetti de Bérgamo había comisionado una ópera para conmemorar su nombramiento como Capital Italiana de la Cultura en 2023, me emocionó poder asistir a una prima mondiale en un teatro italiano. Pero cuando me dijeron que el tema era sobre la carrera de “la Carrà”, pregunté: «¿Carlo Carrà, el pintor futurista?”, a lo que me respondieron: “No, ¡Raffaella Carrà, la showgirl italiana de los años 80!”

Sinceramente no lo podía creer; pensé impulsivamente que, habiendo tantos italianos ilustres a quienes se les podría homenajear con un título sobre su vida —como Caravaggio, Leonardo Da Vinci, Cristóbal Colón, Giuseppe Garibaldi o el mismísimo Gaetano Donizetti, en quien se inspira el festival y teatro donde se representaría el nuevo estreno mundial—, ¿por qué Raffaella Carrà?

Había algo que definitivamente no alcanzaba a entender y lo tenía que descubrir durante una función de Raffa in the sky. Cavilando con conocidos llegué a la conclusión que el hombre siempre ha creado obras alrededor de las grandes figuras de las que se hablaba en ese momento. En el barroco enloquecían por los mitos griegos, en el clasicismo por las historias de romanos, Verdi musicalizaba a Shakespeare, en el verismo buscaban historias en los periódicos… ¿Quién sería una figura de actualidad en Italia que haya dado tanto de qué hablar y que haya permanecido vigente durante más de tres décadas en la televisión europea? Raffaella Carrà no solamente respondía esta pregunta, sino que además es un personaje que literalmente todos los italianos ubican y consciente o inconscientemente en algún momento de sus vidas han tarareado alguna de sus canciones. Como estrategia mediática para acercar público nuevo a la ópera, parecía ser una idea fantástica.

Chiara Dello Iacovo como Raffaela Carrà © Gianfranco Rota

Se agotaron los boletos y el hecho de que hubo gente que entraba al teatro con pelucas con el característico corte tipo hongo de la Carrà, que evidentemente no frecuenta el género lírico, confirmó la hipótesis. La Carrà (1943-2021) atrajo público nuevo al teatro; algo que no habían logrado ni los apertivos, ni los boletos a precios rebajados ni la fusión-ópera-rock que hemos visto últimamente. La gran duda era ahora: ¿qué tipo de música narraría la vida de la soubrette?, ¿sería un musical disfrazado de ópera o sería una autentica ópera contemporánea?, ¿qué tipo de música habría concebido el jovencísimo compositor Lamberto Curtoni para describir la historia ideada por Francesco Micheli y que fuera aterrizada en un libreto por Renata Ciaravino y Alberto Mattioli?

La ingeniosa composición de Curtoni es fresca, melódica y ágil; ni por un momento cayó en la innecesaria pretensión de utilizar elementos contemporáneos como atonalidad, disonancias, dodecafonismos, etc. La pluma del compositor de 35 años propuso igualmente adaptaciones orquestales de muy buen gusto a algunos de los icónicos temas de la Carrà a un orgánico particular de un solo instrumento por sección, y salvo un teclado, todo el Ensamble Sentiri Selvaggi era acústico. La música, haciendo homenaje también al mundo clásico, contiene furtivas reminiscencias a ‘Mi tradì’ de Don Giovanni de Mozart, a ‘Regnava nel silenzio’ de Lucia de Lammermoor de Donizetti, varios pasajes de El lago de los cisnes y una marcha de Chopin, por nombrar algunas. De aplaudir, los tan variados estilos de composición que utilizó Curtoni, pues además de una exquisita orquestación de los famosos temas de la Carrà, aportó recitativos renacentistas e incluso un concertante al estilo rossiniano para el final del primer acto con el tema ‘Tanti auguri’ (canción de 1978 que, en su versión en español, fue adaptado como ‘Hay que venir al sur’).

La trama cuenta que en otra galaxia los habitantes del planeta Arkadia envían a la Tierra cada cierto tiempo emisarios elegidos para predicar el arte, la paz y el amor. En Europa es el año 1943 y Apollo XI, rey de Arkadia, decide hacer un nuevo envío en plena Segunda Guerra Mundial, pero —a diferencia de las veces anteriores— en esta ocasión será una mujer. La elegida es naturalmente Raffaella Carrà, quien comienza a estudiar danza y su talento la lleva hasta Hollywood para pasar posteriormente al canto y finalmente a la televisión. La historia de la Carrà se entrelaza con la vida amorosa de Vito y Carmela, una típica pareja italiana que por diversas circunstancias siempre se entrelaza con la carrera de la ya famosa Raffaella. Tras varias décadas en la Tierra, los dirigentes de Arkadia deciden que Raffaella ha cumplido su misión y tiene que regresar, pues cambió la vida de millones de personas gracias a su talento para cantar, actuar y bailar.

La simpática e ingeniosa historia fue dirigida escénicamente por Francesco Micheli, quien logró emocionar a los carrafans durante las cuatro funciones que se ofrecieron, mientras a la batuta estuvo el siempre correcto Carlo Boccadoro. El también talentoso pianista cuidó el volumen de la orquesta, los tiempos y las dinámicas de los conocidos covers, tanto en las partes cantadas como durante las coreografías de Mattia Agatiello.

Carmela Remigio (Carmela), Gaia Petrone (Luca) y Haris Andrianos (Vito) © Gianfranco Rota

El elenco fue discreto, vocalmente. Chiara Dello Iacovo tuvo la enorme empresa de encarnar a la diva-pop boloñesa y desgraciadamente el papel le quedó grande. Salvo la enorme semejanza del color de voz entre ambas, la Carrà fue mundialmente famosa por cantar discretamente mientras bailaba como una prima ballerina. Dello Iacovo, desgraciadamente, ni uno ni lo otro, a pesar de haber sido la única microfoneada (al ser una cantante pop, suponemos que ignora la técnica lírica), se sofocaba cuando interpretaba alguna coreografía (a sus 27 años) y ni hablar de cuando las notas se acercaban al registro agudo. Lo que la salvó es lo buena actriz que es, pues logró conmover al público con las escenas dramáticas, sonreír con las alegres e incluso cantar —como era de esperarse— al final de la función. 

La pareja de Carmela y Vito fue vocal e histriónicamente lo más convincente y aplaudible de la noche. La soprano italiana Carmela Remigio y el barítono greco-australiano Haris Andrianos interpretaron a la intensa pareja de Carmela y Vito. La experiencia y cualidades histriónicas de ambos interpretes son innegables y lo sustenta su capacidad vocal.

Por su parte, la mezzosoprano italiana Gaia Petrone interpretó regiamente el papel de Luca, el hijo gay de Carmela y Vito, que descubre su identidad sexual gracias a Raffaella. Mejores actores que cantantes fueron respectivamente el tenor Dave Monaco como Apollo XI y el bajo-barítono Roberto Lorenzi con un multi-personaje (Fidelous, La estrella de Hollywood, El gran censor y El empresario de la tele), quienes lograron dar el color necesario para contar la interplanetaria historia.

Fue una propuesta particular y literalmente para todo público, ya que logró conjuntar en un mismo espacio a amantes del pop, la ópera y el musical, sin decepcionar a nadie. Cabe mencionar que —por desgracia para los melómanos líricos— el tener la visita de este nuevo público no fue una gran satisfacción, ya que ignoraron todos los protocolos y el respeto que se debe guardar en un teatro serio. Pero si ese es el precio que hay que pagar para tener más adeptos, ¡bienvenidos sean!

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