Rigoletto en París

Nadine Sierra (Gilda) y Ludovic Tézier (Rigoletto) en París © Elisa Haberer

Noviembre 10, 2021. En la Opéra Bastille se presentó una nueva producción de Rigoletto bajo la dirección musical de Giacomo Sagripanti y la escénica de Claus Guth. Este último mezcla ideas potentes y acertadas pero reiteradas con otras que a veces provocan incluso hilaridad (que el coro baile ritmícamente sus frases, o que el duque se convierta en un cantante de cabaret de París con muchas chicas desvestidas con plumas blancas y una Maddalena que hace de dominatrix para ‘La donna è mobile’ son algunos de los ‘hallazagos’), pero cuando, con dobles (para no perder la costumbre) el bufón rememora su historia y la escena es la caja de sus recuerdos, la tontería pasa a segundo plano y vence la teatralidad y potencia de la música (y la historia que cuenta).

Buena, la labor de Sagripanti, con una orquesta y un público que lo aprecian, un coro (dirigido por Ching-Lien Wu) que mejora luego de un inicio poco flexible, y tal vez sólo debería contener un tanto el volumen en algunos momentos. Hubo dos repartos. El que vi contaba con la presencia estelar de Ludovic Tézier en una de sus grandes creaciones y en un estado de lozanía vocal y sabiduría musical poco frecuentes de verdad, extrayendo de la partitura toda la fuerza del bufón sin convertirlo en un adelantado del verismo ni en una sucesión de notas poderosas y efectistas. 

Nadine Sierra fue una excelente Gilda en la que para mí ha sido hasta ahora su actuación más lograda. Dmitry Korchak es un buen cantante, pero su origen rossiniano se nota en la falta de atractivo del timbre, opaco y metálico, aunque logra hacer presente a su antipático personaje. Buena la Maddalena de Justina Gringyté, de voz exótica y algo gutural, como asimismo el Monterone de Bogdan Talos, quizás algo claro para su parte. El Sparafucile de Goderdzi Janelidze desplegó medios importantes, pero también un canto monótono y no siempre musical. 

Del resto, correcto, destacaron la Giovanna de Cassandre Berthon y el Marullo de Jean-Luc Ballestra. Localidades agotadas y gran éxito de público. 

Compartir: