Satyricon en Venecia

Escena de Satyricon en Venecia © Silvestri-Crosera

Enero 28, 2023. El Teatro La Fenice de Venecia tiene en alta estima la música contemporánea, que siempre ha formado buena parte de su programación operística y sinfónica. No es casualidad que el primer título operístico del nuevo año sea precisamente una partitura del calibre de Satyricon de Bruno Maderna, cincuenta años después de su primera representación y veinticinco de su última representación en Venecia, basada en la novela latina de Petronio del mismo nombre. No es una obra caracterizada por una trama definida, sino más bien un compendio de escenas (dieciséis números cerrados, vocales e instrumentales), deliberadamente sin ataduras e intercambiables, constituyendo siempre soluciones narrativas nuevas e insólitas, en el ámbito de la famosa cena orgiástica en casa de Trimalción. 

El entrecruzamiento de las lenguas, el latín para las partes más claramente filosóficas, el inglés para los pasajes narrativos, el francés para las situaciones amorosas y el alemán para el ámbito relacionado con el poder y el dinero, se fusionan eficazmente con los diversos estilos de la partitura que contemplan numerosas y dispares citas musicales, todas más o menos reconocibles y de algún modo utilizadas con pleno conocimiento de causa en pasajes precisos de la obra.

La escritura vocal también explota todos los recursos y va desde el canto operístico a la declamación, al habla, al Sprechgesang. En los diversos monólogos, encomendados a los diferentes personajes, siempre intercambiables, Maderna infunde a su obra una intensa carga emotiva que mezcla la ironía y el sarcasmo. Además de las citas de composiciones célebres del pasado, hay secciones confiadas a la cinta magnética, referencias a otras partituras de Maderna, sonidos electrónicos, voces del propio compositor, de familiares y amigos, así como sonidos de animales.

Es una obra que pretende ofrecer visiones críticas de la actualidad obtenidas también a través de un lenguaje capaz de emplear diversos materiales y estilos. Toda la puesta en escena, dirigida por Francesco Bortolozzo, con los decorados de Andrea Fiduccia, los vestuarios de Marta Del Fabbro y el diseño de luces de Fabio Barettin, se centra en la figura protagónica de Trimalchio, que proporciona todas las pistas necesarias para subrayar los vicios humanos.

El espectáculo es funcional y juega con espacios y movimientos racionalmente organizados, dando plenitud al ritmo de la narración.

Manuela Custer, en el doble papel de Fortunta y Quartilla, hace uso de su flexibilidad vocal para moverse con soltura en la escritura de Maderna. Igualmente convincente es Marcello Nardis que, en el papel de Trimalchio, combina con convicción tanto los diversos estilos de canto como las citas paródicas previstas en la partitura. En concreto, destaca Christopher Lemmings que, en el papel de Habinnas, perfila con eficacia los largos pasajes que se le encomiendan. William Corrò, Niceros, Francesca Gerbasi, Criside, Francesco Milanese, Eumolpus se desvinculan con convicción válida. 

La orquesta del Teatro La Fenice de Venecia exhibe la conocida soltura en presencia del repertorio contemporáneo. El crédito también debe atribuirse a la guía de Alessandro Cappelletto, quien hábilmente coordina las fuerzas en el escenario con las necesidades orquestales y autorales. El cálido recibimiento del público acogió con entusiasmo a todos los intérpretes, asegurando un gran éxito para la producción.

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