Sehnsucht Lohengrin en Berlín

Escena de Sehnsucht Lohengrin en la Staatsoper Unter den Linden © Gianmarco Bresadola

Mayo, 2023. Alemania —y Berlín en especial— cuentan con excepcionales programas de ópera para niños. En este caso La Staatsoper unter den Linden ha unido fuerzas con la Fundación Hilti y con escuelas de los alrededores de Berlín para crear obras que pueden llegar a ser atractivas para niños y adolescentes. 

En este caso, Añorando a Lohengrin no es una ópera para niños sino una ópera con niños. Dado que en Lohengrin el coro es un protagonista importante, este rol le fue confiado a un entusiasta grupo de niños, así como también algunos roles menores. La obra fue adaptada y reducida a una hora y cuarto, pero el espíritu y la atmósfera se mantuvieron intactas. También fue emocionante la presencia de los niños durante la escena donde se llama a quien defienda a Elsa y, cuando nadie aparece, el coro se acerca al borde del pequeño escenario y le pide al público que la ayude. 

La Staatsoper usó la vieja sala de ensayos (es decir, la vieja sala remodelada y renovada), con una capacidad de unas 200 personas, de las cuales la mayoría era de adultos. Se dieron nueve funciones y los cuatro personajes principales fueron asignados a cantantes profesionales, todos ellos más que competentes y muy en papel. Lohengrin fue cantado con voz resonante por Sotiris Charalampous; Elsa fue confiada a la joven Adriane Queiroz, quien dio al rol dulzura y fragilidad; Ulf Dirk Madler fue un Telramund más simpático que de costumbre, pero el personaje descollante por figura y por voz fue la Ortrud de la joven Clara Nadeshdin, participante del programa del Estudio de Opera Internacional de la Staatsoper. 

«Sehnsucht Lohengrin no es una ópera para niños sino una ópera con niños» © Gianmarco Bresadola

Fue interesante conversar con algunos de los niños que participaron del espectáculo, quienes sintieron predilección por los villanos de la obra, en especial por Ortrud. Fue muy interesante ver el uso de secciones filmadas sobre un telón para informar al público cuál era la historia detrás de los personajes principales. Los niños actuaron con caras muy expresivas, dignas de jóvenes profesionales. Todo esto fue enmarcado sobre un escenario pequeño, con pocos muebles, y por detrás de todo hubo una sensacional orquesta de diez músicos, incluyendo un acordeón. 

Lo que sí se debe decir es que la calidad de la ejecución musical fue a un nivel profesional muy alto, siendo dirigido desde un costado del escenario por Uwe Sochaczewsky. ¿Puede decirse que se vio Lohengrin? Sin duda que sí: un Lohengrin diferente, pero siempre ajustado a la receta wagneriana y con un equipo que fue fiel a la obra y a su espíritu. Con espectáculos así, no hay duda alguna de que el futuro de la ópera estará asegurado en las manos y voces jóvenes de la próxima generación.

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