?? Thaïs en Toronto
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Noviembre 9, 2019. Una noche memorable se vivió en el Roy Thomson Hall donde, dentro de la actual temporada de la Toronto Symphony Orchestra, se presentó en versión de concierto la ópera Thaïs de Jules Massenet. Factor decisivo en el éxito de la presentación fue la dirección de Andrew Davis, director artístico interino de la casa, quien en total afinidad con la música del compositor francés y al frente de una orquesta en estado de gracia, brindó una lectura detallista, sensible, delicada y de grandes contrastes que reveló la enorme riqueza orquestal de la partitura. Jonathan Crow, concertino de la orquesta, ofreció en el solo de violín el momento más famoso de la ópera, una interpretación de un fraseo intenso y exquisito.
El elenco, salvo contadas excepciones, estuvo compuesto por cantantes canadienses. A cargo de la parte protagónica, Erin Wall retrató una muy sólida cortesana Thaïs con voz lírica de gran atractivo, compacta, de buen centro y agudos ricos y potentes. Su interpretación del complejo personaje no fue nada superficial y estuvo cargada de sentimiento, sensualidad y emoción, siempre en su punto justo y sin nunca exagerar. Con gran inteligencia supo exponer en su canto la progresión dramática de “femme fatale” a la arrepentida penitente de la protagonista. Su reflexión delante el espejo, ‘Dis-moi que je suis belle, et que je serai belle éternellement’ fue uno de los momentos de mejor canto y mayor carga emocional de la noche.
Como el monje cenobita Athanaël, Joshua Hopkins exhibió un canto dúctil de bellísimo esmalte, línea perfecta y gran proyección que resultó ideal para la parte y en el que pudo percibirse la evolución psicológica del austero monje de rígidos principios del comienzo, al hombre sufriente y enamorado de final de la ópera. El joven tenor británico Andrew Staples concibió un comerciante Nicias de canto espontáneo y de exultante juventud, con una voz brillante y de gran facilidad para alcanzar los agudos. De voz redonda, densa y potente, el bajo-barítono Nathan Berg mostró poseer toda la autoridad exigida para la parte del superior de la congregación cenobita, Palémon.
Tanto Liv Redpath como Andrea Ludwig formaron una buena dupla y mostraron solvencia como las esclavas Crobyle y Myrtale. La veterana Emilia Boteva delineó con mucho oficio la parte de la Albine, la madre superiora de las monjas blancas. El resto de los roles secundarios estuvo cubierto con gran eficacia y profesionalismo por elementos locales. El Toronto Mendelssohn Choir tuvo una actuación muy destacada, luciendo en cada una de las muchas intervenciones, buena preparación y rico y preciso canto. La representación fue grabada por el sello discográfico Chandos para la realización de un CD de próxima aparición, lo que es una grata noticia habida cuenta del excelente nivel general de la presentación.
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