Tosca en Macerata

Claudio Sgura (Scarpia) y Carmen Giannattasio (Tosca) en Macerata © Luna Simoncini

Julio 22, 2022. Se presentó Tosca, de Puccini, en una nueva producción concebida en torno al vínculo con la pequeña y la gran pantalla. La idea del nuevo director artístico Paolo Pinamonti de hacer del cine y su entorno el hilo central de todo el festival, combinando Il barbiere di Siviglia de Rossini y Pagliacci de Leoncavallo con otros eventos temáticos en la cartelera. 

Si el enunciado básico de esta nueva producción de Valentina Carrasco (con escenografía de Samal Blak, hermosos vestuarios de Silvia Aymonino, luces de Peter van Praet y videos de Tiziano Mancini) tiene, en la idea, su fundamento y en su realización algunos momentos felices, lamentablemente la dramaturgia claudicó un poco. Estamos, de hecho, en un estudio de cine de los años 50 donde se está rodando una película histórica sobre la batalla de Marengo: Tosca es la protagonista, Attavanti una actriz rival, Cavaradossi el pintor y escenógrafo y Scarpia el omnipotente productor. Parece Cinecittà, pero algunos detalles no cuadran, aunque pueden tener un sabor vagamente fellinianos (además de Ginger Rogers y Fred Astaire del Batman en estilo Adam West, entre los extras de paso). Incluso los poderes policiales del barón dejaron alguna duda, al menos hasta que, en el segundo acto, una proyección revela la referencia a la caza de brujas del senador Joseph McCarthy. 

Estamos en Hollywood, pues, y Scarpia es una especie de Elia Kazan que hace de informante y agente del gobierno desde los estudios. La cosa puede funcionar, efectivamente: plantea cuestiones importantes que, con el entrelazamiento de arte y política, el anhelo de libertad y el estado policial, las acusaciones y el chantaje en la base del drama de Puccini pueden encajar muy bien. Por otro lado, no todo va sobre ruedas si la suspensión de la incredulidad cae demasiado a menudo ante las inevitables incoherencias: ¿Napoleón y Melás serán nombres en clave? 

Si la actuación de los tres protagonistas al final repite formas tradicionales, si la muerte de Cavaradossi en un accidente en el set ingeniosamente orquestado, lo va transformado de una manera bastante incomprensible de escenógrafo a actor. La proyección de los títulos de crédito que mezclan el cartel real con los personajes del libreto es empalagosa, demasiado jovial y en general las imágenes filmadas se deslizan demasiado a menudo entre el plano real, mostrando lo que el público no podría ver de otro modo, la fusión con la acción (Scarpia como voyeur filmando ‘Vissi d’arte’, Tosca matándolo con la misma cámara sin dejar de transmitir, ambas interesantes ideas), de la película Marengo que se está rodando. 

Por otro lado, Tosca, la mujer y actriz que, antes de matar a su verdugo, viste el traje para identificarse con el personaje, es uno de los momentos felices que nos recuerdan que Carrasco tiene excelentes ideas, aunque su obra parece carecer de toda coherencia dramatúrgica. Al público, sin embargo, no le importó y, si el aplauso final no fue al rojo vivo, el equipo de dirección fue recibido con toda calidez al final de la velada. 

En el podio, 27 años después de su último encuentro en el Sferisterio de Macerata con esta ópera de Puccini, volvió Donato Renzetti, hoy como director musical del festival. Hacer cuadrar las cuentas no siempre es fácil, ya sea para un coro Bellini no siempre impecable, bajo la dirección de Martino Faggiani, o para una distribución en el espacio que corrió el riesgo de llevar demasiado protagonismo a la cantata del segundo acto, pero aquí fue donde residió la gran experiencia del maestro, que lo tenía todo bajo control, incluso a costa de sacrificar un poco de tensión. 

Por otro lado, la Filarmónica Marchigiana respondió bien confirmando el excelente trabajo realizado en los últimos dos años, mientras que los miembros del elenco estuvieron todos a sus anchas. De todos, el mejor y más seguro fue Claudio Sgura y no fue de extrañar, dada su frecuente incursión en el papel de Scarpia, pero hay que reconocer una vez más el mérito de la elegante dirección de tan imponente estatura, como de tan insidioso personaje. 

De voz sólida, pero un poco más genérica por la musicalidad y la interpretación de la protagonista, estuvo Carmen Giannattasio como Tosca, mientras que resultó cambiante la interpretación de Antonio Poli, cuya naturaleza e indudable calidad de tenor de Mozart y Donizetti se mostró en momentos ardiente como Cavaradossi, pero acabó decepcionando. 

El reparto lo completaron el Sacristán de Armando Gabba, el Spoletta de Saverio Fiore, el Sciarrone de Gianni Paci y el Carcelero de Franco Di Girolamo. Como el pastoricllo, se alternaron Sofia Cippitelli y Petra Leonori, y vale la pena recordar una de las felices intuiciones de Carrasco que, entre elementos escenográficos inspirados en la ciudad de Roma, hace cantar a una niña la canción que nos recuerda un poco a una jovencísima Judy Garland. Y hablando de niños, también mencionamos los Pueri Cantores D. Zamberletti dirigidos por Gian Luca Paolucci.

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