Tosca en Nueva York

Željko Lučić (Scarpia) en la escena del Te Deum de Tosca en el Met © Ken Howard

Marzo 30, 2023. El Metropolitan Opera House de Nueva York ofreció funciones de su reciente y exitosa producción de Tosca de Giacomo Puccini, ideada en lo escénico por Sir David McVicar y que, desde su estreno, significó un gran acierto para dicha casa de ópera. 

La producción satisface visual y estéticamente en todos los aspectos a los melómanos ávidos de conceptos tradicionales y de época, al tratarse de una escenografía realista y vistosa con vestuarios igualmente lucidores y llamativos. Los tres actos hacen referencia casi exacta a los interiores de los tres puntos de Roma en los que la acción se lleva a cabo: La iglesia de Sant’Andrea della Valle en el primer acto, el Palazzo Farnese en el segundo, y el Castel Sant’Angelo en el tercero. La precisión histórica de la producción refleja con claridad el conflicto social, la corrupción policíaca y la decadencia romana a los que el libreto original hace referencia. 

Al mismo tiempo, tiene algunos guiños teatrales que salen de lo convencional y que son evidencia de la lectura profunda de McVicar sobre los personajes y su construcción dramática. Un ejemplo es la acción realizada por Floria Tosca durante su frase en el dueto del primer acto con Mario Cavaradossi “Ma, falle gli occhi neri!”, quien en la propuesta escénica de McVicar toma la iniciativa impulsiva de pintarle ella misma los ojos negros al retrato, tomando el pincel y avanzando hacia la pintura, siendo detenida por Mario Cavaradossi antes de que logre su cometido. 

Al ser un título considerado por muchos como “caballito de batalla”, es prácticamente un hecho que una producción de este tipo llamará la atención del público, independientemente del reparto que figure en el cartel. Sin embargo, uno de los protagonistas originalmente contemplados para esta reposición era el tenor Yusif Eyvazov, pero que finalmente fue sustituido por uno de los consentidos de la casa, Matthew Polenzani, en el rol de Cavaradossi. Polenzani es a todas luces un tenor lírico ligero que ha podido abordar un gran abanico de personajes —muchos de ellos en el Met—, pero a quien lamentablemente este rol pucciniano no le favorece. Se extrañó una vocalidad que transitara más hacia lo lírico que hacia lo ligero, que fuera generosa en su dramatismo y que tuviera mayor amplitud y plenitud sonora. La parte actoral la resolvió con creces y los múltiples pianissimi que cantó durante la noche fueron de gran calidad y belleza. 

Su compañera protagónica, la soprano Lyudmila Monastyrska, es poseedora de una voz robusta y con registros amplios, que sin embargo no emite con homogeneidad y que tiende a estrecharse. Los agudos, su punto más fuerte, suelen abrirse y pierden calidad tímbrica. Su intervención ‘Presto, su, Mario, Mario’ al final del tercer acto, rayó en la exageración al prácticamente gritar todo el tiempo. El Scarpia del barítono Željko Lučić no es placentero a la escucha, al percibirse durante el transcurso de todo el primer acto con problemas de tensión, emisión y constantes sonidos lisos sin vibrato. El segundo acto lo interpretó con mucha mayor holgura y calidad. De excelencia, el Sacristán de Patrick Carfizzi y los coprimarios Spoletta y Sciarrone de Brenton Ryan y Christopher Job, respectivamente. Sin embargo, resultó insufuciente para el escenario del Met el Angelotti de Kevin Short, al tratarse de un cantante engolado y con una dicción deficiente. 

El joven director Domingo Hindoyan ofreció una buena lectura, ágil y musical, con buen dramatismo y fluidez que, sin embargo, se encontró constantemente en problemas de sincronía con el escenario. Particularmente rápido y dessincronizado se percibió el Te Deum de Scarpia, ‘Tre sbirri, una carrozza’, con el que concluye el primer acto, al ejecutarse con un metrónomo francamente veloz que restó dramatismo y grandilocuencia al momento. ¿Decisión de Hindoyan o petición de Lučić? No lo sabremos. Una velada operística más agradable al ojo que al oído.

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