
Tosca en Trieste

La escena del ‘Te Deum’ de Tosca de Giacomo Puccini en el Castillo de San Giusto de Trieste © Fabio Parenzan
Junio 29, 2025. El Castillo de San Giusto no es la Arena de Verona ni mucho menos el Castello Sant’Angelo, pero las gradas de San Giusto, las piedras antiguas que rodean la gran plaza de las Milicias suscitan en la Tosca de Giacomo Puccini puesta en escena en Trieste, el sentido de inminencia del peligro, de la muerte que la música del gran compositor regaló al público, que acudió numeroso en una noche abrasada por el gran calor y por la ausencia de un mínimo soplo de viento.
Las escenografías estuvieron necesariamente contenidas en el gran escenario construido en la esquina más despojada de la gran plaza, edificada en el siglo XVI para la defensa militar de la ciudad. En el fondo, dos telas aparecen entre el primero y el segundo acto: la Madonna que Mario Cavaradossi está pintando, y luego un detalle de los frescos presentes en el Palacio Farnese.
La dirección escénica de Stefania Panighini llevó el arte de la familia de pintores Annibale, Ludovico y Agostino Carracci (siglos XVI-XVII) a San Giusto como clave para interpretar la poderosa feminidad de la protagonista. La directora imagina el lienzo y las figuras frente a ella imitando a los protagonistas, luego en el primer acto las mujeres se muestran como en la pintura a los pies de la Virgen María, en particular el parecido de la marquesa Attavanti, que producirá en Floria Tosca los celos desenfrenados, y que es la base de la ruina de los dos amantes.
En el segundo acto, la noticia de la victoria de Napoleón en Marengo está representada por la imagen gloriosa y las figuras se visten como los antiguos romanos. A decir verdad, en la escena del “duelo” verbal y físico entre Tosca y Scarpia, estas coreografías parecían superfluas, incluso negativas. El paño negro del tercer acto nos recordó a las telas moradas en las iglesias durante la cuaresma.
La orquesta del Teatro Verdi, situada debajo del escenario y dirigida por Enrico Calesso, subrayó con maestría los momentos casi silentes y realzó con el correcto énfasis los pasajes tumultuosos de la ópera, las inquietudes y las pasiones. Los celos, la maldad, el amor perseguido le interesaban evidentemente a Puccini más que el gran fresco histórico de la obra de teatro de Victorien Sardou de 1887 (de la cual Giuseppe Giacosa y Luigi Illica tomaron el libreto), que estaba empapada de crímenes y de sangre, con abundantes detalles del marco histórico realista y repleto de personajes secundarios.

Ambrogio Maestri (Scarpia) y Elena Pankratova (Tosca) © Fabio Parenzan
Tosca debutó el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de Roma, recibiendo críticas no muy positivas, pero en poco tiempo entró al repertorio de todos los teatros líricos del mundo. Los protagonistas dejaron al público satisfecho: Tosca fue interpretada por la soprano rusa Elena Pankratova, quien se destacó por su buena identificación con el papel y por sus capacidades vocales, mostrando volumen y un notable temperamento, sobre todo en la escena en la que asesina a Scarpia. En ‘Vissi d’arte’ se mostró enamorada y sufriente por su funesta suerte y no decepcionó en las expectativas. El Mario Cavaradossi de Fabio Sartori fue potente y vigoroso, como también lo es en la figura. Esperado el final en la famosa romanza ‘E lucevan le stelle’, desgarrador grito de dolor por la vida que se va agotando trágicamente, Sartori se expresó con sincera emotividad, de la que quizás careció un poco en el primer acto.
El sádico Barón Scarpia es el personaje que encarna el mal absoluto, la hipocresía y la falsedad más brutales, que usa el poder solo y exclusivamente para su propio beneficio; verlo autoflagelarse en escena, para ahuyentar los demonios de su maldad, dejó cierta perplejidad. La voz de Ambrogio Maestri, que lo interpretó, sigue siendo potente, y superó con facilidad el estruendo de la orquesta, aunque quizás le faltó resaltar un poco la perversidad de Scarpia en ese segundo acto, centrado en la evolución del drama que más tarde se representaría: el asesinato de Cavaradossi y el suicidio de Tosca.
El reparto lo completaron el joven bajo-barítono William Corrò, que interpretó al fugitivo Angelotti, el convincente bajo Abramo Rosalen (Sacristán), el tenor Andrea Schifaudo (Spoletta), el bajo Francesco Auriemma (Sciarrone), Damiano Locatelli (Carcelero) y Sophie Emilie Bernstein (Pastor). En el primer acto el coro del Teatro Verdi, dirigido por Paolo Longo, y el coro infantil: Piccoli Cantori della Città di Trieste, dirigidos por Cristina Semeraro, llenaron el escenario y fueron los fieles que poblaron la iglesia cantando el ‘Te Deum’ para celebrar la derrota de Napoleón, mientras Scarpia ya imagina con feroz alegría el ahorcamiento de Cavaradossi y soñaba tener entre sus brazos a Tosca.
Los decorados fueron de Nicolò Cristiano, el vestuario de Chiara Barichello, las luces de Emanuele Agliati y los efectos sonoros de Luca Bimbi. Al final, hubo un éxito descontado por la participación y cálida aprobación público.