Turandot en Ferrara

Escena de Turandot de Giacomo Puccini en Trieste, con un elenco coreano © Marco Caselli Nirmal

Noviembre 24, 2023. La nueva Temporada de Ópera y Ballet del Teatro Municipal «Claudio Abbado» fue inaugurada con la puesta en escena de Turandot de Giacomo Puccini, una coproducción entre la Ópera Coreana de Daegu y la Fundación del Teatro Municipal de Ferrara, con entradas agotadas, tanto para el estreno y para la reposición del domingo por la tarde, como también para la previa general reservada a los estudiantes de Ferrara. 

Antes de que se abriera el telón de la noche inaugural, subió al escenario el cónsul general de Corea del Sur, Hyung Sik Kang, acompañado por el vicecónsul Tae Woo Kim y el concejal de cultura del Ayuntamiento de Ferrara, Marco Gulinelli. También estuvo en el escenario el superintendente de la Ópera de Daegu, Kabgun Chung. 

El elenco de cantantes estuvo compuesto todo por voces coreanas: Lilla Lee interpretó el papel de la princesa de hielo Turandot, Calaf fue interpretado por Yoon Byungkil, Liù por Kim Eunhye, Timur por Moon Seokhoon, Ping por Leo An, Pong por Choi Yosub, Pang de Park Sinhae, el mandarín por Juhyeon Kim y el emperador Altoum fue Kim Juntae. 

En cambio, los grupos estables eran italianos: en el podio de la Orquesta de Città di Ferrara estuvo el maestro Marcello Mottadelli; el Coro Colsper —Coro Lírico Sinfónico de Parma y Emilia Romagna— fue dirigido por el maestro Andrea Bianchi; y el Coro de Niños del Teatro Comunale de Bolonia estuvo a cargo de la profesora Alhambra Superchi. 

La dirección de escena de Plamen Kartaloff, director del Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Sofía (Bulgaria), hizo uso de los bellos e imponentes decorados, evocadores vestuarios y atrezo procedentes de Corea del Sur. Por supuesto, Kartaloff no se esforzó en diseñar una Turandot siguiendo enteramente la tradición, respetando las indicaciones del libreto en cuanto a ambientación, época y vestuario. 

Sobre el fondo predominantemente oscuro se levantó un «ojo» de color y el color variaba según los episodios que ocurrían, en escena y en la parte central del escenario: dentro de este «ojo» de color se sentaba el emperador Altoum y desde allí decretaba (y declamaba) sus dichos. 

A los lados derecho e izquierdo del proscenio se colocó el coro, ataviado con trajes rojos tradicionales chinos y con el típico sombrero cónico de bambú. El coro a veces se reagrupaba, situándose en el centro del proscenio y luego retirándose de nuevo a las esquinas opuestas. En el centro de la escena, una construcción circular y giratoria representaba gradualmente la plaza de la «ciudad prohibida» (Beijing) o el interior del palacio. El movimiento giratorio fue muy eficaz y silencioso incluso cuando la cortina en la escena se encontraba abierta. Todo estuvo organizado con gran minuciosidad y precisión, lo que transformó el espectáculo de narrativo a grandilocuente. Fue una elección estética que emocionó al público. 

En el aspecto musical, la dirección del maestro Marcello Mottadelli en el podio de la Orquesta Città di Ferrara fue excelente: su concertación fue eficaz tanto por los claroscuros de la partitura (los pianissimi y fortissimi, además de la dinámica intermedia) como para los tempi en staccato, de gran ayuda para la interpretación del canto de los protagonistas.

Esta Turandot fue escenificada con el tradicional final de Franco Alfano, extraído de las notas que dejó el propio Puccini (el maestro de Lucca había muerto sin terminar la ópera) y no hay duda de que, aquí mismo, la música exuberante y festiva subrayada sobre todo por los metales e instrumentos de la orquesta y el canto del coro que se dirige al emperador Altoum en hosannas (pero también en las partes que acompañan la declamación y el dúo de Turandot y Calaf), requiere una dosis equilibrada entre la parte instrumental y el canto, porque todo termina en caos: y, aquí también, el maestro Mottadelli demostró su preparación y su sensibilidad musical en la coordinación entre foso y escenario. 

Lilla Lee (Turandot) y Yoon Byungkil (Calaf) en Trieste © Marco Caselli Nirmal

Sin embargo, hubo luces y sombras en las actuaciones del reparto: Turandot, interpretada por Linda Lee, estuvo espléndida: su voz es una hoja de acero que conquista los oídos del público. Siempre afinada, muy musical, capaz de superar la plenitud orquestal con su agudo equilibrio. En cambio, la Liù de Kim Eunhye fue menos entusiasta y, aunque efectivamente cantó las notas, dio la impresión de que es incapaz de melodizar el legato de las arias de la pequeña sirvienta de Timur, por lo que su canto no seduce. Tendrá mucho trabajo por hacer para perfeccionar la transición de cantante a intérprete, sin embargo, no le faltan recursos vocales. 

La interpretación del tenor Yoon Byumgkol en el papel de Calaf fue decepcionante, ya que su voz parecía cansada desde el principio, carente de brillo por una clara falta de homogeneidad tímbrica, y con una entonación precaria e inseguridad en las notas altas (se atoró en su garganta el Si agudo de ‘Nessun dorma’). 

Las tres mascaras estuvieron muy bien. Sin duda, el premio a la mejor actuación es para ellos y Lee: y ellos fueron, como ya se mencionó, Leo Ang (Ping), Park Sinhae (Pang) y Choi Yosub (Pong). El bajo Moon Seokhoon en el papel de Timur también estuvo bien, con su voz cálida y suave, su emisión afinada y homogeneidad en todos los registros de la tesitura. Kim Juntae (el emperador Altoum) y Kim Juhyeon (el Mandarin) tuvieron un desempeño igualmente bueno. 

El coro dirigido por Andrea Bianchi estuvo excelente y el coro de niños también estuvo muy bien trabajado bajo la dirección de la talentosa Alhambra Superchi. El público se mostró entusiasmado y aplaudió a todo el elenco con ovaciones al finalizar la función.

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