Elektra, de Strauss-Hofmannsthal

Richard Strauss (1864-1949)

 

Prefiero estar muerta antes que vivir sin poder vivir…
Crisótemis

Con Guntram, que estrenó sin éxito en Weimar en 1894, Richard Strauss se presentó ante el teatro lírico. Era resonante aún el triunfo de la obra escénica del máximo compositor alemán Richard Wagner, que había muerto once años antes. La ópera no agradó al público ni a la crítica, que consideró que Strauss sobreponía una innecesaria jerarquía orquestal sobre la voz. Además, los admiradores de Wagner determinaron que se trataba de una competencia con el genio musical de Leipzig, al escribir también los libretos. Pero no todo fue fracaso para Strauss. En su ópera ignorada, la soprano Pauline de Ahna, que interpretó a Freihild, se convertiría años más tarde en su esposa. “Ese fue mi éxito”, dijo Strauss.

 

Hugo von Hofmannsthal (1874-1929)

 

Su incursión en el mundo de la ópera no fue una aventura caprichosa. Strauss provenía de una familia musical. Su padre, Franz Strauss, también compositor, cornista, clarinetista y violista, había sido miembro de la Orquesta de la Ópera Real de Múnich, y el pequeño Richard era asiduo visitante a las representaciones que el teatro ofrecía.

En 1880 compuso su primera sinfonía y un cuarteto, que se estrenaron ese mismo año en la Musikalische Akademie bajo la dirección de Hermann Levi. Adquirió fama universal con los poemas sinfónicos Also sprach Zarathustra (Así habló Zaratustra), Don Quixote (Don Quijote), Don Juan y Ein Heldenleben (Vida de héroe).

Strauss ocupó importantes cargos en instituciones musicales a lo largo de su vida. Fue director coral, subdirector y director de la Orquesta de Múnich, director en Meininger sucediendo a Hans von Bülow, director de la Akademische Meisterchule, y en 1933 fue presidente de la Reichsmusikkamer, cargo al que renunció en 1935.

Su segundo encuentro teatral fue la ópera Feuersnot, estrenada en 1901 en Dresde, con libreto de Ernest von Wolzogen, que tuvo prácticamente la misma suerte que Guntram, a pesar de la preparación musical de Gustav Mahler, que la dirigió un año después en Viena.

Salome, su tercera partitura operística, representó el primer gran éxito de Strauss, que estrenó el 9 de diciembre de 1905 en Dresde. El delirante éxito con un público frenético que ovacionó al compositor y a los intérpretes y los hizo salir, a telón cerrado, 38 veces, acentuaron el triunfo de Richard Strauss como un gran compositor alemán, heredero genuino de Richard Wagner.

 

La actriz Gertrude Eysoldt protagonizó Der Sturm Elektra de Hugo von Hofmannstahl en Berlín, 1903

 

En 1903, Strauss había asistido a una representación teatral de Der Sturm Elektra en Berlín, que el poeta y dramaturgo austriaco Hugo von Hofmannsthal adaptó sobre la tragedia Electra de Sófocles, que dirigió Max Reinhardt, con la actriz Gertrud Eysoldt como protagonista.

Strauss vio las enormes posibilidades para crear una ópera y, después de varias entrevistas con Hofmannsthal, ambos iniciaron la primera afortunadísima colaboración que originaría cinco óperas más. A través de intercambios epistolares, Strauss y Hofmannsthal trabajaron en una versión con importantes cambios a la tragedia de Sófocles, concluyendo en una adaptación mucho más violenta, más fúnebre.

 

La soprano Diana Lamar (Elektra) en el Teatro de Bellas Artes, 2025

 

Elektra en México

Elektra se estrenó en México, en el Palacio de Bellas Artes, en una sola representación en 1970, es decir 61 años después del estreno mundial ocurrido en Dresde en enero de 1909. La premiere en nuestro país, gracias al auspicio de la Asociación Musical Daniel, A. C., en colaboración con el INBA, tuvo un elenco encabezado por la soprano rumana Edelmira Calomfirescu (Elektra), la alemana Martha Mödl —que había iniciado su brillante carrera como soprano y la concluyó como mezzosoprano (Clitemnestra), la catalana Enriqueta Tarrés (Crisótemis) y los cantantes mexicanos Roberto Bañuelas (Orestes), David Portilla (Egisto), Guillermina Higareda (Celadora/Confidente), Alberto Hamin (Sirviente joven), Ricardo Gálvez (Sirviente viejo), Rogelio Vargas (Guardia de Orestes) y Alicia Maraslian, Osbelia Hernández, Gilda Morelli, Conchita Antuñano y Lucila Columba (Cinco doncellas).

Fue concertada por Luis Herrera de la Fuente, dirección escénica de Renzo Frusca, escenografía e iluminación de Antonio López Mancera y dirección coral de José Ignacio Ávila, con la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro de la Ópera de Bellas Artes.

Se volvió a escenificar en 1993 cuando Gerardo Kleinburg era el director de la Ópera de Bellas Artes. Se ofrecieron cuatro funciones que dirigió Enrique Diemecke, puesta en escena y diseño de vestuario de José Solé, escenografía de David Antón y dirección coral de Alfredo Domínguez, con las cantantes estadounidenses Penelope Daner (Elektra), Barbara Dever (Clitemnestra) y Dinah Bryant (Crisótemis), el barítono, también estadounidense, Richard Cowan (Orestes) y los cantantes mexicanos Alfredo Maass (Egisto), María de la Gracia Álvarez (Celadora), Carolina Vadillo (Confidente), Jaime González (Sirviente joven), Jesús Sandoval (Sirviente viejo), Manuel López (Guardia de Orestes), Angélica Guzmán (Paje), Diana Alvarado, Eva María Santana, Josefina Flores Botello, Alicia Cascante y Regina Orozco (Cinco doncellas), con la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes.

En la temporada actual de la Ópera de Bellas Artes que dirige Marcelo Lombardero, esta partitura se escenificó los días 5, 9, 12 y 14 de octubre en el Palacio de Bellas Artes y el 24 y 25 del mismo mes en el Teatro Juárez de Guanajuato en el marco del 53 Festival Internacional Cervantino.

Los roles protagónicos fueron interpretados magníficamente por Catherine Hunold, soprano francesa y por Diana Lamar, soprano búlgaro-suiza alternando el personaje de Elektra. Los roles de Crisótemis y de Clitemnestra fueron cantados por primera vez en la corta historia de esta ópera en México por cantantes mexicanas de altísimo nivel: las sopranos Dhyana Arom y María Fernanda Castillo y las mezzosopranos Belem Rodríguez y Rosa Muñoz, anteriormente roles encomendados a cantantes no mexicanas.

Un dato significativo en esta exitosa producción es que en el extenso elenco de 16 personajes, doce solistas son miembros del Coro del Teatro de Bellas Artes y ocho cantantes del Estudio de la Ópera de Bellas Artes, seis egresados y dos que hoy conforman este Estudio de Ópera de Bellas Artes (EOBA), fundado por el tenor Ramón Vargas en 2014 y que yo tuve el honor de coordinar hasta mediados de 2019.

La participación, notable y eficaz, de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes bajo la dirección musical del estadounidense Stefan Lano y del Coro del Teatro de Bellas Artes que tuvo como director huésped a Rodrigo Elorduy, dio realce al triunfo de la ópera que tuvo una puesta en escena de Mauricio García Lozano y dirección adjunta de Miguel Santa Rita, diseño de escenografía de Jorge Ballina, diseño de iluminación de Ingrid SAC, vestuario de Jerildy Bosch, asistencia musical de Abdiel Vázquez, diseño de maquillaje y peinados de Maricela Estrada y coreografía de Vivian Cruz.

 

Elektra: Catherine Hunold / Diana Lamar
Clitemnestra: Belem Rodríguez / Rosa Muñoz
Crisótemis: Dhyana Arom / María Fernanda Castillo
Egisto: Carlos Arturo Galván / Gilberto Amaro
Orestes: Josué Cerón / Óscar Velázquez
Cinco doncellas: Vanessa Jara, Araceli Fernández, Mariana Sofía, Hildelisa Hangis y Angélica Alejandre
Tutor de Orestes: David Echeverría
Sirviente viejo: Arturo López Castillo
Sirviente joven: Chac Barrera
Confidente: Elizabeth Mata
Una celadora: Lucía Salas
Paje: Diana Mata 
Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes.

 

Ernestine Schumann-Heink (Clytemnestra) y Annie Krull (Elektra) en el estreno de Dresde, 1909

 

El argumento 

La tragedia Electra de Sófocles, escrita hacia el año 410 a. C., profundiza en la ruina familiar que acontece tras el asesinato del rey Agamenón a manos de su esposa, la reina Clitemnestra, apoyada por su amante Egisto. En la ópera conocemos casi toda la historia.

Al regresar a Micenas de la guerra de Troya, triunfante, Agamenón es asesinado. ¿Por qué lo asesinan? ¿Le fue infiel a la reina? ¿O Clitemnestra tiene esquizofrenia y no es capaz de controlar sus impulsos?

No. Ha matado a su marido por la sencilla razón de que él se atrevió a sacrificar a la hija de ambos, Ifigenia, para ofrecerla a la diosa Artemisa a fin de salir victorioso y que la flota griega pudiera partir rumbo a Troya.

Los otros hijos, Orestes, Elektra y Crisótemis, han soportado muy diversas vicisitudes. Orestes no vive ahí, está lejos y se cree que ha muerto. Las hermanas viven en Micenas, aunque cada una a su manera. Mientras Crisótemis permanece en el palacio sin esperanzas de un futuro feliz y sin poder disfrutar de la vida, Elektra vive una existencia lamentable apartada del palacio real, junto a la servidumbre, esperando venganza, deseando que su hermano Orestes regrese y le ayude a cumplir su plan. Y sí, regresa y el plan de Elektra se cumple. Clitemnestra y Egisto serán asesinados por Orestes, y Elektra morirá, bailando, llena de felicidad.

El estreno de Elektra en Dresde, ocurrido el 25 de enero de 1909, fue un éxito. Encabezó el reparto la soprano Annie Krull (quien ocho años antes había creado el rol de Diemut en Feuersnot). Sin embargo, la crítica, dividida, fue en general sarcástica. Ovaciones, asombro, desconcierto, reconociendo que la partitura era genial en muchos aspectos, pero haciendo mofa porque la ópera requería de una dotación de 111 músicos, pero en el foso de la Ópera de Dresde, por sus reducidas dimensiones, no hubo más de 70 instrumentistas.

Durante un ensayo en la víspera del estreno, el teatro invitó a un amplio grupo de intelectuales: había escritores, pintores, escultores, músicos, psicólogos, poetas, médicos, filósofos y alumnos avanzados del conservatorio. Al terminar la representación, un punzante silencio invadió la sala, porque los escuchas estaban sobrecogidos. Strauss tomó aquello como un insulto y desde un palco gritó: “Pues a mí, me gustó”.

Después del estreno, un crítico escribió: “Qué hermosa era la princesa Salome”. En una más punzante se leía: “Se dice que el maestro Strauss está escribiendo una nueva ópera en donde la dotación orquestal tendrá cuatro locomotoras, diez jaguares y algunos rinocerontes”.

También se leyeron calificativos como “inmoral”, “decadente”, “agresiva” y “música para flagelarse”.

Alguien escribió: “En la tercera representación de Elektra, la mitad de la orquesta tocó Salome y la otra mitad interpretó Elektra, sin que nadie notara la diferencia”.

Otro más dijo: “Aunque Strauss no Elec-trizó al público, lo Elec-trocutó”.

Cuando alguien cuestionó la falta de bellas melodías en Elektra, Strauss contestó: “¿Qué quieren cuando se va a matar a una madre en la escena? ¿Esperan que componga un concierto para violín?”

A pesar de estos juicios, Elektra se siguió representando con éxito a teatro lleno. La contralto Ernestine Schumann-Heink, creadora del rol de Clitemnestra, que obtuvo gran éxito, recibió de Strauss un desafortunado comentario acera de su trabajo vocal. Unos meses después, la contralto dijo en una entrevista: “Nunca volvería cantar ese rol de esa ópera de horrible estrépito, ni aunque el gerente del Manhattan Opera House, Oscar Hammerstein me ofreciera tres mil dólares por función, y miren que a mí ese dinero me serviría mucho pues, como saben, tengo muchos hijos”.

Elektra es una gran ópera, pero no tiene ni tendrá el reconocimiento y éxito de su hermana menor Salome. Otras afortunadas colaboraciones de Hugo von Hofmannsthal con Richard Strauss fueron Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa), Ariadne auf Naxos (Ariadne en Naxos), Die Frau ohne Schatten (La mujer sin sombra), Die ägyptische Helena (La Helena egipcia) y Arabella. 

Se ha escrito sobre un hecho que, se cree, sucedió en abril de 1945. Soldados estadounidenses habían ingresado a la casa Strauss en Garmisch-Partenkirchen y, cuando fue llevado ante el teniente Milton Weiss, se presentó así: “Soy Richard Strauss, el compositor de Salome y Der Rosenkavalier”.

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