La expresión artística y la cultura socialmente responsable

Gala de ópera en Bellas Artes © Ana Lourdes Herrera

La expresión artística es el mayor referente de la evolución social, ya que a lo largo de la historia han existido diversas corrientes estéticas que han proyectado el sentir social de cada época. Entre estas diversas expresiones artísticas destaca la ópera, en la que los artistas logran expresar con claridad el sentimiento de la puesta en escena ante un público que se llena de emociones.

La ópera es la expresión cultural sin límites, en la que converge el arte escénico, vocal y musical. En ese sentido, la ópera es pieza clave para impulsar la cultura socialmente responsable. En años recientes, el término “responsabilidad social” ha tomado mayor relevancia, toda vez que se ha incorporado a los compromisos de las organizaciones, llámense asociación civil, empresa o gobierno, para responder y proponer cambios mediante la toma de decisiones y acciones que generen impactos positivos al medio ambiente y a la sociedad, para que, por medio de la responsabilidad compartida y la proactividad, se logre el bien común.

Si bien la responsabilidad social ha captado mayor atención, poco se habla del término “responsabilidad social individual”, ya sea porque se considera parte de nosotros, o porque aún falta camino por recorrer en el tema. Sin embargo, la responsabilidad social individual es concebida como la conducta ética que la persona debe tener para consigo mismo y para su entorno, lo cual va más allá de las obligaciones normativas. 

En este sentido, debemos generar conciencia y reflexionar sobre cada acción que realizamos pues, por pequeña que sea, genera impactos en nuestro entorno, por lo que debemos asumir nuestras acciones y trabajar para que impacten en él positivamente.

La responsabilidad social forma parte de las acciones positivas de las personas, que se llevan a cabo dentro o fuera de una organización, y que quizá en un principio no se identifican fácilmente, pues —erróneamente— asumimos que la responsabilidad social solo compete a algunos sectores, llámese organizaciones de la sociedad civil, del sector empresarial o del gobierno; pero siempre tendremos el arte como forma de expresión, como se mencionó anteriormente: un canal para comunicar la responsabilidad social.

Así, la ópera puede ser el medio por el que se transmita la esencia de la responsabilidad social, y que se genere la apreciación de la misma para que las diversas expresiones artísticas se sumen a ella. Cada artista que presenta una obra puede verse como un educador ante los espectadores de su arte, pues en ella plasma su conocimiento, percepciones y emociones, ya que el arte tiene el poder de transformar de alguna manera a las personas que lo contemplan dependiendo de la formación cultural y del contexto en el que la persona se desarrolle, dotándola de una visión más amplia del mundo que le rodea.

Como lo hemos mencionado, el arte tiene implicaciones sociales trascendentes, ya que a través de él se pueden comunicar desde cuestiones muy nobles hasta arduas luchas. Por otro lado, es importante resaltar que el arte en la vida de una persona tiene múltiples beneficios, entre los que destacan el uso de los sentidos, la formación de un criterio propio, la mejora de la concentración, el incremento de la autoestima, la coordinación y la comunicación. El arte, así, resulta una pieza necesaria para el desarrollo integral de las personas.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indica que el desarrollo humano no solo se mide con el nivel de ingresos de la persona, o de algún sector poblacional, sino que implica crear un entorno en el que las personas puedan desarrollar su máximo potencial, viviendo una vida plena, productiva y creativa, de acuerdo con sus necesidades e intereses. Para ello es imprescindible el desarrollo de las capacidades humanas y, como consecuencia de ello, la responsabilidad social está estrechamente ligada al desarrollo humano y al arte.

Para conocer el alcance de la importancia de la expresión artística para impulsar las prácticas socialmente responsables, debemos mencionar los objetivos del milenio, llamados posteriormente objetivos de desarrollo sostenible. En el año 2000 fue celebrada la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, en la cual líderes de 189 países plantearon la consecución de ocho objetivos a trabajar, con miras a alcanzarlos para el año 2015. 

Estos objetivos representaron compromisos para reducir la pobreza extrema, el hambre, las enfermedades, la desigualdad de género, la falta de educación y la degradación medioambiental. Quince años después, en 2015, al cumplirse el tiempo para trabajar en los objetivos de desarrollo del milenio, y una vez evaluado el trabajo realizado, se planteó la creación de los objetivos de desarrollo sostenible, que son 17, y que buscan fomentar acciones centradas en las personas como promotores de estos 17 objetivos, a favor de ellos y de su desarrollo, a favor del planeta y de la prosperidad, con miras a lograr las metas planteadas para el año 2030.

Se puede observar la importancia que han tenido tanto los objetivos del desarrollo del milenio como los objetivos de desarrollo sostenible para propiciar condiciones que favorezcan el desarrollo de la persona, lo cual resulta uno de los fines de su creación. Por ello, vemos que el arte es una pieza indispensable para que las personas puedan lograr su desarrollo integral.

La cultura y el arte tienen el potencial de transformar a las personas, y por ello resulta preciso que los objetivos de desarrollo sostenible sean promovidos de la mano de la responsabilidad social mediante la ópera como expresión artística. La cultura se puede aplicar de forma transversal, de acuerdo a los siguientes objetivos de desarrollo sostenible: 11) ciudades y comunidades sostenibles; 16) paz, justicia e instituciones sólidas; y (de manera aún más clara), 4) educación de calidad, en donde incluso una de sus metas lo menciona de manera específica.

“Meta 4.7. De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible.”

En ese sentido, también aplica de forma lateral, ya que podemos ver al arte involucrado en el objetivo de desarrollo sostenible número 3 (salud y bienestar), toda vez que una de sus metas plantea fortalecer la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias adictivas, como lo es el uso indebido de estupefacientes y el consumo nocivo de alcohol. Una buena manera de lograrlo podría ser mediante la arteterapia, la cual consiste en usar el proceso creativo para estimular y generar bienestar físico, mental y emocional en las personas. 

En años recientes se ha trabajado en rehabilitar a las personas para inhibir el consumo de drogas. Por medio del arte se ha logrado su bienestar, reemplazando la adicción por la construcción artística que les permite expresarse saludable y creativamente.

En conclusión, podemos afirmar que el arte y la responsabilidad social mantienen vínculos estrechos que permiten alcanzar el desarrollo sostenible. Cada persona —por medio de la responsabilidad social individual—, y especialmente el artista, puede lograr ante los espectadores de su obra el poder de comunicar y educar.

Compartir: