Lady Macbeth de Mtsensk: el caos según Stalin

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Dmitri Shostakóvich (1906-1975)

Por vez primera en México, la Ópera de Bellas Artes presentará próximamente la obra maestra de Dmitri Shostakóvich, Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk en una coproducción con el Teatro Municipal de Chile, con dirección escénica de Marcelo Lombardero y dirección musical de Jan Latham-Koenig.

Del libro Testimonio, que contiene las memorias de Dmitri Shostakóvich (1906-1975) editadas por Solomon Volkov [los demás textos citados en cursivas en este artículo provienen de la misma fuente]:

El artículo en la tercera página de Pravda cambió por entero mi existencia. Se publicó sin firma, como un editorial; es decir, expresaba la opinión del partido. Pero en realidad expresaba la opinión de Stalin, y eso era mucho más importante. (…) El título Caos en vez de música también le pertenece a Stalin. El día anterior, Pravda había publicado los brillantes comentarios del líder y maestro sobre las líneas generales de los nuevos libros de texto sobre historia, y aquí también habló de caos. (…) Y sí, la ópera fue retirada de los escenarios. Se organizaron reuniones para meterles a todos en la cabeza el “caos”. Todo mundo me dio la espalda. Había una frase en el artículo que decía que “esto puede terminar muy mal”. Todos estaban esperando que llegara ese mal fin. Todo siguió como en una pesadilla. Uno de mis amigos, a quien Stalin conocía, pensó que podía ayudarme, y le escribió una carta desesperada a Stalin. En su carta sostenía que Shostakóvich no era del todo un alma perdida, y que además de la depravada ópera Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk, que fue criticada con perfecta justificación por nuestro glorioso órgano Pravda, Shostakóvich también había escrito varias obras musicales en las que cantaba las loas de nuestra patria socialista.

El artículo mencionado representa uno de los momentos más terribles en la vida de Shostakóvich y es, además, una acabada muestra del sórdido mundo de las relaciones entre el poder y el arte, en particular sobre la censura y todo aquello que se refiere al control del arte (y el artista) por parte del Estado. De igual importancia es el hecho de que el artículo de Pravda y las palabras de Shostakóvich se refieren a una de las obras más destacadas del compositor ruso, una ópera fundamental del siglo XX que no recibe la atención, difusión y análisis que merece. La historia es, ciertamente, compleja…

Nikolái Léskov (1831-1895) autor de la novela Lady Macbeth de Mtsensk

Hacia 1930, Shostakóvich se encontraba considerando componer una nueva ópera, y la búsqueda de un tema adecuado lo llevó a la lectura de la novela Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk de Nikolái Leskov, en una edición que le llamó particularmente la atención por las ilustraciones de Borís Kustódiev. Entusiasmado con la historia, el compositor pidió un libreto a Aleksandr Preis, quien había colaborado en la redacción del libreto de su primera ópera, La nariz (1927-28). [Los otros libretistas de La nariz fueron Evgeny Zamyatin y Georgi Ionin.]

Shostakóvich puso manos a la obra pero la composición de la ópera no prosperó con la fluidez deseada debido a otros compromisos creativos, especialmente en los ámbitos del ballet y la música de cine. Durante el proceso de composición, Shostakóvich terminó de enamorarse de Nina Varzar, a quien había conocido unos años antes, y finalmente se casó con ella en mayo de 1932. [Nina Varzar fue la madre de los dos hijos de Shostakóvich, Galia y Maxim. Después de la muerte de Nina, el compositor se casó dos veces más, con Margarita Kainova y con Irina Supinskaya.]

Unos meses más tarde, en Leningrado, el compositor puso la fecha de conclusión (17 de diciembre de 1932) en la partitura de su nueva ópera, con una dedicatoria: A Nina Vassilievna Varzar.

Trabajé en Lady Macbeth por casi tres años. Yo había anunciado una trilogía dedicada a la posición de la mujer en varias eras en Rusia. El argumento de Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk está tomado del cuento homónimo de Nikolái Leskov. El cuento asombra al lector por su vividez y profundidad inusuales; y en cuanto que es el retrato más veraz y trágico del destino de una mujer inteligente, talentosa y sobresaliente que “se muere en las condiciones de pesadilla de la Rusia pre-revolucionaria”, como se dice, esta historia es, en mi opinión, una de las mejores.

Ese cuento vívido y profundo narra la trágica historia de Katerina Izmáilova, una mujer de fuerte carácter que, aburrida de la vida campesina y de su inútil esposo, se hace amante de Serguéi, un obrero. El suegro de Katerina intenta oponerse a esta relación, y la mujer lo envenena. Más tarde, en complicidad con Serguéi, Katerina mata a su marido. Descubierto el crimen, ambos son enviados a Siberia. En la caravana de prisioneros que los conduce a ambos hacia allá, Serguéi se enreda con otra mujer, Sonietka. Furiosa, Katerina agrede a Sonietka cuando la caravana va sobre un puente; ambas caen al río y se ahogan. La caravana sigue su melancólico trayecto hacia los campos de trabajos forzados.

Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk se estrenó en el Teatro de Arte de Moscú, fundado por Vladímir Nemiróvich Dánchenko (1858-1943)

Numerosas complicaciones artísticas, políticas y burocráticas retrasaron varias veces el estreno de Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk. Finalmente, esta singular ópera subió a escena por primera vez en Leningrado el 22 de enero de 1934, y al día siguiente se estrenó en Moscú bajo el título de Katerina Izmáilova. [Se trataba estrictamente de la misma ópera. Shostakóvich revisó la partitura de Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk hasta 1956, y la obra revisada se estrenó en Moscú, ya con el nuevo título de Katerina Izmáilova, el 8 de enero de 1963.]

El éxito fue inmediato y general, y en los primeros meses de la vida de su segunda ópera, Shostakóvich realizó algunos cambios menores que apuntaban, sobre todo, a ayudar a clarificar el sentido de algunas escenas, cuya percepción por parte del público y la crítica apuntaba hacia cierta ambigüedad de concepto y realización. En apenas unos meses, la ópera despertó tal curiosidad que numerosos directores y casas de ópera se interesaron en ella, y al poco tiempo comenzaron las representaciones (algunas, fragmentarias; otras, integrales) en diversas ciudades de Europa y Estados Unidos, así como reestrenos en Leningrado y Moscú. Todo ello dio como benéfica consecuencia un renovado interés en el resto de la obra de Shostakóvich.

La ópera fue un gran éxito. Yo no lo mencionaría, claro, pero los eventos posteriores lo cambiaron todo. Todo mundo olvidó que Lady Macbeth se puso en escena durante dos años en Leningrado y dos años en Moscú bajo el título de Katerina Izmáilova en el teatro de Nemiróvich-Dánchenko. También fue producida por Smolich en el Bolshói. Los corresponsales obreros escribieron cartas furibundas sobre La nariz. Y los ballets La edad de oro y El perno también fueron denunciados de mil formas. Pero no fue así con Lady Macbeth. Tanto en Leningrado como en Moscú la ópera se ponía varias veces a la semana. Katerina Izmáilova se puso casi cien veces en dos temporadas en lo de Nemirovich-Danchenko, y casi tan seguido en Leningrado. Podría decirse que eso es bueno para una ópera nueva.

El 26 de enero de 1936 Shostakóvich se hallaba en Moscú y fue invitado a asistir en el Teatro Bolshói a una representación de su ópera. Esa noche, en el palco oficial, se encontraba lo más denso y granado de la nomenklatura soviética: además de Stalin, ahí estaban Anastás Mikoyán (Comisario del Pueblo, miembro del Politburó, diplomático); Viacheslav Mólotov (Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y más tarde Ministro de Relaciones Exteriores); y Andréi Zhdánov (guardián de la pureza ideológica de la URSS, esbirro cultural de Stalin y autor del infame Decreto de 1948). [En algunas fuentes se menciona solo la presencia de Stalin, Mikoyán y Zhdánov. El Decreto de 1948, ostensiblemente dirigido contra la ópera La gran amistad del compositor georgiano Vano Muradeli (1908-1970), fue en realidad el inicio oficial de la campaña de “anti-formalismo”; es decir, la directriz del Partido Comunista en contra de todo arte por sí mismo, sin “utilidad social inmediata”.]

Iósif Stalin (1879-1953)

En contra de la costumbre, Shostakóvich no fue llamado al palco oficial, lo que en sí mismo era un presagio ominoso. El presagio se convirtió, dos días después, en una terrible realidad; el día 28 se publicó en Pravda el famoso (e infame) artículo mencionado por Shostakóvich en el texto citado más arriba, en el que se atacaba sin misericordia al compositor y a su ópera. [Algunos autores han especulado sobre la posibilidad de que el autor del artículo haya sido (bajo consigna estricta de Stalin y Zhdánov) un tal David Saslavski, escritor muy menor, de alquiler al sistema, que fue premiado por sus corruptos servicios con un alto puesto en la redacción de Pravda.]

Se dice que Shostakóvich leyó el artículo en una estación ferroviaria moscovita, mientras esperaba el tren a Arkhangelsk. En el ámbito de terror ideológico y cultural creado por Stalin y supervisado por Zhdánov, el contenido del artículo Caos en vez de música equivalía casi a una sentencia de muerte, si no física, al menos sí social y profesional. El artículo es extenso, complejo, cruel y agresivo, y a falta de espacio para citarlo aquí íntegramente —el lector interesado puede consultar el artículo íntegro Caos en vez de música en el libro Shostakóvich, su vida, su obra, su época, de Krszysztof Meyer (Alianza Música, Madrid, 1997; pp. 174-175)—, bien vale la pena hacer una radiografía del texto enumerando las palabras y expresiones clave que contiene, que son más que explícitas por sí mismas: sonidos disonantes y caóticos, jirones de melodías, ruidos, crujidos, gritos, cacofonía, delirio rítmico, meyerholdismo [en referencia a la cercanía de Shostakóvich con el actor, director teatral e intelectual Vsévolod Meyerhold (1874-1940), quien como opositor a los dictados del realismo socialista fue encarcelado y fusilado por órdenes de Stalin], caos de izquierda, recursos triviales, intentos formalistas, carácter pequeñoburgués, esterilidad, pretenciosos ensayos de originalidad, disonancia, afán desmedido de novedades, desviación del arte, música nerviosa, espasmódico, histérico, jazz, naturalismo vulgar, burdo, primitivo, trivial, graznidos, gemidos, jadeos, esteticismo, gusto deteriorado, barbarie, grosería en el arte, primitivismo, degenerado, estridente, neurasténico, gusto degradado, público burgués… Cabe anotar que varios de estos términos se repiten a lo largo del artículo de Pravda.

A la distancia, se antoja un milagro que Shostakóvich no haya muerto de un infarto fulminante en la estación de tren. Se dice, sin embargo, que al terminar la lectura se quitó las gafas, inclinó la cabeza y se puso a sollozar. Y, tal como lo describe el compositor líneas arriba, de inmediato se organizó una cargada de lambiscones oficialistas en su contra; aparecieron otros artículos denigrantes, se organizaron sesiones de análisis en toda clase de comités obreros para desmenuzar y condenar su música, y se dio tribuna a todo aquel que quisiera atacar a Shostakóvich (incluido un buen número de examigos).

Shostakóvich dedicó Lady Macbeth a su futura esposa, Nina Varzar

Para contar la potente e inquietante historia de Leskov adaptada por Preis, el compositor creó una música muy expresiva y de gran aliento dramático, en un estilo inconfundiblemente suyo y de una modernidad sin concesiones, a la vez que incorporaba algunos elementos tradicionales de la ópera. Es posible, quizá, localizar el espanto de la alta burocracia soviética ante esta gran ópera en cuatro de sus elementos básicos: la modernidad sonora mencionada, las complejas relaciones de clase que plantea el libreto, la toma de posición de Shostakóvich en favor de su protagonista y, de modo muy importante, el erotismo abierto con el que se expresa la relación entre Katerina y Serguéi. [Se puede consultar otra diatriba contra estas características de la ópera en el libro Lexicon of Musical Invective, de Nicolas Slonimsky (University of Washington Press, Seattle, 1953; pp. 175-176).]

Todavía se debaten (y se trata de un debate muy complejo) las razones por las que Stalin no mandó detener y deportar a Shostakóvich después del artículo de Pravda. El caso es que los años siguientes fueron un verdadero tormento para el compositor quien, en los meses posteriores a la publicación, logró reunir fuerzas para terminar su enorme Cuarta Sinfonía (1936); sin embargo, sus propias dudas y el ambiente de linchamiento que se había generado a su respecto hicieron que Shostakóvich cancelara el estreno de esta magnífica obra, que no se escuchó sino hasta 1961, ocho años después de la muerte de Iósif Vissariónovich Dzugashvili, alias Iósif Stalin. De hecho, a pesar del terror, Shostakóvich no dejó de componer; en los años subsecuentes escribió un buen número de obras que guardó en el cajón, por instinto de supervivencia, y que solo dio a conocer después de la desaparición del dictador. Como él mismo lo dijo: “Si me cortan las manos, tomaré la pluma entre los dientes y seguiré escribiendo música”.

Después de la publicación del artículo en Pravda, Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk no volvió a ser representada en la Unión Soviética durante más de un cuarto de siglo. Shostakóvich no volvería a componer una ópera.

Dediqué Lady Macbeth a mi novia, mi futura esposa, así que naturalmente la ópera también trata del amor, pero no solo del amor. Se trata también de cómo pudo haber sido el amor si el mundo no estuviera lleno de cosas viles. Es la vileza la que arruina el amor. Y las leyes y las convenciones y las preocupaciones financieras y el estado policiaco. Si las condiciones hubieran sido diferentes, el amor habría sido diferente también.

Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk
(Леди Макбет Мценского уезда)
Ópera en cuatro actos
Libreto en ruso: Aleksandr Preis y Dmitri Shostakóvich, sobre la narración homónima de Nikolái Leskov
Música: Dmitri Shostakóvich (1906-1975)
Estreno: 22 de enero de 1934, Pequeño Teatro, Leningrado
Director concertador: Samuil Samosud

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