Las tribulaciones de una cantante free-lance en la Alemania del coronavirus*

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Los teatros… vacíos

Mayo 4, 2020. Después del confinamiento decretado en Alemania a partir del 13 de marzo por la pandemia de Covid-19, y luego del anuncio por parte del gobierno de ofrecer apoyo financiero temporal (tres meses) a autoempleados independientes — o free-lancers— (artistas incluidos), una amplia oferta de actividades artísticas febriles inundó el mundo de internet. Cantantes, bailarines, artistas y actores cantaron, bailaron, pintaron y actuaron su vida en línea, en tiempo real o a través de videos pregrabados y de forma gratuita, como un intento de resistir el estado de inactividad. 

El público encerrado aplaudió, animó y envió miles de “likes” y corazones rojos a los artistas e intérpretes desempleados. A pesar de todo este estallido de creatividad y reconocimiento público, las artes y los artistas —como contribuyentes relevantes del sistema para la sociedad— no fueron atendidos por el gobierno en sus necesidades y desafíos directos durante más de dos meses. La atención principal del Estado, los medios y las redes se dedicaron a informar a la población sobre el virus y las medidas previstas para mantener a la gente lo más segura y saludable posible. La inteligente y muy efectiva estrategia anticoronavirus ejecutada por el gobierno alemán ha resultado en el manejo exitoso de la crisis y en la reducción del número de infectados y enfermos en comparación con Italia, Francia y España. 

A principios de mayo, Alemania entró en la siguiente fase de relajación paulatina de las restricciones, al suavizar las regulaciones de distanciamiento social y la reapertura paso a paso de instituciones y lugares públicos como restaurantes, bares, escuelas, guarderías seleccionadas, museos, bibliotecas y —próximamente— gimnasios y tiendas en centros comerciales. Sin embargo, las instancias y lugares culturales y escénicos no estaban en esa lista, y esto provocó un escándalo en la prensa, las redes sociales y en la gente del ámbito cultural. 

La indignación ha crecido aún más después de que el gobernante de un estado del sur de Alemania —donde la cultura y las artes escénicas constituyen uno de los sectores que generan importantes ingresos estatales— no pudo dar respuesta a la situación de las instituciones culturales, y en su lugar habló del futbol y las festividades de la cerveza. Teniendo en cuenta que el sector cultural en Alemania genera ingresos por más de 100,500 millones de euros y más de 140 millones de visitantes (mientras que el futbol solo contribuye con 22,000 millones), dicha negligencia fue percibida por muchos como una bofetada y, en consecuencia, el gobernante mencionado experimentó en carne propia el poder y la fuerza de la libertad de expresión. Se disculpó y reconoció a la cultura y a los trabajadores de la cultura como un pilar esencial de la sociedad democrática moderna alemana, prometiéndole una ayuda rápida y efectiva. 

Incluso, la canciller federal, Angela Merkel, se sintió obligada a abordar el tema de la cultura y los artistas en un video en el que aseguró que el sector cultural estaba «hasta arriba en la lista de prioridades, porque el objetivo es que nuestro diverso panorama cultural pueda continuar existiendo incluso después de superar la pandemia…» Aunque tuvo que admitir que será una tarea difícil y que «para algunos, será más difícil aun, especialmente para quienes organizan grandes conciertos y festivales». 

Más allá de las declaraciones de Merkel, muchos —de hecho, casi todos los teatros y festivales en Alemania— han cancelado sus temporadas actuales. Uno de los primeros en hacerlo fue el Festival de Bayreuth, cuya audiencia consiste mayormente de aficionados de la llamada población en riesgo, mayor de 60 años de edad. Aquí y allá, algunos teatros más pequeños han seguido participando en programas experimentales en línea o a la distancia, pero en general la temporada ha terminado, y solo unos pocos festivales, entre ellos el de Salzburgo (que este año cumple 100 años desde su fundación), continuarán actuando a fines del verano con programas modificados y acotados. 

En este momento, los teatros están empezando a planear sus programas para la próxima temporada, que en muchos casos comienza el próximo mes de septiembre de 2020, con la esperanza de que para entonces la pandemia haya terminado y que el gobierno y las instituciones responsables presenten un concepto eficiente y práctico para la reapertura. 

Finalmente, la semana pasada las cosas comenzaron a avanzar en esta dirección. El Ministerio Federal de Cultura de Alemania emitió un plan básico para la reapertura gradual de las instituciones culturales. Se prevé que habrá eventos adaptados a las nuevas condiciones, con funciones a pequeña escala en lugares ya sea cerrados o al aire libre, con distanciamiento social, con elencos más pequeños, sin pausas, y con funciones de tiempo reducido a un máximo de 90 minutos. Se habla también de la posibilidad de ofrecer múltiples en un solo día. 

Por lo tanto, la próxima temporada probablemente estará dominada por programas como conciertos para un solista con piano, monólogos dramáticos o ensambles reducidos con un máximo de cinco artistas en el escenario. Estas limitaciones sin duda tendrán un gran impacto en la programación de las temporadas sinfónicas, operísticas y de ballet.

Ciertas recomendaciones desconcertantes e instrucciones provenientes de científicos y organizaciones sanitarias del gobierno sobre las reglas de distanciamiento social entre los intérpretes o cantantes de la orquesta, durante una función o concierto (con hasta cinco metros de distancia entre ellos), indican que muchos espectáculos de ópera, ballet, sinfonías o conciertos con coro regulares serán imposibles de realizar. 

Distancia social y cubrebocas: ¿El futuro?

En las últimas dos semanas, la incertidumbre sobre el futuro de las artes escénicas, y especialmente para los artistas independientes en Alemania, ha aumentado aún más. Algunas agrupaciones artísticas como el Ensemble Network temen que la crisis conduzca a menos producciones nuevas en la próxima temporada y que los elencos se construyan a partir de los miembros permanentes de los ensambles de las casas de ópera; los artistas invitados serán probablemente dejados de lado. 

El actual director ejecutivo de la Asociación Federal de Teatros y Orquestas de Alemania y sucesor de Rolf Bolwin, el abogado y politólogo Marc Grandmontagne, describió la situación de las próximas audiciones, especialmente al tratarse de artistas extranjeros, como “difíciles de predecir”. Primero, “la pandemia aún no ha terminado y siguen en vigor diversas prohibiciones de viajar, así como estrictas regulaciones de visas que aún se están aplicando tanto en los países de origen como en los países invitados. E incluso si uno pudiera viajar, debe tener en cuenta que tendrá que estar en cuarentena al menos 14 días en el país visitado, pagado con sus propios recursos». 

Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de futuros compromisos para los artistas invitados, nuevamente no pudo dar una respuesta clara ni pudo garantizar ninguna protección o apoyo de su organización, ya que «la situación legal no está clara … y, por lo tanto, no hay una solución uniforme». 

La autora de este artículo también fue informada por uno de los empleados del Ministerio de Cultura y Educación en Alemania que internamente no esperan ningún alivio importante en el campo de la cultura sino hasta finales de 2020. 

A pesar de ello, no todos ven la crisis provocada por esta pandemia como un desastre. Algunos de los intendentes y directores de las principales casas de ópera alemanas, como Bernd Loebe de la Ópera de Frankfurt, ven el resultado del Covid-19 más bien en forma positiva que negativa: «Una consecuencia de la crisis podría ser que los ensambles salgan más fortalecidos de esta crisis. Pero para las estrellas solistas que viajan puede ser que las tarifas de artistas invitados se depriman un poco”. 

De una forma u otra, está claro que por ahora los artistas hemos recibido una oportunidad única de revisar nuestros objetivos y preguntarnos sobre la legitimidad y la creencia en el camino elegido. Después de que el entusiasmo inicial se había atenuado luego del shock, una gran parte de los artistas y músicos se está preocupando por asuntos de la vida cotidiana y su supervivencia. Por ahora, la tarea más importante es mantener la calma y tratar de no verse demasiado afectado por las nuevas informaciones, a veces bastante controvertida y contradictoria, que aparece todos los días en la prensa y en internet. 

También se puede ver el lado positivo de esta crisis, ya que muchos de nosotros finalmente tenemos más tiempo para pasarlo con la familia, para ensayar en casa, para aprender música nueva y simplemente para dejar descansar nuestra voz. Solo esperemos que no sea por mucho tiempo…

[*Nota del editor: La soprano ucraniana Oxana Arkaeva, que canta ópera, opereta, oratorio y Lieder, es corresponsal de Pro Ópera en la región sur de Alemania.]

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