Anna Pirozzi: “Las primeras mujeres verdianas son más guerreras”

Anna Pirozzi: “Una voz lírica debe ser escuchada en un teatro y en vivo, mientras que un micrófono, ya sea por televisión o por streaming, es una barrera para la voz” © Victor Santiago

Tuvimos la oportunidad de charlar desde Milán con la encumbrada soprano italiana Anna Pirozzi. En un periodo bastante complejo para los espectáculos en vivo como el actual y con tantos teatros cerrados, debutó el pasado febrero de 2021 el rol de Elisabetta di Valois en Don Carlo en el Teatro Comunale Luciano Pavarotti de Módena.

Jordi Bernàcer dirige la Orchestra dell’Emilia-Romagna Arturo Toscanini:

Amelia en Un ballo in maschera en Parma (2013)

¿Nos podría hablar un poco de este evento? Y sobre todo de su relación con Verdi, ya que su música ha estado presente en su carrera, desde su debut como Amelia en Un ballo in maschera y hasta ahora.
Esperaba mi debut como Elisabetta desde hace mucho tiempo, y cuando me lo propusieron fui feliz. Debía de ser con escena y con vestuario… pero desgraciadamente, por el Covid, solo hicimos dos funciones via streaming. Obviamente se necesita mucho tiempo para entrar en el personaje, ensayarlo y probarlo vocalmente, pues es muy largo y difícil. La disposición de la gran orquesta que requiere Don Carlo en la platea, con los cantantes detrás del director en formato de ópera en concierto, fue muy difícil.

Pero Verdi me ha acompañado desde siempre, desde el inicio. Antes de Un ballo in maschera en mi debut en Turín, en 2012, ya había cantado en pequeños teatros de la periferia, donde hice muchas tablas. Incluso canté Nabucco —de hecho empecé con Abigaille—, y fue ahí cuando nació mi amor por Verdi. Se acomoda mucho a mi tesitura, por lo que interpreto muchos roles suyos, y es sin duda el compositor que más canto. [Pirozzi cuenta con 12 roles verdianos en su repertorio.]

Como Abigaille en Nabucco en Parma (2013)

Una de las máximas autoridades verdianas es sin duda Riccardo Muti. ¿Cómo fue para usted trabajar Verdi con él? ¿Por qué diría que es diferente hacerlo con él, respecto de cualquier otro director?
Digamos que él, siendo italiano, lo aprecia mucho más; trabaja mucho con el texto y la palabra. Quiere que se entienda bien el texto porque, con los cantantes líricos, el italiano se camuflajea por la forma en que impostamos la voz. Pero él trabaja mucho esto, así como los acentos y el fraseo, sobre todo lo que ha escrito verdaderamente el compositor. No te deja inventar nada; no te deja cambiar nada. Los ensayos musicales con él son de una riqueza increíble. Me gustó mucho nuestro Nabucco en Salzburgo y nuestro Ernani en Roma, pues hicimos juntos ambas óperas.

¿Cuál sería un común denominador entre las mujeres verdianas que ha interpretado? ¿En qué se parecen Abigaille, Aida, Lady Macbeth, Lucrezia Contarini, Amelia o Leonora?
Antes que nada, quiero hacer una separación entre el Verdi joven y el Verdi maduro. Digamos que las primeras mujeres verdianas son más guerreras, como Abigaille, Odabella, Lady Macbeth… Atraen más al poder, incluso la escritura es más pesada, con muchos saltos de octava, incluso de dos octavas, para evidenciar la violencia vocal que tienen. En el Verdi maduro, en cambio, el rol de la mujer es más femenino, más enamoradiza o propensa al amor; es más romántica, pero con coraje; incluso está dispuesta a morir, pero por amor.

¿Cómo fue su debut en el Teatro San Carlo, el teatro de la ciudad donde creció y que seguramente tanto anhelaba? Porque no representa lo mismo para cualquier cantante italiano que para una napolitana como usted.
¡Sí, esperé muchísimo para debutar ahí, en mi ciudad! Por fortuna pude hacerlo con Cavalleria rusticana y fue un éxito. Yo estaba emocionada y sentí al público conmigo. Obviamente, si eres de esa ciudad, te interesa mucho más debutar ahí, ¡sin mencionar la historia que tiene el Teatro San Carlo por los cantantes que han cantado ahí! Fue un gran privilegio y espero volver pronto. 

Aida en Madrid © Javier del Real (2018)

Hablando un poco del aspecto técnico, dado que usted es madre, ¿cuáles son —para bien o para mal— los cambios que sufre el cuerpo y la voz antes, durante y después del embarazo?
Antes, no sabría qué decir. Pero apenas quedas embarazada y hay un cambio hormonal que incide mucho en la voz, tanto para bien como para mal. Obviamente, el diafragma y la respiración cambian, porque, conforme el diafragma se alza, la respiración también es más alta y no se puede cantar como lo harías normalmente. Luego del cambio hormonal viene el físico, pero cuando nace el niño o la niña quedan cosas buenas, al menos para mí, porque efectivamente hay un cambio en la voz… Para ser más específica: se vuelve más “espesa” y eso le trae beneficios. Aconsejo a todas las sopranos y mezzosopranos, a cualquier cantante mujer, que tenga hijos, porque se puede cantar hasta muy avanzado el embarazo. En general, diría que el embarazo es un factor positivo.

Antes de subir al pináculo de la lírica mundial usted tuvo una relación muy estrecha con el deporte. ¿Esto influyó en alguna forma en su respiración, su desenvolvimiento en el escenario, etcétera?
Sí. Poco antes de empezar a cantar, hacía un deporte bastante violento: jugué rugby, que en realidad no es violento, pero comparado con el canto puede parecerlo. Cuando practicaba este deporte me rompí el tabique nasal y obviamente esto comprometió mi canto y mi respiración, por lo que tuve que tomar una decisión y dejar ese deporte que amo tanto. Pero el deporte, cualquier deporte, es importante en el canto, y especialmente es aconsejable un deporte más aeróbico; lo importante es hacer actividad física, porque la respiración también debe ser entrenada, haciendo incluso largas caminatas o andando en bici.

Como Lady Macbeth en su debut en el Met (2018)

Creo que ya pronto podremos decir que hay un antes y un después del Covid. ¿Cómo ve usted la situación actual, en que la vida profesional se volvió virtual? Ahora las clases son por Zoom y los conciertos, por streaming
Yo sufrí mucho en este periodo por la clausura de los teatros, sobre todo por la inactividad, pero las pocas cosas que hice —todas en streaming— las sufrí demasiado. La primera fue la falta del público, que para nosotros es importantísimo, porque cantar y expresarse sin alguien que lo reciba y que en su lugar haya silencio… es una cosa triste. La segunda son los sistemas de audio, pues van contra la voz humana, porque una voz lírica debe ser escuchada en un teatro y en vivo, mientras que un micrófono, ya sea por televisión o por streaming, es una barrera para la voz. 

Espero que regresemos cuanto antes a la normalidad y que se termine la era del streaming, porque el teatro se debe ver y disfrutar en vivo. Dar lecciones en línea también es super difícil, pues el audio va y viene, y no se escucha verdaderamente la voz natural. Según yo, no hay futuro —al menos para la ópera y la lírica—, no hay futuro con la tecnología, se necesita hacer todo en vivo, tanto cantar como enseñar.

Actualmente está usted muy activa como docente. He tenido la fortuna de presenciar varias de sus lecciones en las últimas semanas y me llama la atención una cosa: más alla de cómo canta un alumno o alumna, he visto cómo adecúa su pedagogía dependiendo del físico de cada alumno.
Yo no doy clases normalmente, pero en este periodo de contingencia pude enseñar porque estaba en casa. En breve regresaré de lleno a trabajar y obviamente podré dedicar menos tiempo a la docencia. Me han dicho que soy buena enseñando, y eso me da mucho gusto porque trato de ser muy sencilla al explicar, y lo que siento mientras canto trato de compartirlo con los demás. 

Tienes razón: me fijo siempre en el fisico y la postura, porque el cuerpo es la caja de resonancia de nuestra voz. Si no se usa correctamente, la voz también se verá afectada. La voz se construye dentro del cuerpo y, dependiendo del físico, se escucha la diferencia de la voz. Una como maestra debe aprender a darse cuenta de estas cosas.

Como Elvira en Ernani con Ildebrando d’Arcangelo (Silva) en Roma (2013)

¿Cuál es la ventaja de ser un docente en activo como usted, a diferencia de ser un maestro que tiene 10 años sin salir de su aula?
Para mí es una gran ventaja estar en plenitud de mi carrera, porque puedo poner el ejemplo: como el canto es imitación, el alumno puede imitar lo que hago yo de un ejemplo concreto.

¿Hay algún rol que aún no ha interpretado y que tenga muchas ganas de hacer?
Hay más de uno: el primero es Hélène de I vespri siciliani de Verdi. Y un sueño inconcebible que sé que nunca me ofrecerán —y lo sé porque estoy catalogada en cierto repertorio— es La traviata. Aunque no tenga los sobreagudos, cantar ese rol es mi sueño, al menos una vez en la vida o incluso solo grabarla.

La pregunta con la que cierro siempre: ¿hay algún aria para otro registro vocal que usted se lamenta que no haya sido escrita para soprano?
[Ríe.] Casi siempre diría que son las arias de tenor. Una, sin duda, es ‘Nessun dorma’ de Turandot o ‘E lucevan le stelle’ de Tosca. ¡Ay, dije dos de Puccini! En una otra vida me gustaría ser tenor. [Ríe.]

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