Arianna Vendittelli: “Elegir repertorio no es tan fácil como parece”
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Originaria de Roma, la joven soprano italiana Arianna Vendittelli ha logrado contar con una sobresaliente carrera que la ha llevado a debutar importantes papeles del repertorio operístico gracias a su particular timbre y a su amplio rango vocal. Se ha presentado en importantes escenarios de Italia y festivales de Europa, enfocándose en compositores como Mozart y Händel, música barroca en general, y —recientemente— en Rossini. Inició su carrera debutando en el Festival de Salzburgo bajo la dirección de Riccardo Muti, y hace un par de años visitó México, donde dio tres conciertos memorables con el célebre ensamble francés Les Musiciens du Louvre.
En esta entrevista Arianna habla sobre su carrera, su voz, los objetivos que se ha trazado, y la dirección que le quiere dar a su carrera.
¿Como se dio tu acercamiento al canto y por qué decidiste dedicarte al canto lírico?
Siempre me gustó cantar, según cuentan mis padres, y comencé casi de inmediato a cantar canciones y melodías. Durante mi infancia y adolescencia formé parte de coros de voces blancas y juveniles, pero mi verdadero acercamiento al canto lírico ocurrió más o menos a los 19 años. Decidí dedicarme a ser cantante lírica porque siempre me ha parecido que el canto es el arte que aprovecha a fondo las posibilidades de la voz humana; a su vez, la ópera me permite ofrecerlo al público a través de otra disciplina que siempre me ha fascinado: la actuación.
¿Cómo describirías hoy tu voz y cual sería la primera aria o papel que le harías escuchar a alguien que no ha tenido la suerte de haberte escuchado cantar?
Mi voz es muy especial y no es fácil de describir. De cualquier modo, puede ser considerada híbrida ya que, de hecho, he realizado con placer papeles de soprano lírico como también de mezzosoprano ligero. Realmente amo los personajes teatrales impetuosos que se expresan a través de la agilidad, destacando en el agudo como también en la tesitura central.
Por este motivo, les haría escuchar ‘Crude furie’ en Serse de Händel, como también el rol de Donna Elvira en Don Giovanni de Mozart; también, aunque aún no lo he debutado, el rol de Vittelia en La clemenza di Tito, que comprende lirismo, agilidad y grandes exigencias de extensión vocal, además de ser un personaje teatralmente fascinante.
¿Cómo resumirías tu trayectoria?
Comencé el estudio del canto a los 19 años y debuté a los 23 años en la cantata sacra La Betulia liberata de Mozart bajo la dirección del maestro Riccardo Muti en Salzburgo.
A partir de ese momento, Mozart ha sido el compositor que más he cantado. Te puedo citar: Vesperae solennes de confessore y la Misa en do menor; los papeles de Aminta en Il re pastore en Trieste; Despina en Così fan tutte en el Regio de Turín; Zerlina en Don Giovanni en el Festival dei Due Mondi en Spoleto bajo la dirección de James Conlon; la Contessa en Le nozze di Figaro en Tenerife y Bolonia; Fiordiligi en Cosí fan tutte en el Teatro Olímpico de Vicenza, y posteriormente en Ravenna, Piacenza, Novara y en el circuito de teatros de Las Marcas en la espléndida producción de Pier Luigi Pizzi; Donna Elvira en Don Giovanni en Vicenza, Bremen y en el Festival de Beaune; así como un maravilloso recital de grandes arias de este compositor con la Münchner Rundfunkorchester.
Händel ha comenzado a ser, felizmente, un punto de referencia para mí, ya que además de una fantástica gira por México con cantatas händelianas y la orquesta francesa Les Musiciens du Louvre dirigida por Francesco Corti, tuve el placer de debutar en Rodrigo, su primera ópera estrenada en Italia en 1707, el papel de Florinda en el Festival de Beaune, Francia, con Thibault Noally, así como el rol protagónico de Serse (1738) bajo la dirección de Ottavio Dantone en Rávena, Piacenza, Módena y Beaune. Muy pronto debutaré el papel de Armida en Rinaldo (1711) en Lausana, Suiza, con un elenco increíble.
Pero uno de mis sueños ha sido siempre poder cantar las obras serias de Rossini. Ya debuté Matilda en Elisabetta, regina d’Inghilterra con el director Jean-Christophe Spinosi, Amaltea en Mosè in Egitto en el San Carlo de Nápoles, dirigida por Stefano Montanari; y uno de mis más grandes anhelos que se hizo realidad: el de Ermione, un papel muy intenso y arduo compuesto para Isabella Colbran, que interpreté también en el San Carlo de Nápoles, en noviembre de 2019, bajo la dirección musical de Alessandro de Marchi y la escénica de Jacopo Spirei.
Mencionaste que al inicio de tu carrera debutaste en el Festival de Salzburgo bajo la dirección de Muti, un gran paso para una artista joven. Imagino que ese debe ser uno de los momentos más importantes de tu carrera. ¿Hay otros momentos para ti tengan un significado especial?
Fue verdaderamente una gran experiencia y tengo un muy grato recuerdo, ya que esa fue la primera producción operística de mi vida. Otros momentos que considero también como puntos altos e importantes han sido un concierto en 2016 en el Prinzregententheater de Múnich, con Alessandro de Marchi dirigiendo a la Münchner Rundfunkorchester, en un programa en el que canté, como única solista, arias de Fiordiligi, Donna Elvira, Cherubino y Zerlina; también te diré que la puesta en escena de Orphée et Eurydice de Gluck en el festival de Baden-Baden, con la dirección escénica del bailarín y coreógrafo John Neumeier fue importante, y La Semele de Hasse en el Theater an der Wien, que me permitió cantar por primera vez una ópera de este extraordinario compositor que deseo poder encontrar de nuevo más adelante en mi carrera.
¿Cuál crees que es el desafío más difícil en la profesión de cantante de ópera?
Poder comprender cuál es el repertorio ideal; así como las propias cualidades técnicas adquiridas sin dejar de ser fiel a la idea de que la voz está en constante evolución. Elegir repertorio no es tan fácil como parece.
¿Quién o quiénes han influido positivamente tu carrera y cuál es el consejo más útil que te han dado?
Mis padres, que continuamente me han apoyado y que igualmente siempre han estado junto a mí. También mi maestra, Mariella Devia, con quien puedo contar en todo momento, en lo técnico y en lo humano; y mi pareja, que me impulsa siempre y me lleva de la mano en este bellísimo recorrido. También algunos de mis más queridos amigos cantantes con quienes hablo frecuentemente y no solo de canto. Por otro lado, no sabría decirte si me han dado un consejo que haya influido positivamente mi carrera. Creo que hay un cúmulo de enseñanzas que he cosechado y que se pueden resumir en tres puntos fundamentales: estudiar siempre para mejorar, perseverar, a pesar de las dificultades ligadas a este magnífico trabajo, y amar lo que uno está haciendo.
Has interpretado, como ya señalaste, varios roles de Mozart ¿Cuáles te han dado mayor satisfacción? En tu experiencia, ¿qué características piensas que debe tener un buen intérprete de este estilo y repertorio?
Mozart siempre me ha acompañado y me ha enseñado mucho. De los papeles favoritos, te diría que son Fiordiligi y Donna Elvira. El primero porque siempre me ha exigido mucho, y ha crecido conmigo a través de las producciones en las que he participado. También me ha hecho sufrir en ocasiones, pero siempre ha logrado regalarme momentos especiales y grandes satisfacciones personales. Por su parte, el segundo, Donna Elvira, por la composición y el personaje teatral que es. Con mi debut en este papel seguramente se ha dado el inicio de un nuevo periodo técnico personal. Descubrí tanto de mí misma que puedo hablar de un antes y un después de Don Giovanni.
Para contestar la segunda parte de la pregunta, creo que un buen intérprete mozartiano debe ser fiel a la partitura, estar bien preparado musical y técnicamente, y ser un buen actor. Aunque también, si inicialmente no se poseen todas estas cualidades, es el papel mismo, si se trata de la vocalidad adecuada, el que obliga a la transformación en esa dirección.
¿Entre todos los personajes que has interpretado hasta hoy, ¿cuál es el que más te ha gustado y con cuál te has identificado más?
El año pasado debuté mi primer rol en travesti en una producción operística. No creía que fuera a ser uno de los papeles con el cual me iba a identificar tanto. Pero así fue, y es el emperador Serse en la magnífica ópera de Händel. Obviamente, también el papel de Ermione, que ya mencioné antes, fue una gran meta para mí después de tanto estudio, y por ello considero que es un papel que me representa o que por lo menos representa mi futuro.
¿Qué papeles te gustaría afrontar más adelante?
De hecho, me gustaría mucho aventurarme en el camino de los personajes rossinianos escritos para la célebre Isabella Colbran. De manera paralela, me gustaría interpretar los grandes roles de Gluck como: Alceste, Iphigénie (en Tauride), etcétera. Creo que ese sería el camino justo para mí.
Tu carrera ha estado estrechamente ligada a la música barroca. ¿Qué es lo que te atrae de este género y repertorio tan particular?
Siempre me ha atraído la música barroca, porque me ha dado también muchas satisfacciones, como la posibilidad de conocer a grandes artistas y debutar papeles fastuosos. En 2015, cuando gané el premio del público en el Concurso Cesti de Innsbruck, inicié un recorrido —que en parte era una continuación, porque en mis primeros años de carrera había ya cantado muchísimo repertorio barroco en concierto— que ha influido positivamente en mi carrera, tanto en el repertorio antiguo como en el clásico; así que le debo mucho al Innsbrucker Festwochen y a su director musical Alessandro De Marchi por esto.
¿Piensas que este tipo de música te da mayores posibilidades y libertad interpretativa, ya que no se sabe exactamente cómo se cantaba en el pasado?
Creo que la libertad interpretativa deriva siempre de la precisión, del refinamiento técnico, y del respeto a la partitura. Por lo tanto, no sé exactamente si haya más libertad interpretativa de la que pueda haber, por ejemplo, en el periodo clásico o en el bel canto.
Mencionaste como algo importante en tu carrera la gira que realizaste a México en octubre de 2018 con Les Musiciens du Louvre con los conciertos en el Teatro Juárez de Guanajuato durante el Festival Cervantino, así como en Monterrey y en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México. ¿Qué recuerdos o experiencias te llevaste de aquella visita a nuestro país?
La experiencia en México ha sido una de las sobrecogedoras de mi vida, y no estoy exagerando. Los meses posteriores fueron un eterno recuerdo de esos encantadores diez días, por los lugares que pude visitar y conocer, la luminosidad, la comida, los teatros, el Festival Cervantino, las bellísimas cantatas de Händel… y sobre todo el calor y la participación del público que me llenó los ojos y el corazón. ¡Fueron tres conciertos inolvidables!
En aquellos conciertos cautivaste con tu interpretación de las cantatas Crudel tiranno amor, HWV 97 y Delirio amoroso (Da quel giorno fatale) HWV 99, así como otras arias y recitativos de Händel. ¿Cómo definirías tu relación con este compositor y cuáles consideras que son las dificultades de interpretar este tipo de obras concebidas para ser cantadas por castrati?
Las obras concebidas para ser cantadas por castrados son siempre arduas, pero a mi parecer es exactamente eso lo que las torna fascinantes. Los cambios continuos de tesitura, la agilidad, las delirantes arias de furia y los momentos conmovedores son siempre retos que acepto con gusto y que me gusta superar. En relación con Händel, sin olvidar que sus personajes están bien caracterizados y por ello son muy interesantes de personificar, es ya uno de mis compositores preferidos y deseo interpretar muchos de sus papeles masculinos y femeninos durante toda mi carrera.
De acuerdo con tu experiencia, ¿qué piensas al respecto de que las óperas barrocas, antiguas o poco conocidas deban ser interpretadas primordialmente en versión de concierto en vez de en producciones escénicas, para que el artista pueda cantar y expresarse con mayor libertad y concentrase en el canto y en la música?
No sabría decírtelo, porque no menosprecio las óperas en concierto, pero la interpretación escénica también forma parte de la ejecución de una obra y no cambia mucho desde ese punto de vista. En lo personal, yo prefiero siempre la ópera realizada sobre un escenario; del repertorio que sea.
¿Cómo es Arianna en el día a día, qué tipo de música escuchas y qué hobbies tienes? ¿Qué cosas te apasionan fuera de tu trabajo en la música?
Últimamente, a causa del confinamiento, me nació una gran pasión por las plantas. Me encanta cuidarlas, alimentarlas, verlas crecer y descubrir también el mundo de los insectos que las habitan, ya sean parásitos o depredadores. Incluso, aunque no lo hago muy a menudo, me gusta el senderismo o trekking de alta montaña. Sin embargo, hablando de música, me gusta mucho escuchar a cantautores italianos y franceses, jazz, punk y la música tradicional y folclórica italiana y del mundo.
¿Cómo has manejado tu tiempo durante esta pausa inesperada y forzada para tu beneficio personal o artístico?
No ha sido fácil para mí, pero he seguido tomando clases en línea con mi maestra y he estudiado un par de roles que sueño cantar, como también algunas otras cosas que probablemente nunca cantaré.
¿Podrías compartir alguna reflexión sobre el mundo de la lírica de hoy?
Solo deseo que este periodo dramático —que ha sacado a la luz los antiguos problemas contractuales de nuestra categoría de trabajadores— nos conduzca a encontrar soluciones y no a empeorar nuestras condiciones de trabajo. Creo que las fuerzas y las voces renovadoras de la nueva generación, si no se asfixian, pueden traer cambios sustanciales en el modo de vivir el mundo de la lírica.
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