
Emmanuel Franco—Un Leporello mexicano en Sevilla

Emmanuel Franco: «Europa ofrece muchos teatros y oportunidades, aunque con sus propios retos» © Hans Schellevis
El barítono mexicano Emmanuel Franco se prepara para un hito en su carrera: debutará como Leporello en la ópera Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart, en el reconocido Teatro de la Maestranza de Sevilla, España, los días 10 y 12 de octubre de 2025. Este rol, que combina significativos retos vocales y actorales a través de picardía, comicidad y pragmatismo, marca su primera incursión en el fiel, pero sufrido criado del arquetípico protagonista, en la cuna misma del mito donjuanesco.
Con este estreno, Franco inicia una temporada con acento español, que lo llevará también de regreso a la Ópera de Oviedo y al Ambigú del Teatro de la Zarzuela en Madrid, consolidando su presencia en los escenarios europeos.
Nacido en Tijuana, Baja California, Franco ha forjado una carrera internacional desde su base en Ámsterdam, ciudad donde reside desde hace varios años. Formado en el San Francisco Conservatory of Music y la Dutch National Opera Academy, su voz brillante y dotes actorales, como ha valorado la crítica especializada, lo han convertido en un intérprete destacado del repertorio belcantista, especialmente de Rossini, con roles como Figaro en Il barbiere di Siviglia, Dandini en La Cenerentola y Taddeo en L’italiana in Algeri.
Su versatilidad lo ha llevado a escenarios como el Festival Rossini in Wildbad (Alemania), el Royal Opera Festival de Cracovia (Polonia) y el Teatro Carlo Coccia de Novara (Italia), además de propiciar colaboraciones para el sello NAXOS, bajo batutas como las de Gianluigi Gelmetti, Antonino Fogliani y José Miguel Pérez-Sierra.
Franco también lleva la zarzuela en las venas, un género que le apasiona y que ha defendido con brío en roles como Vidal en Luisa Fernanda y Juan de Eguía en La tabernera del Puerto, este último en el Festiwal Im. Jana Kiepury en Polonia con la Filarmónica de Cracovia. Su experiencia incluye también óperas de Gaetano Donizetti, Giacomo Puccini, e incluso obras como Carmina Burana de Carl Orff o el Requiem de Mozart. Su paso por el Opera Studio de la Opéra National du Rhin y producciones como Don Carlo y Le nozze di Figaro en Alemania, refuerzan su perfil como un artista completo y en ascenso continuo.
En esta entrevista exclusiva para los lectores de Pro Ópera, Emmanuel Franco comparte su entusiasmo por encarnar a Leporello en Sevilla, su conexión con el repertorio mozartiano, rossiniano y latinoamericano, sus reflexiones sobre el panorama operístico actual, y su vida como mexicano-holandés en Ámsterdam, que lleva su alma tijuanense a cada escenario europeo en el que se presenta.
Y es que el barítobo no oculta su entusiasmo por debutar como Leporello en el Teatro de la Maestranza, un suceso en su carrera que combina la majestuosidad del coliseo sevillano con la riqueza de Don Giovanni, una ópera que considera “la cereza del pastel” por su profundidad psicológica y musical.
“Estoy emocionado por cantar en una de las catedrales de la ópera en España, en Sevilla, cuna del mito de Don Juan”, afirma el cantante. La ciudad, escenario de inspiración para compositores como Mozart, Rossini, Beethoven y Verdi, le ofrece un entorno único: “En mis días libres, busco la casa de Donna Elvira, el balcón de Rosina, el Alcázar sevillano. Es una experiencia que me conecta con la historia lírica”.
El rol de Leporello, que describe como “un personaje bufo por excelencia, pícaro, observador, cobarde y pragmático”, se alinea perfectamente con su madurez vocal y actoral. Tras una década de experiencia con Mozart (incluyendo el Conde Almaviva en Le nozze di Figaro y Guglielmo en Così fan tutte), Franco encuentra en Leporello ecos de su repertorio rossiniano: “Sus matices ágiles, con allegros y silabatos, me resultan cómodos y divertidos. Hace diez años no hubiera podido abordarlo con esta seguridad”.
Su preparación ha sido intensa, guiada por el maestro mexicano Iván López Reynoso y Mariano García Valladares —concertador que se hará cargo del segundo elenco, en el que participa Franco—, quienes dirigen musicalmente la producción. Y, de igual manera, por la directora de escena Cecilia Ligorio, cuya visión intelectual y física le fascina. “Cecilia nos lleva al ‘porqué del porqué’, conectando la psicología del personaje con un trabajo escénico dinámico: un escenario giratorio, muros que atravesamos, 30 metros de movimiento. Es un placer”, asegura.
Esta producción de la Oper Köln, con un elenco que incluye a Jan Antem (Don Giovanni), Bryndís Guðjónsdóttir (Donna Anna) y a la soprano, también mexicana, Karen Gardeazabal (Donna Elvira), promete ser el inicio de su madurez artística.
Franco destaca la sinergia con sus colegas, especialmente con Antem, con quien comparte una afinidad por el bel canto: “Los ensambles, como el sexteto del primer acto, fluyen naturalmente porque venimos del mundo rossiniano”. Su debut en Sevilla no solo refuerza su presencia en España, sino que abre una temporada vibrante con proyectos en Oviedo (Carmen) y el Teatro de la Zarzuela (recital Alma Latina), llevando su mexicanidad a cada nota.

Figaro en Il barbiere di Siviglia de Rossini en Novara © Teatro Coccia
Emmanuel, ¿cómo aparece Leporello dentro de tu repertorio? Has trabajado roles belcantistas, también de Mozart, entre otros estilos y compositores. ¿Cómo te encuentras vocalmente en este momento, con una “juventud más madura”, por decirlo así, para efectos operísticos?
En este momento de mi vida puedo decir que el primer rol mozartiano que estudié fue el Conde de Le nozze di Figaro, hace ya diez años. A diferencia de aquella vez, cuando me aproximé por primera ocasión a Mozart, ahora me siento en el inicio de la madurez. Abordar a Leporello una década después es perfecto. He estudiado el rol de Don Giovanni y espero algún día cantarlo en escena, pero no me puedo quejar de cantar Leporello, pues es un personaje que me encanta.
Está lleno de matices rossinianos, el estilo en el que más he trabajado en los últimos quince años, con roles como Figaro en Il barbiere di Siviglia, Dandini en La Cenerentola o Taddeo en L’italiana in Algeri. Tratándose de Mozart, además del Conde, he cantado Guglielmo en Così fan tutte, y ahora llegó la oportunidad en este Don Giovanni.
Leporello viene en el momento justo, preparado además de la mano de Iván López Reynoso en lo musical y Cecilia Ligorio en la escena, lo que es un placer. El trabajo de interpretación, la profundidad con la que nos llevan, desde una nota, una mirada, un pensamiento, una experiencia de vida conectada a una frase, es increíble. Vocalmente, me siento cómodo y a gusto. Si me preguntaras si podía cantar Leporello hace diez años, te diría que tal vez no, pero ahora es divertido y lo abordo sin miedo.
En este punto de mi carrera, ya no soy el mismo Emmanuel que conociste a principios de siglo, en 2003, cuando llegué a Ciudad de México, o en 2005, cuando gané la Revelación Juvenil en el Concurso Carlo Morelli. Ahora hay una madurez mental, de vida, una carrera más sólida, y vocalmente estoy en un momento ideal para este rol.

Germano en La scala di seta de Rossini, en el Teatro Filarmonico de Verona © Ennevi Foto
Estas presentaciones del 10 y 12 de octubre refuerzan tu presencia en España, que posteriormente incluirá tu regreso a Oviedo y un recital en el Ambigú del Teatro de la Zarzuela. ¿Cómo has llevado tu carrera en estos últimos años, con invitaciones constantes en Alemania, Polonia, Francia o Italia, pero avecindado en los Países Bajos?
Tengo casi quince años residiendo en Ámsterdam, lo que es una bendición porque estoy en el centro de Europa, con acceso a todas partes. Tuve mi residencia en la Opéra National du Rhin, en Estrasburgo, durante dos años, pero siempre he estado conectado con varias partes de Europa. He cantado mucho en Italia, en Novara, en el Teatro Filarmónico de Verona, y desde hace ocho años voy cada verano al Festival Rossini in Wildbad, en Alemania, que es el segundo más importante después de Pésaro, lo que me pone muy contento.
España se ha quedado un poco atrás, pues no es tan fácil entrar en este mercado. No le quiero poner un tinte de que por ser latino es más difícil, pero hay que trabajar y ser constantes. Debuté en Pamplona cantando Belcore en L’elisir d’amore de Donizetti y hace dos años en Oviedo con Gianni Schicchi y Michele en Il tabarro de Puccini. Esta es mi tercera incursión en España, pero esta temporada 2025-2026 tengo tres proyectos, lo que me emociona: Don Giovanni en el Teatro de la Maestranza en octubre; en enero de 2026 regreso a Oviedo para cantar Moralès en Carmen de Georges Bizet; y en abril estaré en el Ambigú del Teatro de la Zarzuela con un recital que hemos llamado, junto con el pianista que me acompaña, Alma latina.
Es un programa de música española y mexicana, y estoy colaborando con el director artístico de Ópera Nuestra Herencia Olvidada, el barítono Carlos Reynoso, para montar el repertorio. No queremos mostrar el típico cancionero mexicano como Júrame, Muñequita linda o Bésame mucho, que todos amamos, pero que ya se ha escuchado mucho. Hay tantísimo repertorio por mostrar, como El orgullo de Jalisco de Federico Moreno Torroba, que se presentó hace poco en Guadalajara con Plácido Domingo.
Que incluye la célebre romanza “Ojos tapatíos”…
Exacto. Me han dicho en Madrid que nunca se ha presentado ahí, y que sin duda será un boom. También hay perspectivas para entrar en algún proyecto del Teatro de la Zarzuela en 2026, lo que me hace sentir feliz.

Il Signor Bruschino en el Festival Rossini de Wildbad © Patrick Pfeiffer
¿Cómo percibes el panorama operístico actual? ¿Cómo han cambiado las condiciones líricas tras la pandemia, con flujos de migración y múltiples desafíos para los teatros en la contratación de elencos y la configuración de sus temporadas?
Afortunadamente, siempre he trabajado con grandes personas que me han asesorado, como mis mánagers. En 2022, los teatros en Europa apenas empezaban a reabrir, pero no ha sido fácil, ni para mí, ni para cualquier artista en general. Pospandemia, hubo problemas de aforo, luego económicos, porque tras casi dos años sin salir, la gente priorizó otras cosas. Recuperar al público ha sido una gran labor. Los teatros han propuesto funciones para menores de 30 años con 50% de descuento, galas para jóvenes en condiciones relajadas, para tratar de atraer audiencias nuevas.
Muchas producciones se cancelaron y se reagendaron con los mismos elencos, lo que complicó tomar nuevas oportunidades. En 2020, iba a celebrar 20 años de carrera con un concierto con la Ópera de Tijuana y la Orquesta de Baja California, y haría mi debut en Colombia, en Antioquia, pero todo se canceló. Fue cuestión de esperar a que todo evolucionara. Por otra parte, con la migración, he visto en audiciones más colegas ucranianos y rusos exiliados por el conflicto Ucrania-Rusia, además de los asiáticos que ya eran comunes. La competencia ha crecido, y el mercado es más selectivo. Los teatros buscan ser inclusivos, con cantantes transgénero o refugiados, lo cual apoyo, porque todos merecemos oportunidades, pero la demanda es alta y las plazas limitadas.
Además, las agencias grandes que trabajan de la mano de los teatros, tienen cierto monopolio, y los opera studios, como el que hice en la Opéra National du Rhin, permiten a los teatros cubrir roles pequeños a menor costo, lo que a veces afecta a cantantes independientes.
Como digo, yo estuve en un opera studio, así que no tengo nada en contra, pero desde la perspectiva del teatro como empresa, claro, quieren ahorrar. Si tienes un nicho donde formas cantantes jóvenes para lanzarlos a una carrera profesional y al mismo tiempo cubres roles pequeños en tus producciones, usas a esos cantantes. Es una reconfiguración del panorama, con nuevas oportunidades y necesidades para teatros, artistas y públicos.
La oferta en Europa es grande, con muchos países y teatros, pero los directores de casting son muy selectivos, buscando una visión específica, a veces por inclusión o por mercado.

Dandini en La Cenerentola en Novara © Teatro Coccia
El reto es también convencer al público de volver a las salas de concierto y a los teatros, porque además de las prioridades de gasto, la pandemia nos hizo proclives a quedarnos en casa, a consumir entretenimiento por pantallas, ¿no es cierto?
Sí. Hay aspectos negativos, pero también positivos. Por ejemplo, el canal de YouTube OperaVision, que empezó en 2020 o 2021, ha sido una bendición. Mis producciones en el Festival Rossini in Wildbad han salido ahí, y puedo mandar el link a mi familia en México, amigos en los Estados Unidos o cualquier parte del mundo, para que vean mi trabajo.
¿Cómo decidiste afincarte en Países Bajos, a donde llegaste como parte de tu formación a realizar un posgrado? Y, en sí, ¿qué te motivó a permanecer en Europa, de seguro considerando el contraste de su actividad lírica, con el panorama existente en México?
Terminando mi licenciatura en el San Francisco Conservatory of Music, mi maestro me dijo: “Tu mercado está en Europa”. Verifiqué opciones y recibí una invitación para audicionar en la Dutch National Opera Academy, en Ámsterdam. En abril de 2012, hice la audición, y tres horas después me llamó el director: “Felicidades, fuiste seleccionado, nos vemos en agosto”.
Ese día sentí que Ámsterdam era mi hogar. Me mudé en agosto de 2012, terminé mi maestría, y tras dos años me sentía acoplado. Me adapté a la cultura holandesa, me casé en Ámsterdam, y hoy lo considero mi hogar de adopción, sin dejar México como mi hogar de nacimiento. Recibo mucho cariño, apoyo y trabajo constante. Comparado con México, donde la actividad lírica no siempre es suficiente para todos los cantantes, Europa ofrece muchos teatros y oportunidades, aunque con sus propios retos.

Aliprando en Matilde di Shabran en el Festival Rossini de Wildbad © Patrick Pfeiffer
¿Y México, Latinoamérica, América en términos generales? ¿Consideras que representan algo para tu carrera en cuanto a proyectos probables?
No he tenido la oportunidad de cantar en el Palacio de Bellas Artes, salvo en el Concurso Carlo Morelli en 2005, donde gané la Revelación Juvenil. Desde entonces, supe que algún día estaría en una producción ahí, pero no tengo prisa. No se ha dado la oportunidad, pero sé que llegará. Mi contacto con México en términos líricos ha sido limitado, pero estoy abierto a proyectos ahí tanto como en otras partes de Latinoamérica. Aunque son condiciones de trabajo distintas, que exigen otras estrategias a seguir. Hay que entenderlas para jugar con inteligencia, como en una partida de ajedrez.