Erick Zermeño: 20 años de ¡Viva la Ópera! en Opus 94

Erick Zermeño, conductor de ¡Viva la Ópera! en cabina de Opus 94, 2010 © Ana Lourdes Herrera

 

“Mi contacto con la radio fue desde la infancia, ya que jugando hacía grabaciones caseras con mi prima. Luego, vinieron las prácticas del taller de radio en la licenciatura y después, ya más formalmente, fui invitado a participar como comentarista de ópera en algunos programas radiales”, relata Erick Zermeño Morales, conductor del programa ¡Viva la Ópera! que se transmite todos los jueves de 21:00 a 22:00 horas, en Opus 94.5 FM del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) y que en este 2025 cumple 20 años ininterrumpidos al aire.

Para celebrar esas dos décadas, el jueves 4 de septiembre de 2025 se llevó a cabo la Gran Gala por el XX Aniversario, transmitida en vivo desde el Estudio A del IMER, bajo la dirección musical al piano del maestro Sergio Vázquez. En ella participaron las sopranos Bertha Granados y Génesis Moreno, la mezzosoprano Cassandra Zoé Velasco y los tenores Alejandro Luévanos y Olymar Salinas. La locutora Kathia Bárcenas abrió la emisión al lado de Zermeño, y el maestro Francisco Méndez Padilla fue el comentarista invitado. El repertorio incluyó páginas operísticas de Charles Gounod, Gaetano Donizetti, Georges Bizet, Jules Massenet, Felipe Villanueva, Giuseppe Verdi y Vincenzo Bellini, cerrando con una canción de Alfonso Esparza Oteo como encore.

Uno de esos programas en los que Zermeño era invitado a comentar era Libros, letras y palabras en Radio Noticias XEEST en la frecuencia del 1440 de AM, del entonces Grupo Radio Centro, así como colaboraciones para Radio UNAM XEUN en el 96.1 de FM, en Música por entregas, “en donde también hice varios programas piloto sobre los grandes intérpretes del siglo XX”, recuerda el periodista y comunicólogo en entrevista exclusiva para Pro Ópera, revista de la que tiempo atrás fuera destacado colaborador.

“El proyecto de ¡Viva la Ópera! se materializó a partir de la invitación de la gerencia de Opus 94 de entonces, para hacer la transmisión de una función de la ópera Turandot de Giacomo Puccini, en directo desde el palco 4 de la luneta del Teatro del Palacio de Bellas Artes.

“Después, de la estación me pidieron presentar una propuesta formal que se sometió a concurso y que revisó un comité. La ingresé y, finalmente, el proyecto fue aprobado para salir al aire como un programa semanal de revista a transmitirse en vivo desde la cabina todos los jueves a las 9:00 de la noche con música, temas de actualidad, grabaciones inéditas con entrevistas a invitados del ámbito operístico. Y así fue como comenzó esta aventura radiofónica el jueves 1 de septiembre de 2005, que hemos seguido hasta hoy. Desde entonces, han pasado 20 años, que en tiempo radio equivalen a 200”, bromea el entrevistado.

 

¿Qué te motivó a crear este espacio radiofónico en un momento en que la radio musical de manera paulatina daba paso a la radio hablada?

La evolución de este proyecto ha sido algo escalonado, casi rítmico y, para aludir a Rossini, in crescendo. Fue motivado en gran medida por la gran necesidad de promover a través de la radio el quehacer operístico de México y la promoción de las carreras de nuestros cantantes.

El programa nació justamente en un periodo donde la radio hablada vivía un segundo repunte de popularidad, posterior al primer gran auge generado tras los sismos de 1985. Con el programa he tenido la oportunidad de aprovechar la experiencia que desarrollé con las entrevistas que hice a nuestros artistas líricos y que tuve el gusto de publicar durante varios años precisamente en un medio especializado tan importante como éste: la Revista Pro Ópera. Fue una época de la que tengo muy gratos recuerdos.

Algo interesante es que el programa de radio ha permitido ilustrar con grabaciones las semblanzas de los invitados y ese ha sido el reto: lograr el difícil balance entre la radio hablada y a la vez musical, para mantener un ritmo adecuado y siempre estar a tiempo, lo cual, aunque tengamos el formato sin limitantes del pódcast, el programa que se transmite al aire debe durar exactamente 54 minutos, un corset que tiene el propio formato radiofónico.

 

En cabina, con los tenores Ángel Ruz y Alan Pingarrón, 2010

 

¿Cuáles dirías que son el enfoque y las características que distinguen a ¡Viva la Ópera!, en relación con otros espacios sobre la lírica —algunos de ellos referenciales— en la historia de la radio cultural en México?

El programa fue inspirado en gran medida por una importante tradición de la radio operística hablada y musical en nuestro país, y de alguna manera sigue el camino trazado por importantes referentes de la locución especializada en la lírica. Recordemos a uno de los grandes pioneros como Don Arrigo Coen Anitúa, así como figuras de la talla de Dolores Lolita Castegnaro, Cristián Caballero, Claudio Lenk, Jacobo Morett y, dentro de la estación Opus 94, a maestros como Francisco Méndez Padilla, Eduardo Lizalde y Ernesto de la Peña, de quienes aprendí mucho.

El enfoque ha sido difundir el género lírico en México, los logros de nuestros artistas, además de acercar al mundo de la ópera a todos los públicos sin distinción, tanto a los conocedores o loggionisti como a toda persona que se interese y esté abierta para disfrutarlo. Es así como en estos 20 años ininterrumpidos al aire el programa se ha convertido en un espacio ideal para compartir grabaciones inéditas o difíciles de conseguir, entre las que se encuentran las que los mismos invitados aportan, así como los registros sonoros de funciones memorables que se han llevado a cabo aquí y que merecen ser conocidas, reconocidas, comentadas y disfrutadas por el público.

El título de la serie ¡Viva la Ópera! proviene de una exclamación que celebra al género lírico, para recordarnos que sigue vigente y más vivo que nunca. Tiene por referencia el lema patriótico del Risorgimento, el famoso “¡Viva Verdi!” y también, por supuesto, nuestro encendido “¡Viva México!” El contenido se ha orientado con todo lo que tiene que ver con la ópera en nuestro país y nuestros artistas. Es por ello que, como locutor y productor de este espacio, he buscado siempre abordar temas que entonces no era frecuente que se abordaran, como por ejemplo la ópera mexicana que, por fortuna, en la actualidad ya está muy de moda.

También hemos hablado de la tradición operística que se ha dado en otras ciudades del país como Guadalajara y Monterrey; asimismo, hemos cubierto las relaciones de la ópera con diversos periodos históricos como la Conquista o el Imperio. No solo eso, sino también hemos dedicado varias emisiones sobre el quehacer operístico de otros países no solo europeos, sino también de otras latitudes, como el continente americano, con naciones que tienen una larga tradición, riqueza, artistas y producción muy interesante en la lírica, como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Chile, Argentina, Cuba o Venezuela.

 

Con el maestro Riccardo Muti

 

En ciertos momentos tu programa ha contado con colaboradores al aire, secciones fijas, invitados o interacción con el auditorio a través de mensajes o llamadas. ¿Qué etapas identificas en la historia de ¡Viva la Ópera! y cómo llegas a su formato actual?

La serie inició como un programa de revista semanal en vivo los jueves desde la cabina, que duraba una hora y media. En este formato nos daba tiempo para presentar entrevistas con invitados y desarrollar secciones como “La ópera hoy” de noticias, la “Triviata” con concursos de preguntas y “Desde los palcos” con la lectura de las llamadas con los comentarios y preguntas del público. Es por ello que en aquella época inicial tuvimos la participación de varias voces que colaboraron y se foguearon al aire, como por ejemplo la de Everardo Camacho, quien entonces iniciaba y que en la actualidad es un importante locutor comercial.

En 2010, la estación redujo a una hora los formatos de varios programas, por lo que con ese tiempo era insuficiente para musicalizar, tener invitados en cabina en vivo, además de las secciones. Para entonces la tecnología ya permitía hacer locución con un micrófono profesional y grabar desde casa con gran calidad; también ya era posible editar con un sistema especial de audio y además podía enviar a la estación el archivo de audio digital. Algo increíble en ese entonces y que hoy ya es muy común. A raíz de esto la dinámica del programa cambió y se tuvo que adaptar para mantener este espacio cultural y operístico, aunque ya sin la magia o inmediatez que ofrece la radio en directo.

Sin embargo, he seguido realizando diversos especiales grabados con entrevistas virtuales o en la misma cabina. Como parte de una retrospectiva por estos 20 años, recientemente he estado trabajando en reediciones de las entrevistas que hicimos en su momento en vivo, lo que le ha dado continuidad a ese espíritu de la conversación y, sobre todo, que ha mantenido la promoción y visibilidad de los artistas e invitados.

Precisamente, cuando cumplimos un lustro al aire, poco tiempo antes de dejar de hacer las emisiones en vivo, la Revista Pro Ópera, entonces en su edición impresa, nos apoyó amablemente con la cobertura y el reconocimiento a esta labor con una interesante entrevista que me hizo el editor y bajo Charles Oppenheim, ilustrada con las fotos de la espléndida Ana Lourdes Herrera. La cual nuevamente agradezco y que hoy atesoro con gran aprecio.

Como en la ópera no todo es drama, la parte positiva es que hoy, gracias a la tecnología, si alguien se pierde de un programa transmitido al aire ya puede escucharlo en la versión pódcast, el cual es un archivo digital de una grabación de audio que el público puede descargar gratuitamente y escuchar en una transmisión o streaming a través de internet y que se puede encontrar a través de plataformas como YouTube y Spotify.

A través de las versiones en pódcast, que empezamos a manejar con el programa desde septiembre de 2010, hemos podido difundir las emisiones anteriores para ponerlas a disposición del público literalmente de todo el mundo, por lo que finalmente se derribó una gran barrera en la radio que se veía imposible: el tiempo. Esto porque el pódcast ya no tiene límites y ahora tenemos plena libertad para integrar tanto música como locución sin restricciones de tiempo, lo cual resulta sumamente enriquecedor.

 

Con el tenor Francisco Araiza en cabina, 2010

¿Cómo defines y equilibras el contenido de tus programas semana a semana y qué papel juegan a nivel temático la actividad lírica que se ve en nuestro país, los homenajes, las efemérides, el gusto y las preferencias de tu auditorio?

A lo largo de estas dos décadas al aire he logrado cubrir casi todos los periodos de la historia de la lírica: desde el Renacimiento hasta la música del siglo XX, con géneros desde el madrigal, la ópera clásica, la grand opéra, el Lieder, así como la canción de concierto mexicana.

Esto lo he desarrollado con contenidos que se dividen en diferentes enfoques. Están, por ejemplo, los programas monotemáticos, que pueden versar sobre un tema particular y sobre el cual tratan varias óperas, como la ópera en México o mujeres compositoras en el arte vocal; los programas de perfil, que se presentan ya sea con una entrevista o bien una semblanza de alguna figura nacional o internacional; programas sobre una obra, en la que vamos siguiendo la trama con inserciones de las partes musicales más relevantes en extractos y en los que a veces hay algunos comentarios o entrevistas sobre esa función; y finalmente programas sobre un compositor o estilo.

En cuanto a la programación, depende de la época del año. Por otro lado, en nuestros días las efemérides y conmemoraciones son muy importantes, ya que nos ofrecen una muy buena oportunidad para recordar alguna obra, hecho histórico, compositor o intérprete.

También buscamos hacer homenajes y reconocer en nuestros días a los artistas mexicanos que, por el tiempo, porque no hay grabaciones comerciales o que son difíciles de conseguir, ya no están en el mapa actual para que los puedan apreciar las generaciones actuales y futuras. Por ejemplo, las semblanzas musicales que hemos hecho a las sopranos Irma González, Gilda Cruz-Romo, Rosario Andrade; las mezzosopranos Fanny Anitúa, Josefina la Chacha Aguilar, Oralia Domínguez o Belén Amparán; los barítonos Gustavo Bernal-Resky o Guillermo Sarabia; los tenores José Mojica o Carlos Mejía Lango, entre muchos otros a quienes hemos dedicado emisiones.

 

En cuanto al contenido musical, además de materiales básicos de cualquier discoteca, ¡Viva la Ópera! suele incluir grabaciones históricas, algunas de ellas en vivo, difíciles de encontrar. ¿Cuáles son los retos de salirse del catálogo esencial de los sellos discográficos para adentrarte en los vastísimos registros no comerciales de la ópera mundial y presentar un contenido atractivo e inusual a tu público?

Es una labor constante de investigación, ya que la idea siempre ha sido presentar material de rescate que no haya visto la luz o que se conozca poco. El proceso de los hallazgos y de restauración de material son muy parecidos a los de la arqueología o a la restauración de obras de arte.

Esto porque el principal reto es verificar la autenticidad del material, que a veces se considera perdido y que devienen a descubrimientos. Después, cada grabación pasa por un proceso de restauración para mejorarla lo más posible, el cual puede llevar muchas horas y días para finalmente darlas a conocer y compartir. Tal cual, como las piezas de un museo que llevan su tiempo en limpiar y restaurar antes de colocarlas en los espacios adecuados de las galerías para que las pueda admirar y disfrutar todo el mundo.

Las fuentes de los materiales son muy diversas. Algunas provienen de mi propio acervo que comencé a formar hace ya muchos años con la adquisición de discos físicos, desde 78 rpm, en vinil y cintas. Algo interesante es que en la década de los 2000 comenzaron por internet los grupos de intercambio de grabaciones conformadas por aficionados de todo el mundo, lo que facilitó mucho el acceso a material inédito, lo cual representó un gran avance para quienes nos dedicamos a la investigación y difusión, ya que siempre buscamos lo que está fuera de los catálogos comerciales.

Esto porque nos interesan aquellas piezas tomadas dal vivo o en directo, ya sea realizadas por los propios teatros, transmisiones radiales o por el público mismo, que como podía las registraba en los años 60 con las famosas “cajas de regalo”. Gracias a eso hoy podemos tener esos documentos para saber cómo sonaban aquellas grandes voces en funciones memorables.

Otra fuente es el público que sigue el programa y que me ha hecho llegar a la estación valioso material como, por ejemplo, las únicas grabaciones que existen de la soprano coloratura michoacana Evangelina Magaña, que un familiar de ella nos compartió para darlas a conocer a través de la radio, lo cual ha sido un gran hallazgo porque hoy ya podemos tener una idea de cómo cantaba.

Por otro lado, algunos amables radioescuchas me han legado su acervo y también he adquirido lotes completos de discos LP y cintas de carrete abierto, en los que he encontrado verdaderas joyas. Recientemente he donado algunos materiales incunables a la Fonoteca Nacional para que queden a resguardo y a disposición del público interesado. Precisamente en años recientes hemos trabajado mucho con esta noble institución que nos ha apoyado mucho, al compartirnos material inédito muy interesante para transmitirle al público.

Y la última fuente es la grabación de nuevas obras y cantantes en los estudios del IMER, con tres objetivos. El primero es apoyar a los intérpretes para que puedan realizar registros profesionales en estudio de su repertorio, sin costo. El segundo, que dichas grabaciones se puedan difundir y dar a conocer a través del programa en la radio y en las plataformas digitales. Y el tercer objetivo es la grabación de conciertos y recitales en vivo con audiencia, lo que hace que las interpretaciones tengan esa emoción como se hacía para la radio en los años 40 y 50 en La hora nacional.

Como ejemplos, tenemos el primer registro que realizamos de obras para voz y piano del compositor Melesio Morales, así como de compositores mexicanos del siglo XIX y principios del XX; la grabación de arias de ópera como un perfil musical del barítono Juan Orozco; así como la gala por el XX aniversario del programa, en la que tuvimos a talentosos cantantes mexicanos invitados, cuya grabación la podrán aprovechar como demo o carta de presentación profesional para circular con agentes, directores de teatros o bien para enviar como parte de los procesos de audiciones.

 

María Luisa Tamez, Erick Zermeño, Enrique Patrón de Rueda, Jorge Lagunes, Encarnación Vásquez, 2010

 

¿Cuál es tu lectura sobre la evolución de las condiciones socio-tecnológicas para hacer radio sobre ópera en México en estas dos décadas?

Es muy positiva y eso gracias a la tecnología. Cuando inicié en el quehacer radiofónico hace más de 25 años, era verdaderamente un triunfo producir un programa de una hora porque la edición se hacía manualmente con cintas de carrete abierto, que se marcaban con una tiza y que se cortaban en el mismo aparato.

Aunque actualmente siguen siendo muchas horas de trabajo en la edición y la restauración del sonido del material, hoy tenemos la confianza de que saldrá un producto con mejor calidad que como se hacía antes, ya que con los nuevos sistemas o softwares ahora desde casa y con mucha paciencia se puede quitar un poco del molesto sonido de gis o skratch, ganar volumen, eliminar algunos ruidos no deseados como toses o zumbidos, entre otras ventajas. Hoy, gracias a esos avances, tampoco ya es necesario desplazarse hasta la estación para transmitir o para grabar una locución, lo que hace todo muy eficiente.

 

¿Cuál es tu estrategia para sortear los cambios tan drásticos en la manera en que el público escucha música en la actualidad, así como en los formatos, dispositivos o plataformas/servicios en que lo hace?

Considero que antes producir radio era una necedad porque era muy demandante y a la vez fugaz, aunque la satisfacción era muy grande, parecida a la representación de una ópera. Sin embargo, hoy considero que el pódcast o programa de radio en formato digital ha revolucionado este medio al convertirse en un amplificador y una extensión ilimitada del quehacer radiofónico.

Esto porque, gracias a la transmisión digital o streaming, ahora un programa de radio no solo puede disfrutarse en vivo y en directo desde donde sea, no solo al sintonizar la frecuencia de FM, sino también en diferido por el formato pódcast. Ahora los programas ya se pueden encontrar en plataformas como YouTube o Spotify y como público ya no necesitamos estar junto a un aparato de radio-recepción como antes, ni tenemos que esperar a que llegue cierto día u hora para poder escuchar nuestro programa favorito.

Ahora, con un celular, una tableta o una computadora, desde cualquier lugar, el día y a la hora deseados, podemos tener acceso gratuito a todos los contenidos producidos no solo recientemente, sino también a los anteriores. Además, podemos dejar el programa en pausa, adelantar, regresar o repetir, además de que se pueden compartir con todos nuestros contactos. Este cambio es en realidad un complemento y una ventaja adicional que suma a la experiencia de la radio lineal. Eso ha hecho que producir radio se convierta en una actividad muy motivante y satisfactoria porque ya no solo se transmite una sola vez, sino que ahora queda almacenado para una consulta posterior, lo cual me parece sensacional.

 

Sergio Vázquez, Bertha Granados, Alejandro Luévanos, Cassandra Zoé Velasco, Olymar Salinas y Génesis Moreno, 2025

 

En una época en la que el acceso a la música es instantáneo e inagotable gracias a las plataformas digitales y el streaming, ¿qué rol juega un programa como ¡Viva la Ópera! para mantener la tradición radiofónica difusora de géneros musicales clásicos que contribuyen a la formación cultural del público?

Las plataformas no son un enemigo de la radio, sino al contrario. Se han convertido en una gran forma de amplificación y una opción fantástica para que este tipo de proyectos trasciendan, quedándose disponibles y gratuitos en el mundo digital. Así no se pierden después de una sola emisión al aire.

Algo interesante también es que el formato de pódcast nos hace tener un alcance impresionante para llegar a un gran público que no escucha normalmente la radio y que se encuentra también en otros horarios y latitudes. La plataforma de música global Spotify, en su reporte anual para 2025 llamado Wrapped para creadores, arrojó que el pódcast de ¡Viva la Ópera! lo escuchan en 42 países, entre los que destacan México, los Estados Unidos, España, Argentina, Chile e Italia… algo que hace 20 años era prácticamente imposible, ya que nunca hubiera imaginado que el programa se escucharía más allá de la Ciudad de México y la zona metropolitana.

 

¿Cómo has adaptado el programa a las nuevas épocas sin perder su esencia, en un mundo donde el impacto comercial, la medición de estadísticas y otras numeralias suelen definir el rumbo de un proyecto?

La ópera es un género de nicho, de un segmento muy delimitado y no con eso quiero decir que sea elitista. De ninguna manera, porque hoy más que nunca los accesos a la cultura son sencillos, diversos y gratuitos. Considero que es un asunto de sensibilidad y en eso han ayudado mucho las redes sociales y la tecnología. Hace 20 años no había redes sociales y el objetivo del programa sigue muy firme: promover el quehacer operístico de México a través de contenido que tenga un sustento y que haga la diferencia.

 

De alguna forma, lo has apuntado en tus anteriores respuestas, pero de manera concreta: ¿qué ofrece la radio y su formato tradicional que no brinda un pódcast o el streaming de grabaciones digamos sin curaduría o aleatorias?

La radio lineal ofrece la magia de la inmediatez, de sentir que todo el público que lo sintoniza en ese momento disfruta de esa emisión al mismo tiempo. Tal como era antes, cuando las óperas y los programas eran transmitidos por radio en vivo porque no había forma de grabar. Es emocionante sin duda hablar y saber que en ese momento estamos llegando a muchos hogares al mismo tiempo.

 

¿Cuáles son las pautas, fórmulas y secretos para mantenerte al aire durante dos décadas ininterrumpidas? ¿Cómo te preparas para estar al frente de un proyecto con las características de ¡Viva la Ópera!?

Se requiere planeación, automotivación y sobre todo disciplina. Uno de los secretos es tener siempre algo que compartir, de qué hablar y la ópera es un tema inagotable, además de que las grabaciones que me gustaría dar a conocer aún son muchas, después de 20 años.

La preparación para este tipo de proyectos consiste en organizar los contenidos todo el año, mes con mes, en donde hay por supuesto cambios, pero tiene mucho que ver con la estrategia y planeación. Lo ideal es preparar la música y restaurarla con tiempo para luego grabar con antelación y con toda calma. Las prisas son el peor enemigo de esta actividad.

 

Francisco Méndez Padilla, Erick Zermeño Morales y José Octavio Sosa 2025

 

¿Cómo visualizas el futuro de ¡Viva la Ópera!, si consideramos el presupuesto limitado con el que suelen funcionar los proyectos culturales? ¿Más aún, en el seno de las instituciones oficiales, donde los recortes presupuestales son una realidad continua?

Considero que lo más importante es la urgencia de rescatar nuestra memoria histórica en la ópera, aprovechar la tecnología y las plataformas para dejar lo más que podamos de cultura para las siguientes generaciones.

 

Ya que lo dices, ¿qué legado esperas dejar con el programa?

Para mí lo más importante es que el público conozca y reconozca a nuestros artistas, la música de compositores mexicanos y que se promuevan, se preserven y que lo disfrute todo el público nacional e internacional a través de las grabaciones, ya que son lo equivalente a joyas o las obras de arte de un museo, que deben quedar expuestas lo mejor posible para que no se pierdan y puedan admirarse hoy y mañana.

 

Hoy, que casi todo mundo puede ponerse al frente de un micrófono sin importar su formación profesional o ética, ¿qué consejos darías a los jóvenes comunicadores que desearían estar al frente de un programa musical con la riqueza de perspectivas —como la que brindan la ópera u otros géneros que requieren de estudio y especialización—, para aportar algo de valor a su audiencia y el contenido no quede solo en improvisaciones y ocurrencias?

Aparentemente, estamos en una época en la que vemos en muchos ámbitos una gran cantidad de improvisación. Sin embargo, mi vaticinio es que con el tiempo se irá haciendo un embudo y los contenidos que no aporten o no tengan sustento tenderán a desaparecer.

Es lamentable cómo hemos normalizado que algunos responsables de espacios culturales al frente de medios masivos y también en las redes consideren que lo superficial debe prevalecer y no invitan a las audiencias a la reflexión o al análisis, sin ningún tipo de investigación, y les tratan como seres sin inteligencia, como aquellos programas televisivos de payasos o de concursos donde todos aplaudían al mismo tiempo.

Hemos sido testigos de ello: las nuevas generaciones han rechazado a los ídolos de su adolescencia y muchos de ellos hoy ya han caído en el olvido. Esta efímera popularidad nos recuerda la frase latina: Ars longa, vita brevis.

 

¿Cómo ha influido ¡Viva la Ópera! en tu propia relación con el arte lírico? ¿Te ha cambiado como oyente o conocedor del género?

La realización de este proyecto me ha dejado muchas satisfacciones. Para mí ha representado una oportunidad de trascender y aportar contenido al mundo cultural y operístico de México, además de mostrar al mundo lo valioso de nuestros artistas líricos.

A lo largo de estas dos décadas hemos generado varios casos de éxito. Destaca la formación de una creciente comunidad con un gran interés en la ópera y en los contenidos del programa, manifestado tanto de forma virtual como presencial. Además, me da gran satisfacción que aquellos jóvenes de hace 20 años, quienes hoy tienen entre 35 y 40 años, que cursaban entonces secundaria y preparatoria, hoy ya son parte de la vida profesional del país y siguen siendo nuestros oyentes habituales, tanto en la radio como en pódcast.

Otro caso de éxito es el de un joven radioescucha que gracias al programa se sintió tan inspirado por la lírica que decidió convertirse en cantante de ópera profesional y hoy su carrera en los escenarios es una realidad.

Este proyecto también me ha dado la oportunidad de seguir descubriendo este mundo inagotable de la lírica porque la realización y preparación de los contenidos de cada semana me dejan siempre con más sed de investigar y aprender, como dijera Sor Juana: “Si de mi ingenio el caudal es pobre, la ambición es mucha”. Mientras exista la radio y el pódcast, con alguien detrás de una bocina que tenga esa sensibilidad e interés por el arte lírico, habrá ¡Viva la Ópera! para muchos años más, buon ascolto.

Compartir: