Fernanda Allande: “El sol sale para todos”

Fernanda Allande: «Lo que no se ensaya, no sale»

Los resultados de diversas participaciones en concursos de canto han sido positivos para esta joven soprano guanajuatense, que celebró su cumpleaños 25 en este mes de abril. En fechas recientes puede decirse que se encuentra enrachada, pero su primer triunfo en certámenes líricos lo obtuvo desde los siete años de edad, cuando participó con entusiasmo, emoción y piezas icónicas de la reina del pop, Madonna.

Desde entonces, Fernanda Allande ha sido premiada en competencias nacionales como el Concurso de la Ópera de San Miguel, en Guanajuato; el Linus Lerner, en San Luis Potosí; el Maritza Alemán de la Escuela Superior de Música o incluso el Carlo Morelli. Su primera incursión en certámenes internacionales fue en la XX edición del Concurso Brasileiro de Canto Maria Callas, celebrado entre el 28 y 31 de marzo de este año, en las ciudades de São Paulo y Jacareí, donde se alzó con el primer lugar en la categoría femenil.

Todos esos reconocimientos reafirman una trayectoria joven, en desarrollo, pero sin duda ascendente, de una chica cuyo canto hoy tiene como centro gravitacional la ópera y los géneros de concierto clásicos, pero que ha incursionado en múltiples facetas vocales, entre ellas las del rock, el pop e incluso el pospunk.

Vocalizando antes del Concurso Maria Callas en São Paulo

“El haber obtenido el primer lugar femenino en el Concurso Maria Callas fue una hermosa y enriquecedora noticia. Como sabes, he competido siempre dentro del país y éste ha sido mi primer concurso fuera de México. Fue muy emotivo para mí”, relata aún bajo la efervescencia de su más reciente victoria, y apenas llegada de São Paulo, Fernanda Michelle Allande Guzmán, en una conversación en exclusiva para los lectores de Pro Ópera. 

La soprano, que ahora se alista para interpretar con el Mexico Opera Studio el rol de Segolaine de la ópera La leyenda de Rudel del compositor Ricardo Castro, brinda contexto a su triunfo: “Las voces de Latinoamérica me llenan el alma. Convivir, escuchar y aprender de tantos artistas de diferentes nacionalidades fue una clave de inspiración durante todo mi proceso en Brasil. ¡Y todos los mexicanos pasamos a la final! México es un país hermoso, lleno de talento y con personas repletas de sueños. ¡Estoy muy contenta y motivada por los resultados!”, exclama Fernanda.

El proceso para obtener estos resultados no es un asunto aislado en la carrera de la cantante guanajuatense. Ella así lo entiende: “Durante los últimos dos años he seguido un camino en el que sólo queda seguir adelante, aprendiendo para ir en búsqueda de nuevos retos. Siempre hay que decir sí a la oportunidad de crecer”, apunta la entrevistada originaria de Celaya.

Fernanda reconoce también la importancia que han tenido los concursos de canto en su proceso de desarrollo. “Como cantante joven, estos certámenes han tenido un impacto muy fuerte en mi carrera. Y realmente se me han abierto puertas gracias a los premios que he ganado y a las personas que me han escuchado y les ha gustado mi trabajo arriba del escenario”, dice.

Ganadora del 1er lugar en el Concurso San Miguel

La competencia saludable ha sido también un motor que la impulsa a depurarse como artista y ser humano. “En lo personal, yo he crecido y madurado mucho gracias a las experiencias que he vivido antes, durante y después de los concursos. Estos son un impulso indispensable para la carrera, pues hay que prepararse y hacerse poco a poco de experiencia; y no sólo en la parte vocal, musical y actoral sino, sobre todo, en la parte física y mental. Hay que estar sanos y tranquilos para poder asimilar todo lo que implica estar en una competencia: desde nervios, felicidad y adrenalina, hasta buenas y malas noticias. ¡Todo!”, asegura la soprano.

Otra de esas buenas nuevas surgidas por su participación en certámenes de canto es la invitación para audicionar en Alemania, que Fernanda Allande recibió del Teatro de Meiningen, un premio que obtuvo en el XIII Concurso de Ópera de San Miguel de Allende.

“¡Estoy preparándome y espero poder dar más detalles de dicha audición muy pronto”, dice la joven. Por lo pronto, al ver el resultado de sus últimos años de trabajo, Fernanda se siente muy orgullosa. “Hay una frase muy hermosa que considero que la debemos tener muy presente dentro de esta carrera y las competencias: ‘El sol sale para todos’. Y sí, así es; todo es cuestión de paciencia, disciplina y mucho amor”, explica.

Aiona en Simbad con Ópera Irreverente (2019)

Fernanda, ¿puedes contarme algo de tu infancia en tu natal Celaya y cómo surge tu interés por el canto? ¿Cómo descubriste tus cualidades musicales y las encauzaste para iniciar una preparación profesional?
Siempre quise ser diseñadora de interiores o doctora. Para mí esas eran mis profesiones soñadas. Durante mi infancia, siempre amé cantar desde que tengo memoria. Pero yo cantaba pop y rock: realmente eso era para mí el canto. Gané mi primer concurso de canto a los siete años cantando canciones de Madonna ¡Imagínate! Nadie de mi familia se dedica a la música, pero siempre hubo mucha en mi vida: desde que me despertaba hasta que me dormía.

Desde bebé tuve buena memoria y me sabía muchísimas canciones. Ya en la primaria, daba clases de canto a la hora del recreo a mis compañeras, a cambio de dulces. Y es que, en ese entonces, según yo, ya sabía cantar. A la par, estudiaba flauta dulce y cantaba en el coro de la escuela. Pero cuando ya comencé a estudiar música en serio fue a los 14 años, tocando violín.

Después, mi maestra Viviana Aguirre, del coro de niños y adolescentes del Conservatorio de Celaya, me escuchó y me dijo que yo tenía mucho potencial para cantar ópera. Así fue como probé y desde los 15 años me dediqué a estudiar canto con la mezzosoprano Amelia Sierra. Ella fue mi maestra de canto por ocho años. Le aprendí muchísimo y hasta la fecha sigo sus consejos. Creo que de pequeña yo pensaba que el canto era uno de mis hobbies, pero en realidad ya estaba escrito que mi vida la dedicaría a eso.

Ahora entiendo por qué en la Escuela Superior de Música también trabajaste con la maestra Amelia Sierra. ¿Cómo ha sido esa labor con ella y en general el trabajo de tu voz en otros cursos, talleres, opera studios y clases magistrales?
Así es. Ella fue mi guía en ambas instituciones y me preparó con el objetivo de estudiar repertorio para los concursos. Siempre hacía lo que fuera para que sus alumnos adquirieran experiencia, desde recitales hasta producciones de ópera. A su vez, la soprano argentina Silvia Guillot y la maestra Kate Burt (cantante y directora de escena) me han apoyado durante mi proceso vocal desde mis 20 años.

Siempre tuve voz de soprano lírico, pero comencé estudiando repertorio de lírico ligero por mi edad, pero cuando escuchaban mi voz me decían que debía cantar repertorio más lírico, paso a paso. Es hasta ahora que puedo comenzar a abordar repertorio más lírico pleno.

En el concierto «Barroco a Bowie» en San Miguel de Allende © Agustín Valadez

Así fue como pasé de cantar Adele de Die Fledermaus de Johann Strauss a Rosalinde en la misma obra, por poner un ejemplo. Desde hace año y medio formo parte del MOS (Mexico Opera Studio) de Monterrey y he tenido la oportunidad de aprender de maestros como María Katzarava, Rolando Garza, la gran coach Aída Bousselma y Guillermo Armada, un tenor español que actualmente es mi maestro de canto y guía.

En el MOS, mis pilares han sido Rennier Piñero (director de escena) y Alejandro Miyaki (director musical). Ellos me han dotado de conocimientos en la parte interpretativa y musical. ¡Son maravillosos!

Y, de nuevo, gracias a los concursos he tenido la oportunidad de trabajar con grandes músicos como el maestro Andrés Sarre en el Carlo Morelli; y los maestros Rebeca Olvera y Javier Camarena, gracias al concurso de Ópera Irreverente. Es en verdad un honor aprender de personas tan sabias, que me comparten un pedacito de ellos en cada enseñanza. He sido muy afortunada por tener tantas personas a las que les interesa mi crecimiento como artista y ser humano.

Pregunto sobre tus ciclos de formación vocal, porque una de tus características como cantante es la versatilidad para incursionar en diversos géneros. Desde la música barroca, la ópera, el repertorio sinfónico y coral, hasta el rock, lo indie, el pospunk y las propuestas experimentales. Cuéntame de tus diversas facetas vocales…
No te puedo explicar lo mucho que me emociona contestar esta pregunta. Es evidente que ahora me dedico al cien por ciento a la ópera. Pero en mis inicios, yo tenía una banda femenina de rock alternativo/indie. Posteriormente, y a la par de mi Licenciatura en Canto Operístico, tuve una banda pero ahora de pospunk, un subgénero gótico que amo, ya que siempre busqué mantener viva esa otra faceta vocal y personal mía.

Ese proyecto terminó porque los integrantes vivíamos en diferentes ciudades y lo que no se ensaya, no sale. Así que decidí que encontraría esa parte extravagante en la música académica.

La música de cámara es otra de mis grandes pasiones y disfruto mucho interpretarla. En 2018 estrené dos obras en México: los Tres poemas de Stéphane Mallarmé de Maurice Ravel; y Psychogenic Aria de Itzam Zapata, dirigidos por Pierre-André Valade. De igual manera, canté en un coro sinfónico y por cinco años fui muy feliz. Me fascina el repertorio sinfónico, además de que también tuve la oportunidad de ser parte del coro de la cantante islandesa Björk y recientemente colaboré en un proyecto —idea de Álvaro Nieto— con Ópera de San Miguel, en el cual interpretamos arias barrocas con canciones de David Bowie. Esto significó cambiar la técnica de un segundo a otro. Todo esto con mucho cuidado y preparación, por supuesto.

Algo que casi nadie sabe, y ahora te lo cuento, es que como hobby vocal canto música de la India. Lo hago para mí y por el simple hecho de que su música me encanta. Es de verdad muy difícil ese estilo y forma de cantar, pero voy paso a paso. En resumen, la respuesta sería que la ópera es mi vida, pero amo cantar diversos géneros, subgéneros y periodos musicales, porque me gusta descubrir nuevos colores y conocer todas las posibilidades de mi voz en las que ella se sienta plena y sana.

Donna Anna en Don Giovanni, con Armando Elizondo (Don Ottavio)

En ópera, tu debut llegó a los 17 años de edad, en Nuestro Tresguerras del guitarrista y compositor Guillermo Diego, una obra épica que cuenta con libreto de Gustavo Rébora. ¿Qué puedes decirnos de aquella, tu primera, incursión operística?
En ese tiempo yo ya tenía dos años estudiando ópera, aunque nunca había tenido la oportunidad de experimentar lo que era ser parte de un elenco. Esa oportunidad significó muchísimo para mí. Yo me sentía en un sueño, cantando con orquesta, un estreno mundial de una ópera mexicana, aprendiendo de grandes cantantes y del director de escena, el maestro César Piña. En lo personal, me divertí bastante interpretando el personaje de Doña Trini, una señora que disfrutaba de ver y escuchar los rumores a su alrededor. La música es bellísima, nacionalista, y el libreto habla de importantes momentos históricos de Celaya y el país: ¡No podía pedir nada más!

Me decías que en tu trayectoria has combinado participaciones corales con una labor de cantante solista. ¿Cómo ha sido esa transición?
Los primeros cinco años de mi carrera estuve en el Conservatorio de Celaya y éste contaba con un coro de cámara y otro sinfónico de mucho nivel, mismo que me mantenía activa como corista cantando en diferentes ciudades y festivales.

Posteriormente, cuando me mudé a Ciudad de México, descubrí que la Superior de Música no tenía algo así, por lo que decidí que seguiría buscando cantar en un coro y fui aceptada en Staccato, el coro de cámara de la UNAM.

Desde hace unos años la vida me ha llevado más hacia el camino de solista y claro que lo disfruto con intensidad, aun cuando cantar en coros es algo que también amo. Yo me dedico a la ópera gracias a que descubrí mi camino musical en los coros, así que si surgen nuevas invitaciones a proyectos tanto de solista como de corista las aceptaré con gusto.

Jacinta en Elefante de Luis Losada y Mauricio Jiménez Quinto

Recuerdo tu participación en Elefante —que también tuvo bastante de experimental— con la compañía independiente Ópera Irreverente. ¿Cómo fue aquella experiencia?
Formar parte de la compañía Ópera Irreverente ha sido de las cosas más bellas que me han pasado. Luis Felipe Losada y Mauricio Jiménez Quinto son grandes artistas y seres humanos. Tuve la fortuna de interpretar dos de sus óperas; primero canté el rol de Aiona en su ópera Simbad y posteriormente el rol de Jacinta en su ópera Elefante.

En 2019 tuve la oportunidad de participar en la gira del Elefante por varias ciudades en cinco países de Europa. Esta última ópera es muy peculiar y en efecto experimental, porque su formato es “ópera en espacio mínimo”. Esto quiere decir que toda la obra va a transcurrir en un espacio pequeño y limitado, en el que la única escenografía serán nuestros cuerpos. Esto fue posible gracias a la dirección de Jorge Reza, que dirigió toda la obra en la modalidad de teatro físico.

Una vez repasada tu trayectoria, te pregunto: ¿cómo has armado tu repertorio? ¿Qué otras obras y compositores te gustaría abordar de acuerdo a tu edad y a las características multigenéricas de tu voz?
Desde muy pequeña mi repertorio ha tenido cualidades de una soprano lírico con coloratura. Me siento muy cómoda al cantar repertorio francés e italiano. Creo que le queda muy bien a mi voz y, de acuerdo a mi edad, quisiera próximamente abordar roles como Manon de Jules Massenet, Juliette de Charles Gounod, Gilda y Violetta Valéry de Giuseppe Verdi, así como Musetta y Liù de Giacomo Puccini, por mencionar algunos. 

En cuanto a repertorio sinfónico, tengo un deseo inmenso de cantar el solo sin texto de la soprano en la “Drammatica”, Sinfonía n° 5 en Si bemol menor, Op. 41 del compositor checo Miloslav Kabeláč (1908-1979).

Julieta en I Capuleti e i Montecchi con el MOS (2021)

Sé que viene tu participación en La leyenda de Rudel del compositor mexicano Ricardo Castro, con el Mexico Opera Studio, donde hace algún tiempo recuerdo que también cantaste el rol de Giulietta en I Capuletti e i Montecchi de Vincenzo Bellini. ¿Puedes hablarme sobre ese compromiso que tendrás a finales de abril y cómo preparas tu personaje?
¡Así es! Dentro de las producciones del MOS he tenido la oportunidad también de interpretar roles demandantes como Donna Anna de Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart y, por supuesto, Giulietta de I Capuleti e I Montecchi de Vincenzo Bellini. Ahora es momento de interpretar a Segolaine en La leyenda de Rudel, el próximo 29 y 30 de abril. Esta obra no se hace desde 2014, así que estamos muy emocionados por este hecho histórico y queremos que el público se acerque y conozca la ópera mexicana. 

En cuanto a mi personaje, Segolaine es una mujer que lo da todo por amor hasta el último momento, en el que se da cuenta de que es poco valorada, insultada y subestimada; así que con todo el dolor de su corazón ella decide romper lazos con Rudel y lo deja ir diciéndole: “La felicidad es mía porque yo te amo, te compadezco porque tú no me amas más”. La música de verdad es exquisita y llena de atmósferas. Vocalmente me siento en las nubes con este rol.

Este personaje lo preparé de la mano del director de escena Rennier Piñero; no queríamos una mujer vulnerable, ni pasiva. Juntos buscamos una Segolaine que, si bien es cierto que ama a alguien a pesar de que ya no la valora, también posee la fuerza de la tierra para ser firme y que, cuando la dañas, provoca un terremoto, sin importar que todo se derrumbe.

¿Qué otros planes vienen en tu horizonte musical en el futuro?
Mi próximo plan es audicionar para teatros y estudios de ópera en Europa, pues considero que seguirse preparando es indispensable para avanzar. Esta carrera es de condición, disciplina y nuevos conocimientos.

A la vez, deseo hacer audiciones en el continente americano; y, por supuesto, quiero seguir cantando en mi adorado país. ¡Ya veremos cómo se dan las cosas!

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