
J’Nai Bridges—“Soy una cantante a la que le apasiona contar historias

J’Nai Bridges: «Cantar la poesía de Neruda es un mensaje que llega a todo mundo, sobre las distintas etapas del amor» © Taylor Long
La mezzosoprano estadounidense J’Nai Bridges cantará próximamente en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México (julio 19 y 20) con la Orquesta Sinfónica de Minería.
Interpretará las Canciones de Neruda con música de Peter Lieberson, un ciclo de cinco canciones que el compositor norteamericano le escribió a su esposa, la mezzosoprano Lorraine Hunt Lieberson, quien las estrenó en 2005 con la Filarmónica de Los Ángeles bajo la batuta de Esa-Pekka Salonnen.
Originaria de Tacoma, Washington, Bridges causó sensación a nivel mundial al interpretar a la reina egipcia Nefertiti en la nueva producción de 2022 de la ópera Akhnaten (Akenatón) de Phillip Glass en el Metropolitan Opera de Nueva York, una de cuyas funciones se transmitieron en vivo por satélite. Fue también el rol con el que hizo su debut en tan importante teatro.
Inmediatamente llamó la atención su timbre aterciopelado y oscuro, además de su elegante presencia escénica. La grabación de esta ópera ganó el Grammy a Mejor Grabación Completa de Ópera en 2022.
La voz de Bridges tiene colores de contralto en el registro grave y creemos que en un futuro va a poder abordar roles dramáticos del repertorio de mezzosoprano spinto. Es una cantante joven que ha sabido elegir un repertorio que no la encasilla en ciertos papeles; combina tanto el estreno de obras nuevas como roles tradicionales. Los papeles que ha interpretado van desde Rosina (Il barbiere di Siviglia), Adalgisa (Norma), Federica (Luisa Miller), el papel titular de Carmen, Didon (Les troyens), Erika (Vanessa), Dalila (Samson et Dalila), Bersi (Andrea Chénier), hasta roles en óperas contemporáneas como Helen Prejean (Dead Man Walking), Mary (El Niño), Josefa (Girls of the Golden West), además de la mencionada Nefertiti (Akhnaten), y cantó en la ópera A Knee on the Neck de Adolphus Hailstork, entre otros.
Ganadora de dos premios Grammy, conocida [por] su “presencia escénica tranquilamente dominante” (The New Yorker), ha sido descrita como “una estrella en ascenso” (Los Angeles Times) gracias a sus interpretaciones operísticas y de repertorio sinfónico en los teatros más importantes del mundo. El Kennedy Center la incluyó en su lista de “50 próximos líderes de la diversidad cultural”.
Ganó el primer lugar en el Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas y la beca Richard Tucker en 2016, la Medalla a la Excelencia Sphinx en 2018 y el premio Marian Anderson, que se otorga a jóvenes promesas internacionales, entre muchos otros reconocimientos.
Bridges fue invitada a actuar en la Biblioteca Nacional del Congreso estadounidense para honrar a la legendaria diseñadora de moda Diane von Furstenburg como receptora del premio Justice Ruth Bader Ginsburg Woman of Leadership Award (2022).
Recientemente platicamos muy a gusto con J’Nai Bridges, antes de su llegada a nuestro país, sobre su carrera, la ópera actual y su rol como representante de la comunidad afroamericana en los más importantes teatros del mundo.
Platíquenos un poco sobre lo que va a interpretar en los conciertos con la Sinfónica de Minería: las Canciones de Neruda con música de Peter Lieberson. Usted ya había cantado estas canciones antes…
Sí, las he cantado dos veces ya. Una con el maestro Gustavo Dudamel y la otra con el maestro Carlos Miguel Prieto. La primera vez que las interpreté fue con la Filarmónica de Los Ángeles bajo la batuta del maestro Dudamel en 2022, y el verano pasado las canté con el maestro Prieto y la Filarmónica de Nueva York. Fue ahí donde me preguntó si querría cantarlas en México con la Orquesta de Minería y dije que sí, obviamente.
Ha sido un viaje musical muy lindo con estas canciones y cada vez que las interpreto encuentro elementos nuevos y especiales. Tengo más experiencia de vida ahora, por lo que creo que en esta tercera ocasión tendré mucho más que decir en ellas. Cantar la poesía de Neruda es un mensaje que llega a todo mundo, sobre las distintas etapas del amor. El amor puede ser complicado, pero también bello.
Debo confesar que fue la poesía lo que me llamó la atención al principio, cuando las estaba estudiando por primera vez. Las leí sin la música primero, sin interponer ni una sola nota. ¡Ni siquiera necesitan música! Luego añades esta hermosa orquestación de Peter Lieberson y entonces se vuelven etéreas, fuera de este mundo en verdad. Me transportan a otro lugar.
Es un regalo que Lieberson haya compuesto este hermoso ciclo para la voz de mezzosoprano porque casi siempre les componen piezas a las sopranos y los tenores…
Sí, soy afortunada en poder cantarlas y que sean para mezzo. En general, he sido muy afortunada en mi carrera porque tengo mucho repertorio de canciones y estas me quedan como guante. Hay algunos ciclos que varias tesituras pueden cantar, pero en este caso hay algo muy especial en el color de la voz que se requiere. La voz de mezzosoprano es el vehículo ideal para estas canciones, definitivamente.

Nefertiti en Akhnaten de Philip Glass en el Metropolitan Opera de Nueva York © Karen Almond
Usted no es ajena a cantar música de compositores actuales, como Lieberson… o como Philip Glass, en cuya ópera Akhnaten hizo usted su debut en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Cuéntenos un poco sobre esta experiencia de cantar el papel de Nefertiti, con el cual no solo hizo su debut en este teatro, sino que fue vista por millones de personas en la transmisión en HD a nivel mundial.
Nunca me imaginé que iba a hacer mi debut en el Met con esta ópera. Pensé que sería en una ópera de repertorio más clásico, pero creo que fue el momento perfecto para mi debut. En primer lugar, interpretar a una reina africana como Nefertiti me hizo sentir muy conectada al papel; vocalmente es un reto cantar esta ópera por las repeticiones constantes en la partitura. Hay muchas transiciones que deben hacerse en el passaggio [la zona de transición vocal entre el registro de pecho y el registro de cabeza] y es complicado hacerlo. Fue todo un reto, pero me enseñó mucho sobre cómo irme midiendo durante la función. Hay poco texto y tuve que emitir sonidos que me obligaron a contar una historia sin palabras. Sí hay libreto —es un texto egipcio—, pero es mínimo; y hay un aspecto muy meditativo cuando lo cantas. Además, se canta en distintos idiomas. Fue un espectáculo visual fabuloso, con vestuarios espectaculares, con malabaristas, con colores… ¡Es una experiencia que nunca olvidaré! Aunque debo confesar que… ¡la voy a cantar de nuevo en el Met!
Trabajar con Philip Glass, un compositor vivo, es una emoción y una experiencia muy especial. Si tenía yo alguna pregunta, estaba él ahí para contestarla; conocer su perspectiva y escuchar sus razones sobre cómo escribió tal o cual pasaje… fue fantástico. También fue increíble sumergirse en este mundo del antiguo Egipto: es fascinante. ¡Y qué te puedo decir de cantar junto a mi querido amigo Anthony Roth Costanzo! Fue un verdadero deleite. Además, fuimos compañeros en la Manhattan School of Music, así que cantar juntos en Akhnaten fue como cerrar el círculo.
Fue un debut muy importante para mí porque me abrió las puertas del mundo de la ópera. Es curioso porque, como artistas —y específicamente como cantantes de ópera— es un camino muy largo el que tenemos que recorrer. Fui al bachillerato, a la universidad, a los programas de jóvenes talentos… No es que haya empezado mi carrera en 2019; fue el momento en el cual sentí que estaba lista para que el mundo supiera quien soy. Todas esas horas de practicar, ensayar y llorar dieron su fruto y fue en el momento perfecto que llegó esta oportunidad. Desde entonces ha sido una trayectoria para arriba, cantando papeles increíbles, haciendo debuts increíbles, como el que acabo de hacer hace unos meses en la Wiener Staatsoper como Carmen, y fue todo un éxito…
De otro gran compositor norteamericano, John Adams, ha interpretado dos óperas: Girls of the Golden West y El Niño. ¿Qué nos puede decir de estas dos obras?
Girls of the Golden West la hicimos en la Ópera de San Francisco y en la Ópera Estatal de Holanda. Aprendí tanto al adentrarme en el papel de Josefa Segovia; es lo que pasa cuando eres cantante de ópera: aprendes muchísimo acerca de tus roles. Ella fue una cantinera mexicana en California, durante la época de la Fiebre del Oro, periodo del cual creía saber mucho, pero me sorprendió descubrir que fueron tiempos muy turbulentos. Todo mundo intentaba sobrevivir a cualquier costo.
La ópera cuenta la historia de varias personas que vivían en ese territorio, pero también de las que migraban después de un tiempo a otros lados. Había personajes históricos, como Frederick Douglass, por ejemplo. Fue una historia muy difícil de contar, pero era muy importante contarla.
Trabajar, de nuevo, con un compositor vivo, en este caso John Adams, fue increíble. De él también canté recientemente El Niño en el Met, que es en realidad un oratorio, pero que se decidió hacer con una puesta en escena verdaderamente hermosa. Cuenta la historia de la Natividad, desde el punto de vista de María; hay dos Marías: la del Mar y la de la Tierra. Yo canté María la del Mar; todo es desde una perspectiva femenina.
Me gusta combinar estas obras con el repertorio tradicional. Soy una cantante a la que le apasiona contar historias. Creo que eso confunde a mucha gente que está acostumbrada a encasillar a los cantantes en “belcantista” o “verista”… A mí me gusta cantar todo tipo de obras; para mí, la raíz de una carrera de intérprete es poder contar historias, traer a la gente al teatro, que vengan nuevos públicos a la ópera. Cuando se hacen estas obras contemporáneas, traen a audiencias nuevas, a personas de distintas edades.
Pero amo las óperas tradicionales, y es por ellas que inicié mi carrera de cantante; hubo un tiempo en el que cantaba solo música contemporánea y dije: “No. Quiero cantar Carmen y Dalila, obras de Mozart y Mahler…” Tengo una estrategia con mis representantes de qué es lo que quiero hacer, para que no se me encasille en ninguno de los dos extremos. Creo que mi carrera está reflejando muy bien quien soy. Mi signo es Acuario, así que soy muy libre. (Risas.)

Sister Helen Prejean en Dead Man Walking de Jake Heggie, con el barítono Daniel Okulitch (Joseph de Rocher), en el Festival de Ópera de Vancouver © Tim Matheson
Me llamó mucho la atención que cantó el papel de la hermana Helen Prejean en la ópera Dead Man Walking (Hombre muerto que camina) en Vancouver; otra obra de un compositor actual en donde representa a una persona que todavía vive…
Es una ópera que me hizo vivir un momento de transformación muy fuerte en mi carrera. La he cantado solo una vez y muero por volverla a hacer; canté el papel en Vancouver y la hermana Helen estuvo ahí presente, en la función. La conocí en persona, platiqué con ella y le agradecí por la labor que hace. Generó mucha conciencia sobre el sistema penitenciario. Joseph de Rouche [el “hombre muerto que camina” del título] hizo esta cosa horrible, pero uno sale de la ópera teniendo compasión por él, a pesar de los homicidios que cometió. Y te rompe el alma por los padres de las víctimas. Es una de las más grandes óperas norteamericanas contemporáneas: he trabajado con Jake Heggie [el compositor], que es un gran amigo.
Soy la única mujer afroamericana que ha cantado el papel de la hermana Helen. Le llegué a preguntar a ella si le importaba que yo, una mujer de color, la interpretara, y me dijo: “¡No, en absoluto! Esto es una ópera, estás contando una historia, usa tu imaginación”. Me siento muy afortunada de haber interpretado este rol y espero cantarla de nuevo.
En 2023, gracias a mi amistad con Heggie, estrenamos otra ópera en la Houston Grand Opera llamada Intelligence. Fue un gran éxito, pero, por alguna razón que desconozco, no ha tenido más difusión. La acción se desarrolla durante la Guerra de Secesión y está contada desde el punto de vista de tres mujeres. Fue una historia real de espionaje durante esa época para poder liberar a los esclavos. Participaron también en la ópera Jamie Barton y mi tocaya, J’Nai Brugger. Afortunadamente se grabó y saldrá pronto en CD.
Es también muy importante mencionar su labor junto a otros cantantes de ópera de color, por los derechos de la comunidad afroamericana y las pláticas que han hecho dar a conocer sus opiniones sobre varios aspectos del mundo de la ópera…
Creo que debo usar mi voz sobre el escenario y fuera del escenario. La música tiene el poder de comunicar mensajes como ningún otro medio. Para mí, siendo una mujer afroamericana, es muy importante no solo salir a cantar bien en los escenarios; quiero poder crear conciencia de ciertas situaciones que ocurren y de las cuales se debe hablar. Por eso me gusta participar en charlas como las que tuve con mis colegas Julia Bullock, Larry Brownlee, Russell Thomas, y varios más. Debemos alzar la voz, sobre todo en situaciones como la que vive mi país actualmente. Mucha gente me pregunta si me da miedo hablar al respecto y yo les digo que no, porque no voy a cambiar quien soy.
Mi gente ha pasado por tanto en este país que, si no lo decimos, nos podrían borrar. Es importante también ayudar a que otras personas también se hagan escuchar. Después de la charla que tuvimos entre mis colegas, varios miembros de la comunidad asiática y latina me contactaron para decirme que al oírnos se sintieron inspirados para que también ellos puedan contar su verdad y su situación. Mi meta es que la gente se una y que rompamos las barreras a través de la música.
Continuando con este tema… ¿qué nos puede decir de su participación en la ópera A Knee on the Neck de Adolphus Hailstork?
Adolphus Hailstork es un compositor afroamericano muy importante. Escribió esta pieza en homenaje a George Floyd, después de que lo asesinaron. Hailstork comentó que al oír lo que le había sucedido a Floyd, la música brotó de su ser y la puso por escrito. Fue un tema muy difícil de tratar, pues habla del hartazgo y la fatiga que la comunidad afroamericana siente. Es una composición brillante porque se cuenta a través de diferentes perspectivas: el coro era enorme y tenía el rol de interpretar a varios personajes, entre ellos la madre de George, la gente racista blanca, Dios, etcétera. Fue muy interesante escuchar estas distintas perspectivas en una pieza que dura, a lo mucho, 90 minutos.
Mi papel era la voz de la razón, y fue un papel muy poderoso; todo mundo debería escuchar esta obra porque fue, en muchos aspectos, sanadora para un gran número de personas. No se trataba de echarle la culpa a nadie, sino de decidir qué vamos a hacer a partir de este momento, cómo vamos a seguir adelante después de lo sucedido.
Lo bueno de ser músicos es que siempre tenemos una historia que contar. Es una lástima que las cosas no han cambiado y que sigue la violencia contra la gente de color y los migrantes.

Carmen de Georges Bizet en la Ópera de San Francisco © Cory Weaver
En cuanto a su repertorio más tradicional, hace poco, como mencionaba, hizo su debut en la Wiener Staatsoper como Carmen. ¿Cómo visualiza el rol?
Me siento muy conectada con Carmen en varios niveles. Mi primer acercamiento con Carmen fue en mis años de estudio en el Curtis Institute de Filadelfia; hicimos una versión recortada de la ópera llamada La tragédie de Carmen. Yo tenía 24 años y sentí que el papel me quedaba muy bien; desde entonces lo he tenido en mi radar, pero es todo un tour-de-force cantarlo.
El público ha de pensar que, como son melodías muy pegajosas y fáciles de aprender, entonces el papel no es difícil… pero sí lo es, vocal y dramáticamente.
Mi debut en la Ópera Estatal de Viena fue mi décimo-tercera producción de Carmen y me fue muy bien. Cómo te puedes imaginar, el papel ya lo tengo en mi sistema; amo el rol y adoro la música. Creo que Carmen es una mujer muy especial y me identifico mucho con ella. Hay algunas cosas de ella que pueden no gustarme, pero su espíritu libre me encanta. Claro que me gusta seguir las reglas, pero hay veces que las rompo y creo que Carmen estaba muy adelantada a su tiempo.
Vocalmente, me ha enseñado mucho cómo mantener la energía durante una función. Una cosa es cantar el papel y otra es interpretarlo con toda la complejidad dramática y emocional que conlleva. Es un rol multidimensional, con muchos matices de su personalidad que se deben proyectar. Creo que en esta más reciente interpretación que hice de ella, todas las piezas embonaron bien. Estoy muy emocionada que debutaré en el Teatro Real en septiembre próximo con Carmen y luego la haré en otros teatros.
Otro rol francés que le queda muy bien a su voz la coprotagonista de Samson et Dalila de Camille Saint-Saëns…
La he cantado dos veces, le sienta muy bien a mi voz y es del mismo universo que Carmen. Creo que es un personaje muy oscuro… y una ópera impresionante. La música es sublime y no me explico por qué se representa tan poco; ojalá un día alguien haga una producción para mí. La canté en la Washington National Opera en el Kennedy Center, pero luego se interrumpieron las funciones por la pandemia. Después la canté en Seattle, pero en concierto, así que ojalá surja la oportunidad de cantarla de nuevo.
Otro rol francés que canté hace poco y que me fascinó fue Didon en Les troyens de Hector Berlioz, que es otro tour-de-force y que, afortunadamente, le queda muy bien a mi voz. Como cantante siempre estás aprendiendo cosas nuevas. Siento que el rol de Didon me ayudó a expandir mis recursos vocales. Siento que puedo hacer tantas cosas más dada la complejidad de ese papel.
Después de Didon canté el rol de Erika en Vanessa de Barber en el Kennedy Center con la dirección de Gianadrea Noseda. Fue en concierto y se grabó. Sacarán el CD a principios de 2026. Es una ópera preciosa y bastante subvalorada; para mí esta es una de las grandes óperas norteamericanas. Me encanta que, como cantante, puedo pasar de ser una mujer poderosa, reina de Cartago, como Didon, a una joven inocente, como Erika. Hay tantos colores y matices que puedo aportar con mi voz y me encanta la parte actoral que conlleva interpretar estos personajes.

Federica en Luisa Miller de Giuseppe Verdi, con Piotr Beczała (Rodolfo), en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona © Antoni Bofill
De repertorio italiano vi que ha cantado Rosina en Il barbiere di Siviglia y Adalgisa en Norma…
Me hubiese encantado cantar más Rosinas, porque es un papel increíble y con música fabulosa. Mi voz es más dramática actualmente y mi temperamento es más intenso. Hice también Sesto en La clemenza di Tito hace años y me encantó. Me gustaría algún día cantar Octavian en Der Rosenkavalier.
En cuanto a mi repertorio italiano, he cantado Bersi en Andrea Chénier y Federica en Luisa Miller en el Liceu de Barcelona. Creo que Verdi es mi siguiente paso; he cantado el Requiem y, para cantar Amneris o Eboli tengo que poder controlar la energía poco a poco, porque son papeles pesados. Mi voz se está expandiendo en los registros agudo y grave, así que voy paso a paso para poder llegar eventualmente a esos roles y tener una carrera larga. Tal vez cante primero Eboli que Amneris. Quiero también cantar Léonor de Guzmán de La favorite de Donizetti, pues me gusta cantar en francés.
Hay un aspecto de su vida que me gustaría mucho que conocieran nuestros lectores: usted jugó básquetol y su futuro iba encaminado por ahí antes de la música, ¿es correcto?
Sí, jugué básquet y pensé que iba a ir a la universidad para jugarlo. Por otro lado, estaba en el coro de la escuela y el maestro me dijo que tenía un don natural y que debía empezar a tomar clases privadas de canto.
Me encantaron las clases y sentí que mi voz era correcta para esa música; crecí cantando música godspell en la iglesia y un poco de jazz. Audicioné para la Tacoma Opera, que es la casa de ópera de mi ciudad natal, en el estado de Washington, y me quedé y canté en el coro de Tosca.
Mi entrenador de básquetbol me dijo que podía estar en el coro mientras no interfiriese con mi entrenamiento. Logré combinar ambas actividades hasta que llegó un día en que tuve ensayo de ópera en la mañana y partido en la noche así que le comenté al entrenador que llegaría al partido después del coro. Mi mamá me llevó del ensayo al partido y tomó dos horas en que llegara porque estaba retirado el teatro del estadio. Aunque llegué a tiempo al partido, el entrenador me regañó frente a todo el equipo, diciendo que prefería yo el canto al básquet y me dejó en la banca todo el partido como castigo. Lloré mucho y me fui del partido. Fue mi despedida del básquet.
Después de eso, hice audición para varias escuelas de música y me aceptaron en la Manhattan School of Music y me mudé a Nueva York. Estaba yo muy verde, pero sabía que tenía que estar ahí, pues amaba la ciudad. Como estudiante, fui a ver funciones al Met y a Carnegie Hall… con boletos baratos, claro. Trabajé mucho para lograr ser de las primeras de la clase en cuatro años. Cuando me aceptaron luego en el Curtis Institute de Filadelfia, sentí que lo que me estaba pasando era real, que iba yo por el camino correcto. Fui una de las dos únicas personas que aceptaron en la carrera de canto en Curtis. Canté muchísimos papeles ahí y recibí atención personalizada.
Así que el haber perdido mi beca para jugar básquetbol fue porque el destino me tenía deparado otro camino. Dios, el destino, el universo o no sé qué fuerza me estaba jalando hacía la música y yo lo escuché e hice caso al llamado. Creo que hice buena elección, aunque sí sigo jugando básquet… y a veces canto el himno nacional en los partidos.
Hacer deporte también te ayuda como cantante de ópera, no solo por el trabajo físico sino también por saber cómo manejar el rechazo (que sería el equivalente a perder un partido) o saber trabajar en equipo.

Bersi en Andrea Chénier de Umberto Giordano en la Ópera de San Francisco © Cory Weaver
¿Cómo se tomó tu familia el cambio de basquetbolista a cantante de ópera al ver que empezabas a ganar tantos concursos?
Hice muchos concursos: el Cardiff Singer of the World, Operalia (que fue, por cierto, la primera vez que canté en un escenario, en la edición que se hizo en Guadalajara). Llegué a las finales y, aunque no gané, me surgieron varios contratos para cantar en teatros.
Con mi familia pasó algo muy chistoso: grabé un CD con arias en cinco idiomas diferentes para enviarlo a audiciones. Lo grabé con mi maestro de canto y un pianista y, cuando lo puse en casa para que me escucharan, no podían creer que fuese mi voz. ¡Ni yo lo creía! (Risas.) Me apoyaron desde el principio porque se dieron cuenta de que tenía un don; mi mamá es maestra, así que entendió muy bien que sus hijos se debían dedicar a lo que los hiciera brillar. Estoy muy agradecida de que mis padres siempre me han apoyado y siempre han querido lo mejor para mí y mis hermanos. Ha sido un viaje para toda mi familia y vienen a México a apoyarme.
¿Qué nos puede decir acerca de las asesorías que dará próximamente?
Voy a colaborar con los alumnos del Merola Opera Program en San Francisco durante una semana. Daré asesorías y coachings individuales a los jóvenes talentos y luego haremos una clase magistral pública. Nunca me imaginé que daría asesorías en este punto de mi carrera; generalmente lo haces cuando estás ya por retirarte. Pero creo que, en mi caso, tengo otra perspectiva dado que estoy empezando a despegar en mi carrera y sé lo que está pasando en este momento en el mundo de la ópera.
En otoño pasado di también asesoría en Curtis y fue muy alentador. Me encanta enseñar y mostrar la técnica del canto. Quiero darles confianza y que sepan conocerse, de tal manera que, cuando lleguen las críticas —malas o buenas—, sepan en qué lugar están. Plantearles: ¿qué es lo que tienes que decir y cómo lo vas a decir a través de tu voz?