Kate Burt: “Para ser artistas, hay que arriesgarse”
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Kate Burt lleva la ópera consigo a todas partes como un tesoro en el bolsillo. Después de graduarse en Artes Escénicas y Música en la New York University, donde también hizo una maestría, fue una mezzosoprano que pasó décadas deslizando su voz a través de diversos escenarios en Estados Unidos y Europa, donde interpretó papeles como Suzuki en Madama Butterfly, la tercera dama en Die Zauberflöte y el príncipe Orlofsky en Die Fledermaus.
Hace unos años, como un equipaje que nunca la abandona, esa ópera que tanto ama la siguió hasta el viaje que emprendió hacia México en 2009. Ahora, desde la ciudad de Guanajuato, le acompaña a recorrer caminos que a esta cantante, productora y directora de escena de 75 años le entusiasma descubrir. Una de sus iniciativas más recientes podría ponerle los pelos de punta a los seguidores más ortodoxos del género, pero para Kate es una estrategia que le permite enamorar a otros del canto y de la música desde los rincones más insospechados. Y así, desde un mercado guanajuatense, Kate es la mente detrás de los intérpretes que saltan en medio de frutas, verduras y quesos para ponerse a cantar.
En esta etapa de su carrera, a Kate no sólo le preocupa mantenerse cerca de la ópera, sino acercarla a otros. Por eso, dice, no se concentra únicamente en el montaje de grandes producciones y en asumir los riesgos de —por ejemplo—aventurarse a conseguir músicos y elenco para presentar óperas barrocas, sino en permitirse transgredir los límites que pudieran crear barreras entre el público joven contemporáneo y esta disciplina. Hoy les apuesta a los niños —como público y como intérpretes— y a un futuro donde la ópera siga conquistando audiencias a pesar de las dificultades económicas y de difusión que las artes enfrentan en la actualidad. Desde Guanajuato en una entrevista telefónica, Kate Burt habló más con Pro Ópera al respecto.
Iniciaste como cantante y ahora te dedicas a la dirección de escena y producción de ópera. ¿Fue un paso lógico para ti?
Yo tengo 75 años, entonces he tenido una vida larga con varios sombreros. No canté ópera con la Metropolitan de Nueva York, pero sí con muchas otras compañías. Canté papeles como Dorabella en Così fan tutte, Maddalena en Rigoletto, Cherubino en Le nozze di Figaro, y muchos más. Todos papeles de mezzo. Canté en dos coros profesionales en Nueva York. También trabajé como actriz y directora de escena, y mi maestría es en Artes Escénicas de la New York University, por lo que tengo estas habilidades: idiomas, que me fascinan y hablo varios, y vestuario. Manejé un taller de vestuario por diez años. Entonces, me gustan todos los aspectos de la ópera: el teatro, la música, el vestuario, el arte, los idiomas… Todo me interesa y tengo experiencia.
¿Cómo fue tu llegada a México?
Llegué a México hace diez años para vivir aquí. Pareció lógico. En Guanajuato tenemos orquesta, mucho talento y un teatro estupendo —el Teatro Juárez—, pero no había ópera. Entonces pensé: “Yo sé algo de eso”. Empezamos con cosas muy pequeñas, unas escenas con piano, por ejemplo. La primera producción de ópera fue en 2013 y produjimos Amahl y los visitantes nocturnos, de Gian Carlo Menotti.
La verdad es que yo llegué aquí con la idea de jubilarme, tomar clases de español y aprender el idioma —que ya aprendí—, pero me pareció raro que en una ciudad con tanta cultura, un teatro maravilloso y una orquesta estupenda no hubiera ópera. Entonces quise hacer algo y poco a poco construimos escenas, hicimos producciones pequeñas y luego más grandes.
En 2014 pusimos Hänsel und Gretel de Engelbert Humperdinck, con orquesta y coro de niños, y hemos presentado Die Zauberflöte —con vestuario, puesta en escena y lo más que puedo con orquesta— y en 2018 pusimos dos piezas chicas, que fueron la Cantata del café de Johann Sebastian Bach y La serva padrona de Giovanni Battista Pergolesi. Tuvimos un gran éxito porque la producción era ligera, pequeña y pudimos moverla. Fuimos a San Miguel y a Irapuato. Varios lugares nos han invitado a presentar algo que no cuesta tanto y todo es con orquesta.
Había mucho interés en esta música belcantista y en septiembre presentamos La fille du régiment, de Gaetano Donizetti, con solistas, coro, orquesta, vestuario, puesta en escena y todo. Ahora estoy planeando la próxima, que va a ser L’incoronazione di Poppea, de Claudio Monteverdi, una ópera seria barroca. Es otro animal pero ya tenemos elenco, un plan y fechas en el Teatro Juárez y en San Miguel.
Después, el plan es presentar Falstaff, de Giuseppe Verdi, también con todo, aunque todavía no tengo elenco, pero voy a tener audiciones probablemente en enero.
Yo siempre ofrezco audiciones abiertas y escucho a cantantes de todas partes de la república y estoy sorprendida. Si quieren participar con nosotros, yo con mucho gusto escucho a todos e intento seleccionar a los mejores para los papeles que tenemos a la mano. He tenido el placer enorme de conocer gente tan amable y talentosa de todas partes que me hace muy feliz y no voy a jubilarme. [Ríe.]
¿Cómo has percibido la reacción de la gente de Guanajuato en estos años, después de empezar a presentar ópera ahí?
Con más y más entusiasmo. Al principio fue difícil porque teníamos estudiantes y gente a la mano, pero ha subido mucho el nivel y hay más y más gente que quiere participar y ver. Llenamos teatros. También ponemos ópera en la calle, en el mercado, que ofrecemos gratis. Son estilo flash mob, entonces de repente hay cantantes apareciendo en los puestos entre las tortillas y los quesos. La reacción es tremenda. La gente a veces dice: “No podemos ir al teatro, no nos quedan los horarios, pero en el mercado estamos muy felices, por favor que regresen”.
Creo que también es una cuestión de educar al público con ópera en la calle gratis para que sepa qué es y hacer programas para niños. También hemos ofrecido talleres. Tenemos un coro de niños y usualmente integro niños en los coros. Es una estrategia que intento llevar a cabo. Intento involucrar a niños y ellos traen al teatro a sus tíos, abuelos, primos… a toda la familia, y así muchos que nunca habían asistido a una ópera dicen: “Wow, no sabía, ¿cuándo es la próxima?”. Hay más y más entusiasmo y apoyo. Nunca vamos a convencer a todos que deben asistir a la ópera pero creo que es cosa de ofrecer e involucrar a niños y familias.
Tú has trabajado en varios países. ¿Qué opinión te genera México en cuestión de ópera?
Siempre se necesitan apoyos. Siempre es una lucha para tener fondos suficientes y ofrecer los programas que queremos. Una cosa que hemos hecho con el apoyo del Instituto Estatal de Cultura en 2015 y que quisieron volver a hacer después es ofrecer algunas escenas de una ópera para niños que tuvimos en gira en varias partes de estado, en comunidades donde no hay nada de eso. La gente viene especialmente si hay un espectáculo para niños. Y sí hay óperas para niños, que ellos también pueden apreciar, como La fille du régiment, que es divertida y los niños pueden ver.
Opino que debemos ofrecer más programas en la calle y donde no hay o hay muy poca cultura y ofrecer programas para niños que incluyan talleres en que participen, donde puedan inventar su propio canto, sus propias canciones, y presentarlas ante sus papás. Tenemos que buscar una estrategia para traer algo, especialmente que puedan ser accesibles para cualquier público, de música interesante, con bonitas melodías y con una historia que los enganche. Hay óperas para niños como El gato con botas, que también está en mi lista.
Creo que la cosa es involucrar a niños lo más que se pueda como público y como participantes, armar coros de niños en todas partes. Y sí, con una mezcla de música mexicana, pero también con otras cosas para que conozcan toda la riqueza, todo el espectro. Están expuestos a un color, pero hay muchos más colores. Ellos van a ser el público del futuro y, si no los incluimos, la ópera va a morir.
Tú sueles estar en contacto con estudiantes de canto. ¿Cómo los percibes?
Hay un programa de canto en la escuela de música de la universidad de aquí. Los involucro. Muchos participan en el coro, y en la escuela de música hay instrumentistas que cantan. También les ofrezco un papel pequeño en una ópera más grande. Muchos empezaron en el coro y luego se “graduaron” a algo más grande. Varios de los que tienen buen nivel absolutamente están en mis producciones.
Una de las cosas que me gusta hacer es poner a estudiantes con profesionales en una producción profesional para que quienes tienen una gran formación puedan ser mentores de los estudiantes que están en formación. Entonces también hay estudiantes que participan en la orquesta, aunque los principales sean profesionales. Creo que es súper importante ofrecerles oportunidades. Si son coristas, pueden aprender de ópera y pensar que podrían cantar de solistas algún día, porque se saben la música y entienden cómo es.
Tú tienes interés en la ópera barroca, pero en México no se presenta con frecuencia…
Sí, aquí no hay mucho. Hay unas personas que tienen una gran pasión por la ópera barroca. A mí me encanta pero también otros estilos: Puccini o Verdi. Decidimos empezar el año pasado. Con el cambio de gobierno se volvió muy complicado conseguir el teatro y hacer algo más grande, así que pensé: “OK, una ópera barroca”. Y elegí algo divertido. Hay más interés en la Ciudad de México que aquí, pero también hay algunos músicos de la orquesta sinfónica de aquí que tocan ópera barroca.
Además, hay unos cantantes que descubrí haciendo audiciones y tienen una gran pasión por la ópera barroca. Están buscando y buscando qué hay en el país para participar. Hay un contratenor, por ejemplo (la música barroca incluye muchos contratenores), que es maravilloso: Gamaliel Reynoso. Él va a participar con nosotros en un papel grande y está muy feliz de tener un chance de cantar una ópera de Monteverdi.
Cuéntame más sobre L’incoronazione di Poppea…
La pieza es interesante porque fue escrita en 1643, cuando la ópera era una forma de arte nuevo. No era conocida y la letra es un drama, es casi una telenovela. [Ríe.] La puesta es en la antigua Roma. El protagonista es Nerón y trata de su relación de amor con una mujer de alta nobleza que no era su esposa, a quien deja para casarse con Poppea, y darle a ella la corona de emperatriz. En el proceso varias personas mueren o son exiliadas y pierden todo, para que ese amor necio triunfe.
Ya tengo elenco y orquesta. Va a ser una orquesta barroca de diez a doce instrumentos con clavecín, cuerdas, y tal vez una flauta de pico. Estamos en eso. El músico principal —el clavecinista— es originario de Guanajuato. Se llama Miguel Espinoza y hace unos cinco años se fue del país para estudiar en el Conservatorio Real en La Haya, en Holanda, y tiene su licenciatura y maestría de allá. Tiene una formación increíble. Ha tomado talleres en Italia y ahora vive en Oslo, Noruega, haciendo una segunda maestría. Estamos importándolo, puesto que es experto en esta obra. Se presentará en el Teatro Juárez el jueves 20 y el sábado 22 de febrero; y en San Miguel de Allende el 25 y el 26 de febrero. Hemos sido invitados por Pro Música de San Miguel, que quieren incluir una ópera barroca en su oferta musical.
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