Masha Soboleva: «El canto es un motor de mi vida»

Masha Soboleva: «Nací en Moscú, pero soy mexicana por la antigüedad que tengo con México»

La soprano mexicana de origen ruso Masha Soboleva obtuvo el tercer lugar en la Categoría de Canto Clásico en el 9th Performing Arts Competition Stars of the Albion Grand Prix 2023, competición de talentos que se celebró en Londres, Inglaterra, entre el 3 y 4 de marzo pasado. 

Para la joven artista, ese galardón resultó significativo, además del resultado en sí mismo, porque recientemente retomó el canto, luego de una pausa en la que se ocupó más de otras facetas de su trayectoria, como la enseñanza y la promoción cultural. De este certamen, que reafirma su pasión vocal, surgió una invitación para cantar en días próximos en Israel y en estas vísperas de regresar al escenario, Masha Soboleva conversó en exclusiva para los lectores de Pro Ópera, aun con el entusiasmo de su buena participación en el concurso londinense.

Cuéntame, ¿cómo te sientes de este tercer lugar que, según tus palabras previas, no esperabas?
Realmente me siento muy contenta. Es un concurso curioso, porque es una mezcla de muchos talentos. Hubo mucha gente; más de 50 personas entre cantantes (de ópera y teatro musical) y bailarines (de danza y ballet). Fue muy interesante y distinto. 

¿Cómo te enteraste de ese concurso y decidiste participar?
Siempre he tenido una fascinación por Inglaterra, pues sigo muchos artistas e influencers de ese país y además me interesa mucho su cultura e historia. También Inglaterra para mí ha sido una inspiración musical, pues justo es el Hollywood del teatro musical clásico: My Fair Lady, Les misérables y demás títulos de un género que me atrae y por lo que sigo lo que ocurre en Inglaterra. En ese contexto, el año pasado fui para hacer varias cosas; me invitaron a cantar y me dijeron que habría concurso este año, que estuviera al pendiente por Internet. Así me enteré de Stars of the Albion.

Cantaste un aria de ópera y una canción mexicana. Cuéntame sobre tu participación.
Inicialmente iba a cantar solo ópera: ‘Quando m’en vo’ de La bohème de Giacomo Puccini y el aria de la carta de Tatiana de Eugenio Oneguin de Piotr Ilich Chaikovski, pero cuando propuse las piezas me dijeron que entendían que cantaba ópera muy bien, aunque como iba de México querían escuchar alguna pieza mexicana, ya fuera de concierto, de ópera o una canción. Me lo dejaron a mi elección, así que escogí ‘Despedida’ de María Grever, una pieza genial que a mí en lo personal me llega mucho. A la gente le encantó, sobre todo a los que entendieron el español, pues comprendieron de qué se trataba.

Ganadora del 3er lugar del Albion Grand Prix de Londres

Aunque no es un primer lugar, es un resultado positivo.
Sí, creo que sí. Fue un tercer puesto y sinceramente estoy muy feliz y agradecida con este lugar, porque el año pasado hice unos concursos que fueron online, en los que mandé videos de mis grabaciones profesionales de ópera. Pero es muy diferente concursar así, porque tranquilamente puedes grabar tu video una y otra vez, hasta que te salga como quieres. Salir al escenario, y que cantes como cantes, es muy diferente, te salga como te salga. Es mi primer concurso fuera de México y de Rusia y el resultado fue bueno. Estoy contenta, incluso sorprendida.

Al margen del resultado, tu participación tuvo un significado importante, porque dejaste de cantar un tiempo y te dedicaste a otras facetas de tu trayectoria artística y profesional. Este premio llega justo ahora que retomaste tu carrera de canto. ¿Por qué dejaste de cantar y cómo fue que decidiste regresar a esta faceta de tu voz?
Hago diversas actividades. Soy empresaria (en la rama educativa, tengo una escuela de idioma ruso) y promotora cultural, área donde he aprendido mucho y ofrezco bastantes cosas a la gente. Disfruto mucho esa interacción. Gracias a que me dediqué un tiempo a la promoción cultural, existe una Fundación Tchaikovsky, desde 2014. 

Aprendí mucho ahí, pues me dediqué a organizar y a gestionar una serie de trabajos y actividades, aunque eso consumió mucha de mi energía y tiempo. Y justo al llegar la pandemia, esa situación me impulsó a retomar mi carrera de canto, porque el canto es muy celoso. Es una actividad que debe realizarse a diario con verdad y dedicación, como si fueras deportista. La había dejado de realizar un tiempo, pero la pandemia me decidió a retomarla. Además, me di cuenta de que, si no canto, me deprimo. Es, ¿cómo decirlo…?

Un motor para tu vida…
Sí, totalmente. Considero que fue muy bueno lo que llegué a desarrollar a través de la promoción cultural, pero dejé de ser yo. La pandemia me ayudó a regresar a mí misma, a una necesidad vital. Si no canto, no soy yo. Y si no soy yo, me deprimo. Y si me deprimo, me deprimo más y ya no le veo sentido a nada.

Si te das cuenta, Masha, vamos hacia atrás en lo que ha sido tu trayectoria. ¿Cómo surge tu acercamiento al canto y de qué manera te has desarrollado en lo vocal y artístico?
Claro. De inicio, debo decir que vengo de una familia musical. Mi padre, Valerii Nepomniaschi (qepd), era violinista y mi madre Milana Soboleva es violista. Desde niña me he educado en ese mundo…

¿Dónde naciste?
En Moscú, pero llegué a México cuando apenas tenía dos años. En México me seguí desarrollando. Soy mexicana por la antigüedad que tengo con México. El entorno que tenía mi familia me rodeaba también a mí. Desde entonces agarré el gusto por la música. De niña me enseñaron a tocar violín y más adelante aprendí a tocar piano. En la adolescencia me di cuenta de que, cuando a empezaba a cantar, se me facilitaba hacerlo de una manera impostada, lo que me llevó a cantar de manera operística.

Curiosamente, mi gusto por la música surgió por la música clásica y el jazz en mi infancia. En la adolescencia tuve una época de rebeldía y participé en grupos de rock que formaba con mis amiguitos. De ahí conocí algunos grupos de rock que tenían cantantes de ópera como vocalistas. Yo tenía 13 o 14 años y entonces las imitaba. Me di cuenta de que yo también podía cantar así. Comencé a tomar clases y ahí agarré el gusto y comprendí que debía dedicarme a cantar. 

Cuando crecí y terminé la prepa, entré en la Escuela Superior de Música. Tenía 20 años. Estudié, me gradué y titulé. He continuado desde entonces. Yo me considero cantante de performance y no solo de ópera. Soy cantante profesional, así me describiría, porque también me encanta el teatro musical clásico.

¿Cómo fue tu educación vocal en la Escuela Superior de Música? ¿Quiénes fueron tus maestros y cómo se dio la transición entre los pasos académicos y los que te conformarían como profesional?
Primero comencé a tomar clases particulares en la adolescencia. Luego tomé clases con la querida maestra Luisa Bezrukova. Tenía por entonces 19 años y me la recomendó la maestra María Katzarava. Luego entré en la Superior de Música y en mis primeros años estuve con la maestra Maritza Alemán y después seguí con la maestra Amelia Sierra. Ahí aprendí bastante de ópera. Hicimos prácticas de Don Giovanni, La flauta mágica y otros títulos. 

Cuando acabé la escuela continué con clases particulares y master classes. En ese aspecto puedo mencionar nombres como Olivia Gorra, Cynthia Lawrence o la maestra del Teatro Mariinsky, Olga Sergeeva. Estos últimos tres años he tomado clases con la maestra Eugenia Garza. De hecho, las piezas recientes que han sido utilizadas para mis concursos, las he trabajado con ella. Ansío con todas mis fuerzas seguir desarrollando mi carrera. Estoy muy enamorada del canto y deseo hacer mis primeros papeles en ópera o en teatro musical clásico.

«La pandemia me ayudó a regresar al canto»

¿Cuál dirías que es el principal reto que debe sortear un joven cantante para hacer despegar su carrera, considerando que también has sido promotora cultural y seguramente desarrollaste una perspectiva personal sobre este punto?
Tener muchísima paciencia. Cuando hice algunos concursos hace varios años, cuando comenzaba, y algo no me salía, a la larga me llevaría a tomar la pausa de la que hemos hablado. Algo no salía. Algo me causaba conflicto. Y no sabía cuándo podía resolverlo. Me empecé a desesperar… y no puedes hacer eso. Debes tener paciencia.

Y me di cuenta de que esa paciencia puede surgir de alguna otra actividad que te distraiga, de tal forma que te desestrese. Yo agarré lo de la promoción cultural porque la verdad, con esa actividad, he visto lo que no se ve cuando eres cantante: cómo armar un proyecto, cómo armar un equipo de trabajo para que se haga una obra o un evento, un recital o un concierto.

Aprendí a hacer todo eso y es muy interesante porque desde esa perspectiva observas cómo tiene que cantar el cantante, cómo se tiene que ver y cómo se debe llevar un show de calidad. Eso es lo que yo hice. Por eso recomiendo que sigan trabajando en lo suyo, pero también que realicen alguna actividad que los complemente. Y claro, seguir exponiéndose, trabajando las piezas y buscando las oportunidades, incluso para que la gente del ambiente te conozca. Eso no es tan fácil porque no siempre caes con la gente que te puede impulsar la carrera.

Respecto de la de promoción cultural en la que destaca tu labor para la Fundación Tchaikovsky, ¿qué podrías presumir como tus logros principales?
Básicamente, la promoción cultural ha sido una plataforma desde la que he podido exponer diversos talentos. No sólo el mío. He promovido a compositores (entre ellos Alexis Aranda y Sergio Berlioz) o cantantes a los que he expuesto en lugares como museos (el Castillo de Chapultepec, el Museo Sumaya) o ciertos personajes que he llevado a Rusia con ayuda de la Secretaría de Relaciones Exteriores y apoyos externos que he conseguido. 

Por ejemplo, en el Mundial Rusia 2018 llevé a la maestra Olivia Gorra a cantar y al barítono Armando Piña para representar la voz operística de México en ese contexto mundialista. Cantaron en la Sala Rajmáninov del Conservatorio Chaikovski. También, en un foro justo para el Mundial, muy cerca de la Plaza Roja. 

Llevé tres años seguidos talento mexicano, desde 2016, hasta 2018. En el 2016, fueron la mezzosoprano Angélica Mata y el pianista Daniel Ochoa Gaxiola. Ese fue el primer proyecto. El segundo fue Gabriela Jiménez, que es una percusionista mexicana. Ella tocó en el Museo Moscú y en la Sala Rajmáninov. Luego empezó 2019 con algunas actividades y en 2020 inició la pandemia, lo que bajó mi actividad de promoción cultural y eso marcó mi regreso al canto.

¿Qué expectativas próximas tienes para desarrollar tu carrera?
Siempre que he cantado en México, he sido más solicitada para cantar música rusa. Y lo voy a seguir haciendo con todo gusto: óperas rusas, romanzas o canciones. Pero voy a buscar a ciertos directores de orquesta para exponer la música que yo ahora me sé para ver si puedo participar con alguna orquesta. Y seguiré audicionando también en el extranjero. Lo de Londres ha sido mi primer intento. Y eso me permitirá presentarme en Israel. Quiero seguir exponiéndome, aprovechando la emoción de este concurso.

No quiero desaprovechar la oportunidad para preguntarte qué puedes comentarme sobre los nexos culturales entre México y Rusia y cómo se han visto impactados a partir de la guerra y de la cancelación artística que hemos visto en muchos lugares…
Claro. Para empezar, diría que México y Rusia son países amigos. Solamente una vez en la historia han tenido una interrupción de relaciones diplomáticas, hasta donde me acuerdo, en el tiempo de Lázaro Cárdenas, al inicio de los años 40. En general, la actividad sí ha disminuido con los proyectos políticos rusos, pero yo pienso que no va a durar mucho esa situación, porque una situación política no puede ser más relevante que autores como Anton Chéjov o Serguéi Rajmáninov; o los pintores o cantantes rusos. La cultura no tiene nada que ver con lo que sucede en términos políticos. Se han intentado promover proyectos rusos en México a los que no les ha ido mal, aunque sí que ha disminuido la frecuencia. Sin embargo, no se ha apagado esa relación. Es lo único que puedo decir en ese aspecto.

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