Miguel Espinoza: “Monteverdi ha estado en mi mente desde siempre”
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Hace 378 años que L’incoronazione di Poppea (La coronación de Popea) se estrenó en Venecia. La última ópera de Claudio Monteverdi se sitúa en tiempos del Imperio Romano y retrata a un Nerón infatuado por una mujer que no es su esposa y que termina por ceder ante ella. Desde aquella primera presentación en 1642, esta ópera barroca se ha presentado en diversos escenarios de todo el mundo, pero apenas ahora llega a México y por primera vez será montada en el Teatro Juárez de Guanajuato los días 20 y 23 de febrero, en una producción de Ópera de Guanajuato, y posteriormente el 25 y 26 de febrero en el Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante” de San Miguel de Allende, en asociación con Pro Música de San Miguel.
La producción contará con un ensamble barroco de 13 instrumentos bajo la dirección de Miguel Espinoza, quien también será el músico principal. Especializado en clavecín, Espinoza ha aparecido como solista, continuista y maestro al cembalo a nivel internacional, pero de tanto en tanto vuelve a México para ofrecer conciertos. El público, dice, siempre se ha mostrado entusiasmado con el repertorio barroco y eso lo motiva a seguir. A solo unos días de las funciones del estreno de esta ópera en México, justo en el estado donde nació, platicó con Pro Ópera sobre su carrera y el estreno de la ópera que encabeza.
Me gustaría que me contaras un poco sobre tu formación. Tú eres de Guanajuato, pero llevas ya varios años en Europa.
Musicalmente me empecé a formar en Guanajuato, pero sí, cuando comencé a interesarme en la música antigua —específicamente en el clavecín— me fui. Mi primer maestro fue Gastón Lafourcade en Querétaro y de ahí me fui al extranjero: seis años en Holanda y actualmente estoy haciendo estudios de posgrado en Oslo.
¿Siempre te interesó el clavecín?
No, el primer instrumento que me llamó la atención fue el violín —porque mi mamá es violinista—, y luego el piano. Durante mucho tiempo estudié los dos —violín y piano— y hasta que cumplí 15 o 16 años fue cuando entré en contacto con el clavecín. Recuerdo que en la escuela de música de la Universidad de Guanajuato tenían un clavecín. Recuerdo que incluso el mueble me llamaba la atención, por su decorado y demás. Luego me acerqué, pude tocarlo un poco y al escuchar al sonido lo sentí muy afín a mí. Me maravilló y supe que era el instrumento en el que quería especializarme; desafortunadamente, en México en aquel momento no había maestros especializados en él ni en el repertorio que implica. Entonces fue cuando empecé a buscar. Afortunadamente encontré al maestro Lafourcade, que no estaba tan lejos de Guanajuato, y después tuve que irme al extranjero.
¿Eso fue lo que despertó tu interés en la música barroca?
Sí, aunque desde pequeño, como estudiaba piano, siempre tuve una predilección por la música barroca. Pero sí, con el clavecín fue que me pude desarrollar plenamente en ese repertorio.
¿Cuál era tu repertorio soñado, algo que deseabas interpretar cuando apenas iniciaba tu carrera?
Prácticamente todo el repertorio era nuevo para mí y me llamaba la atención, pero en particular creo que el Concierto en Re menor para clavecín de Bach. Era mi ilusión poder tocarlo.
¿Recuerdas cuando la interpretaste por primera vez?
Sí, fue en Holanda, en mi examen final de maestría tuve oportunidad de tocar ese concierto.
Respecto a tu estancia en ese país, ¿qué representó esa experiencia en tu carrera?
Yo llegué con 21 años. El primer año fue muy decisivo en cuanto a acomodarme al país, a las costumbres, al clima; y en el conservatorio, con mis maestros, era un ritmo de trabajo mucho más exigente de lo que estaba acostumbrado en México. Me costó mucho, sobre todo los primeros dos años, agarrar un ritmo constante. Los maestros eran directos y duros, y había que acostumbrarse a ese modo de hacer las cosas.
¿Cómo percibes el interés por la música barroca tanto en Europa como en México?
Creo que es el mismo. Desafortunadamente, en México no tenemos tantos recursos como los hay en Europa, y eso desemboca en que no haya tantos instrumentistas que se especialicen en ese repertorio. Sin embargo, creo que ya se empieza a ver. En la Ciudad de México, por ejemplo, hacen un gran trabajo con la orquesta de música barroca de la UNAM. Es una orquesta joven que se especializa en la interpretación histórica de la música barroca.
¿Hay algo que crees que recientemente haya impulsado a la música barroca en México? Digamos, la AMA es reciente y cada vez podemos ver más conciertos en distintas ciudades.
No estoy muy en contacto con el proceso de la academia allá, pero creo que un punto decisivo es que ha habido varios mexicanos que han tenido oportunidad de estudiar en el extranjero y de regreso han empezado a hacer escuela. Eso es un punto muy importante: es muy importante ir, salir, educarse fuera, pero también es un punto importante retribuir.
¿Cuál es tu sentir como músico cuando regresas a México y vuelves a estar en contacto con la industria?
Algo que siempre me motiva mucho es el interés de la gente, de los mismos estudiantes, de los colegas, que siempre hay un interés y una disposición de trabajar, de tocar juntos. Creo la ópera es una pasión muy grande, que mucha gente tiene en México. Y, bueno, desafortunadamente, creo que lo que me desmotiva es la poca valoración que muchas veces hacen las autoridades de la música.
Ahora que estás de vuelta para el estreno de La coronación de Popea en Guanajuato, ¿cuál es la importancia de esta ópera?
Yo tengo presente a Monteverdi desde que era muy pequeño. Desde que tenía once o doce años en mi casa escuchábamos sus madrigales, sus obras principales. Es un compositor que, consciente o inconscientemente, siempre ha estado en mi mente, y ahora con este proyecto he podido acercarme más a su música, a su estilo. Esta ópera ha sido todo un reto. Para mí el estudio de la música, la instrumentación en sí, es un reto; sobre todo porque Monteverdi era muy vago en sus instrucciones, entonces deja mucho a la decisión de los intérpretes. En ese sentido es todo un reto: poder tomar decisiones musicales y artísticas apegándose al estilo.
¿Cómo interpretar entonces una ópera así, que permite cierto margen de libertad de interpretación?
Hay varios aspectos, empezando por decidir una instrumentación. Monteverdi mismo no especifica qué instrumentos deben de ser. También es un reto escoger una edición, ya que hay varias versiones publicadas. Como intérprete y director, además, debes poder reflejar en la música todos los aspectos y sentimientos que el compositor maneja con el texto en la música: ese es uno de los retos más grandes, hacer esta música expresiva.
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