
Nadine Sierra: “Mientras más me adentro en el bel canto, más me ayuda como cantante”

Nadine Sierra © Gregor Hohenberg
La soprano estadounidense Nadine Sierra regresa a cantar a la Ciudad de México después de siete años de haber hecho su debut en territorio mexicano. Aquella vez, cantó en la Sala Nezahualcóyotl con la Orquesta Sinfónica de Minería bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto. Ahora retorna a nuestro país, con una carrera aún más sólida y habiéndose consagrado en varios de los teatros más importantes del mundo.
Cantará en el Palacio de Bellas Artes el 3 de noviembre a las 20:00 horas, acompañada del pianista Ángel Rodríguez en una selección de arias y canciones de Gounod, Puccini, Donizetti, Bellini, Mozart, Verdi, Giménez, Villa-Lobos, Loewe, Ramírez, Gershwin, Ponce y Braga. Antes irá a Torreón, Coahuila, el día 12 de octubre.
Dos días antes de la entrevista que Sierra nos concedió, la soprano estadounidense cantó el papel de Amina en la nueva producción de Rolando Villazón de La sonnambula de Vincenzo Bellini, con un enorme éxito. Esta ópera será transmitida, en vivo, el día 18 de octubre a varios cines alrededor del mundo. Sierra no es una figura extraña a las transmisiones en alta definición del Metropolitan Opera House de Nueva York. Ya hemos tenido la oportunidad de verla en estas transmisiones y su siempre elegante canto y su bella presencia escénica han capturado la atención del público a nivel internacional.
No hay que olvidar su tierna Ilia en Idomeneo, su impecable y refinada Violetta en La traviata, su juvenil e intensa Lucia en una producción muy polémica de Lucia di Lammermoor, con el tenor mexicano Javier Camarena, o su más reciente participación como Juliette en una fantástica e inolvidable función de Roméo et Juliette al lado del tenor francés Benjamin Bernheim.

Xabier Anduaga (Elvino) y Nadine Sierra (Amina) en la producción de Rolando Villazón de La sonnambula de Vincenzo Bellini en el Metropolitan Opera de Nueva York © Marty Sohl
¡Muchas felicidades por tu éxito en La sonnambula en el Met! Esperamos con ansia ver la transmisión en vivo de esta ópera en unos días. ¿Qué nos puedes decir sobre tu participación en esta ópera con la dirección escénica de Rolando Villazón?
Esta Sonnambula es muy especial; Xabier (Anduaga) y yo nos conocemos desde hace ocho años. Lo conozco desde los inicios de su carrera: éramos parte de la misma compañía de representación de artistas, luego renunciamos a ella y ahora estamos ambos con Askonas Holt. Tenemos una amistad muy bonita y una química musical en escena que también tengo con otros compañeros, pero con Xabi es muy genuina. Somos como hermano y hermana, nos respetamos mucho y nos queremos mucho, confiamos el uno en el otro. Nos adentramos por completo en nuestros personajes de Amina y Elvino para dar el cien por ciento en la función, no solo para el público sino el uno para el otro. Creo que cuando la audiencia puede ver interpretaciones así, especialmente con un dúo, es fenomenal y creo que deja una gran impresión en la gente.
Sobre mi trabajo con Rolando, debo decir que es un goce tenerlo como director de escena. No digo esto de él o de Xabi solo por alabarlos, porque en verdad lo creo y lo digo desde el fondo de mi corazón. Rolando es el tipo de director de escena que los cantantes necesitamos más a menudo. ¿Por qué? Porque él sabe de primera mano lo difícil que es ser un solista, un protagonista; sabe lo que es necesitar respirar en tal o cual parte, conoce la experiencia de tener esta responsabilidad sobre nuestros hombros. Rolando fue maravilloso conmigo; tuve que saltarme algunos ensayos porque en esta época del año es muy complicado respirar en Nueva York por las alergias. Él fue tan comprensivo conmigo y me dio la oportunidad de descansar, creyó en mí, confió en que yo sabía qué hacer en los ensayos siguientes.
Es muy bueno en hacer el ambiente del cuarto de ensayos muy ligero; Rolando es un hombre muy chistoso, siempre nos estaba haciendo reír. Creo que lo hacía a propósito porque sabe lo estresante que es este trabajo y cómo siempre debes obtener un nivel óptimo. Eso conlleva un precio muy grande, viene con perder mucha energía, trabajando mucho con tu voz, y él solo trata de hacer que todos la pasemos genial, sin importar qué. Me gustaría mucho trabajar con Rolando otra vez, ojalá dirija muchas más óperas; fue una experiencia increíble y en nuestra noche de estreno fue espectacular. Espero que el público mexicano disfrute esta Sonnambula tanto como nosotros la estamos gozando.

Con Benjamin Bernheim en Roméo et Juliette de Charles Gounod en el Metropolitan Opera © Marty Sohl
Hablando de Bellini, y del bel canto en general… Hay una creencia entre un sector de los melómanos de que las tramas de las óperas de ese período son débiles y de que solo se trata de pararse y cantar, y que no hay acción. ¿Cuál es tu opinión al respecto, al participar en una puesta tan fresca de la ópera belliniana?
En esta producción, definitivamente no estamos solo parados y cantando sin hacer nada más. Estamos muy activos en todo momento. En varias escenas la gente se reía, reaccionando a todo lo que pasaba en escena con nosotros. Esto es bueno porque muestra que estamos dándole vida y energía a la obra.
Un aspecto que discutimos mucho con Rolando es por qué Amina es sonámbula. Cuando yo era pequeña, más o menos a la edad de entre cuatro y siete años, yo también era sonámbula. Mi mamá me dijo que se debía a que, en esa época, estaba yo lidiando con mucho estrés, y además tenía yo muchas pesadillas. Amina, en el caso de la ópera, tiene mucho estrés en su vida y es lo que Rolando quiso mostrar. Para ello, hizo que la aldea en donde vive Amina sea parte de una secta, con gente muy cerrada, muy hermética: se ve en las posturas que hizo adoptar a los del coro. Todos tienen su vista puesta en Amina, aunque es solo una jovencita, llena de vida, amor y compasión.
Y luego tenemos a Elvino, que es encantador pero que muestra desde el principio signos de ser muy celoso y hasta parece que le desagrada cómo es Amina. En cuanto descubren a Amina en el cuarto del Conde Rodolfo, inmediatamente desconfía de ella, y de la nada decide casarse con Lisa. Rolando muestra qué tan mal está toda la situación. Y por esa tensión que está viviendo Amina en la aldea y en su relación con Elvino, por todo ello es sonámbula. Acaba siendo un mecanismo de adaptación o de afrontamiento ante lo que está pasando en su vida. Trato de mostrar todo eso en mi Amina. Verán en la puesta un espíritu que sigue a Amina mucho durante la producción que puede simbolizar su libertad y tal vez su curiosidad de lo que puede haber fuera de la aldea en el mundo exterior.

Con Michael Fabiano en Manon de Jules Massenet en el Liceu de Barcelona © David-Ruano
Las heroínas belcantistas parecen encontrar en esos momentos de locura o sonambulismo una oportunidad para dejar salir todo lo que traen dentro en cuanto a sus sentimientos más fuertes. Como alguien que ha cantado a Amina y a Lucia de Lammermoor, ¿qué opinas de esas escenas? ¿Son la liberación que estas mujeres buscaban durante toda la ópera?
Totalmente; es en esas arias o escenas en donde por fin tienen la oportunidad de expresar su verdad, esa verdad en la manera más pura. Muchas de estas heroínas operísticas —y más en el periodo belcantista— son oprimidas y ninguna está en realidad a cargo de su propia vida. Quienes se encargan de sus destinos son, predominantemente, los hombres a su alrededor. Así, pues, a través de sus arias de locura o de sonambulismo, es el momento en que ellas pueden liberarse y contar su verdad. Me parece un tema interesante y fascinante que hombres como Bellini o Donizetti fueron capaces de percibir esa necesidad en los personajes femeninos. Me gusta que pusieran un énfasis en esto en sus óperas.
Antes de pasar a otro tema, vi que la primera vez que hiciste La sonnambula fue en el Liceu de Barcelona, también con Xabier Anduaga, pero con una directora mujer, Bárbara Lluch. ¿Qué diferencia hubo entre la visión de ella y la de un hombre, en este caso, Villazón?
Sin importar que Bárbara es mujer y Rolando es hombre, es curioso que ambos vieron las fallas en la personalidad de Elvino y de cómo trata a Amina, y ambos lo subrayan en sus puestas. Rolando es muy linda persona, tiene hijos y apoya mucho a las mujeres. Creo que encuentro más similitudes que diferencias entre sus visiones. Es bueno contar con un director como Rolando que quiere mostrar todo esto en escena.

Violetta en La traviata de Giuseppe Verdi en el Met © Marty Sohl
Pasando a la evolución que ha tenido tu repertorio, cantas roles belcantistas como Amina, Adina en L’elisir d’amore, Lucia… De Verdi has cantado Gilda en Rigoletto y Violetta en La traviata, y pronto cantarás en escena Luisa Miller… ¿Podemos esperar que llegues a interpretar algún día el bel canto más ‘pesado’? Digamos, ¿Maria Stuarda, Anna Bolena?
Sí, definitivamente voy a cantar Maria Stuarda por primera vez en 2027, y tengo planes de hacer Anna Bolena también… Y sí, Luisa Miller viene también en un futuro; ya la canté en concierto, en Nápoles, y fue una experiencia maravillosa. Pude analizar en qué partes están las dificultades que tengo que trabajar porque es un papel que requiere mucho sonido en la voz. Creo que ahora que la cantaré en escena la voy a sentir más en mi cuerpo, más cercana a mí, como han sido otros de mis roles. En algún momento también quiero echarle un ojo a Norma, porque creo que, mientras más me adentro en el bel canto, más me ayuda como cantante. Yo he aprendido mucho al interpretar a Violetta. Con Lucia, hace algún tiempo sí me resultaba muy difícil de cantar, pero ahora la veo en una luz distinta.

Con Javier Camarena en Roméo et Juliette de Charles Gounod en la Ópera de Bilbao © E. Moreno Esquibel
¿Algo de repertorio francés? Recuerdo tu Juliette el año pasado en el Met con Benjamin Bernheim…
Tengo planeado cantar en un futuro Thaïs de Jules Massenet, aunque todavía no puedo decir dónde, pero está en el horizonte. Otro papel que podría abordar es Marguerite en Faust de Gounod; lo único malo de ese rol es que la tesitura es un poco baja para mí. Por lo tanto, quisiera esperar un poco más para cantarla.