Déjanire—Camille Saint-Saëns

Kate Aldrich (Déjanire), Anaïs Constans (Iole), Julien Dran (Hercule), Jérôme Boutillier (Philoctète), Anna Dowsley (Phénice)
Orchestre Philharmonique de Monte-Carlo, Chœur de l’Opéra de Monte-Carlo, Kazuki Yamada
Palazetto Bru Zane CD

Cuando uno menciona al compositor Camille Saint-Saëns, su primera obra que viene a la mente es Samson et Dalila. Con el tiempo y el trabajo de investigación de especialistas y musicólogos, están saliendo a la luz varias de sus otras óperas más desconocidas, entre ellas Henry VIII (Enrique VIII), Le timbre d’argent (El sello de plata) y ahora Déjanire. La asociación Palazetto Bru Zane ha realizado la primera grabación de este último título para darlo a conocer a todos los melómanos.

Se trata de una tragedia lírica en cuatro actos con libreto del mismo compositor y de Louis Gallet, basado a su vez en la tragedia Las traquinias de Sófocles. “Será una partitura extraña: a la gente o no le gustará nada o le gustará muchísimo”, profetizó el compositor unos días antes del estreno de Déjanire. La ópera, estrenada el 28 de agosto de 1898 en el Théâtre des Arènes de Béziers en Occitania, está basada en música incidental que compuso para la obra de teatro del mismo nombre. 

Después de adaptarla y transformarla en una obra lírica de cuatro actos, fue representada en su nuevo formato, por primera vez, en Montecarlo el 14 de marzo de 1911.

Por lo tanto, concibió una epopeya mitológica que inspiró una “música poderosamente evocadora”, según Gabriel Fauré, quien estuvo en el estreno monegasco, quedó impresionado por el impacto de la escritura coral. Sin embargo, el drama amoroso que desgarra el corazón de la heroína engendra dúos tremendamente románticos y culmina con la inmolación pública de Hércules, incendiado por la túnica envenenada que le ofreció la reina caída. 

Esta nueva Déjanire recibió grandes elogios de la crítica, que acudió en masa a Mónaco para verlo. Pero el camino modernista que estaba tomando la ópera francesa en ese momento no permitió que la obra sobreviviera a los trastornos de la Primera Guerra Mundial. Habría sido una lástima prolongar más este ostracismo injustificado.

Hercule ha matado al rey Eurytus y saqueó saqueado la ciudad de Oechalia con la intención de tomar a la hermosa hija del rey, Iole, como su esposa. La tarea de informar a Iole sobre el inminente matrimonio recae en Philoctète, que en realidad es su amante. Iole le confiesa su amor por Philoctète a Hércules y ahora debe casarse con él para salvar la vida de su amado. Mientras tanto, Phénice intenta convencer a la esposa de Hercule, Déjanire, de que lo deje para siempre. 

Pero la desesperada Déjanire intenta en vano recuperar a su marido. Cuando esto falla, decide ayudar a Iole regalándole una túnica impregnada de la sangre de Nessus. Antes de morir, Nessus le había dicho a Déjanire que su sangre tenía poderes mágicos para hacer regresar al infiel. Lo que Déjanire no sabe es que la sangre en realidad está contaminada con un terrible veneno. Iole le entrega la túnica a Hercule el día de su boda. Cuando se pone el regalo fatal, lo invade un dolor ardiente e insoportable. En agonía se arroja a las llamas de la pira nupcial y moribundo asciende al Monte Olimpo.

Esta ópera se desarrolla de manera fluida y, en realidad, no se detiene en arias o duetos que entorpezcan la acción. Es muy teatral y la música de Saint-Saëns retrata muy bien la atmósfera mitológica. Hay que resaltar el papel tan importante que se le asigna al coro, tal como en las tragedias griegas, en donde es parte medular de la narración de la trama. En esta ópera, además de representar a varios personajes, el coro también juzga y cuenta la historia. Desde el principio, con el ensamble coral ‘Hercule, fils d’Alcmène’ (‘Hércules, hijo de Alcmena’), escuchamos la grandiosidad y la importancia que el compositor le asigna a la masa coral.

Déjanire, acto I. Coro: ‘Hercule, fils d’Alcmène’ 

Musicalmente, la orquestación de Saint-Saëns recuerda al periodo clásico (cercano a Gluck), con momentos musicales de gran dramatismo, especialmente cuando canta Déjanire y en el apoteósico final del acto IV. 

El personaje principal es asignado a una mezzosoprano, en este caso, Kate Aldrich, una intérprete muy solvente y con una voz pastosa e imponente. Conocida como una gran Carmen, la mezzo norteamericana hace gala de un color oscuro en su registro medio y grave, además de mostrar una clara dicción francesa. 

Déjanire recuerda mucho a Medea, pues busca vengarse de la traición de su esposo (en este caso Hercule) pero aquí aprovecha la ingenuidad y conflicto amoroso de su rival, Iola, para cumplir su cometido. Aldrich es muy buena en las escenas dramáticas y llega a su límite en el registro agudo, que no tiene el brillo de sus notas medias y graves. Durante la ópera, la música asignada a Déjanire pasa de dramática a lírica. Su aria de entrada ‘Où que tois, Junon’ (‘Dondequiera que estés, Juno’) es muy solemne e intensa.

Déjanire, acto I. Entrada de Déjanire: ‘Où que tu sois, Junon’ 

En el acto II tiene un dueto muy lírico con Hercule y escuchamos el lado enamorado de Déjanire, más tierna y complaciente. Gran sorpresa ha sido escuchar a un tenor como Julien Dran, con una voz tan brillante y adecuada para la ópera francesa. Su voz se acopla muy bien a la de Aldrich en el dueto ‘Hercule vient!, il va paraître!’ (‘¡Hércules viene! ¡Aparecerá!’) y le da al papel del semidiós la solemnidad y la presencia imponente que requiere. El timbre de Dran es sedoso y elegante, pero a la vez tiene poderío para las partes con orquestación más pesada. 

Déjanire, acto II. Dueto: ‘Hercule vient ! il va paraître!’ 

Su aria del acto IV ‘Viens, ô toi dont le clair visage’ (‘Ven, oh tú, cuyo rostro es claro’) es de los pocos fragmentos conocidos de esta ópera y el tenor Julien Dran la interpreta con una línea de canto impecable. 

Déjanire, acto IV. Aria: ‘Viens, ô toi dont le clair visage’ 

Hercule es el papel más lucidor en la ópera, aunque la protagonista sea Déjanire. La música de Saint-Saëns hace una clara diferencia entre la parte en la cual se muestra su lado más cercano al dios y la parte más “humana” del personaje de Hercule.

Como Iole, la soprano Anaïs Constans canta con mucha dulzura, representando muy bien la juventud y ternura del personaje. Su voz es delgada, pero con un fraseo muy musical y con capacidad para hacer matices de gran belleza. Su verdadero interés amoroso, Philoctète, es interpretado por el barítono Jérôme Boutillier con un timbre oscuro y potente. En su aria ‘Ô cruauté de dieux!’ (‘¡Oh, crueldad de los dioses!’) del acto I hace de este momento una escena casi teatral. Es más un monólogo cantado que un aria de ópera tradicional.

Déjanire, acto I. Aria: ‘Ô cruauté des dieux!’ 

Él e Iola tienen un dueto muy hermoso en el acto I: ‘Ô vous dont l’âme fut clément’ (‘¡O tú, cuya alma fue misericordiosa!’), en donde se confiesan mutuamente su amor. Es de carácter más tradicional y sus voces se acoplan muy bien. 

Déjanire, act I. Dueto: ‘Ô vous dont l’âme fut clémente’ 

Otra gran sorpresa de esta grabación es la interpretación que hace la mezzosoprano Anna Dowsley en el rol de Phénice. Ojalá su papel fuese más extenso para disfrutar de su portentosa voz. 

Kazuki Yamada dirige con gran estilo a la Orchestre Philharmonique de Monte-Carlo y al Chœur de l’Opéra de Monte-Carlo. Resalta muy bien las distintas escenas que van de un lirismo etéreo pasando por momentos de dramatismo extremo y algunas piezas llenas de sutilezas. Cada acto tiene un preludio donde la orquesta luce su brillante sonido. Destaca “El Cortejo” en el acto IV que, curiosamente, tiene un sabor musical muy español. La música de esta escena es chispeante y muestra, una vez más, la majestuosidad de la partitura de Saint-Saëns, además de lo grandioso de la trama.

Déjanire, acto IV. Prélude et Cortège 

Esta grabación de Déjanire es otro acierto de Palazetto Bru Zane al mostrarle al mundo esta ópera que refleja el genio que era Camille Saint-Saëns.

SAINT-SAËNS Camille, Déjanire – ‘Opéra français’ CD-Book 

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