Von Weber: El cazador furtivo

Der Freischütz (Carl Maria von Weber)
Julia Kleiter, Eva Liebau, Michael König, Günther Groissböck, Michael Kraus, Frank van Hove, Till Von Orlowsky y Stephen Milling
Coro e Orchestra del Teatro alla Scala di Milano;
Myung-Whun Chung
NAXOS DVD

La ópera más conocida del compositor alemán Carl Maria von Weber es, sin duda alguna, Der Freischütz (El cazador furtivo). Estrenada en Berlín en el Schauspielhaus el 18 de junio de 1821, es considerada la obra que inicia el periodo romántico alemán en la ópera, pues toma como tema elementos del folclor germano, alejándose de la temática y el estilo de la ópera italiana (especialmente la de Rossini) que imperaba en la mayoría de los teatros en Europa. 

El libreto de Friedrich Kind está basado en una historia que aparece en el Gespensterbuch (Libro de los espectros) de Apel y Laun. Dado su carácter fantástico, su atmósfera lúgubre y hasta cierto punto fantasmagórica, El cazador furtivo es una obra muy complicada de escenificar sin caer en efectos burdos o en interpretaciones que anulan el aspecto mágico de la trama. Y, como hay puestas demasiado tradicionales que se quedan en la simple anécdota; otras, demasiado conceptuales, eliminan todo el folclor y la atmósfera de cuento gótico (como la reciente puesta en Múnich de Dmitri Tcherniakov).

Afortunadamente, existe en DVD esta nueva versión desde el Teatro alla Scala de Milán, con un elenco de gran calidad, una dirección orquestal que hace justicia a la partitura y una dirección de escena que mezcla perfectamente la trama terrenal y romántica con todo el aspecto fantasmagórico y casi demoniaco de la obra. 

El elenco incluye al tenor Michael König (Max), con una voz lírica pero que, al llegar a los momentos de gran intensidad, puede expandirse y sonar dramática. König ha interpretado este papel innumerable cantidad de veces, y luce su línea de canto en ‘Durch die Wälder, durch die Auen’ (primer acto), como también se impone como Heldentenor en toda la escena en la cañada del lobo. Su actuación como el atormentado cazador que debe ganar la mano de su amada Agathe en el concurso de tiro que es tradición en la aldea (y petición de su suegro, Kuno) hace que simpaticemos con el personaje, que muestra tanto su lado atormentado como el del enamorado que está dispuesto a hacer todo por su amada.

La soprano Julia Kleiter interpreta una Agathe perfecta, tanto en voz como en actuación, mostrando la fuerza de su personaje en ‘Leise, leise, fromme Weise’ y su lado vulnerable y puro en la cavatina ‘Und ob die Wolke sie verhülle’. Kleiter imprime en su personaje matices tanto vocales como histriónicos que la hacen real y no un estereotipo de la damisela en apuros. Su voz es de un color lírico puro y con una línea de canto impecable. 

Con igual calidad vocal y una gran chispa en escena, Eva Liebau compone una Ännchen encantadora. Las soprano muestra un contraste muy interesante entre la melancolía y añoranza de su personaje y la joie-de-vivre de Ännchen quien es, hasta cierto punto, quien apoya y aconseja a su amiga. Liebau tiene una facilidad impresionante para los sobreagudo y hace gala de su desparpajo vocal en la arietta ‘Kommt ein schlanker Bursch gegangen’. Se acopla bellamente con Kleiter en el dueto ‘Und der Bursch nicht minder schön!’. Uno de los momentos más bellos de la función es el trío entre Agathe, Ännchen y Max ‘Wie? Was? Enstsetzen!’ 

El bajo austriaco Günther Groissböck interpreta a un impresionante Kaspar, explotando al máximo su voz robusta y su poderoso registro grave para dotar a su personaje de un tintes diabólico y un carácter malévolo. Su actuación es muy convincente, sobre todo en la escena de la invocación de Samiel en la cañada del lobo, y sobre todo en su aria ‘Schweig, schweig’, donde canta con una voz potente y graves bien timbrados. Su interpretación de Kaspar —y la visión del director de escena— lo convierten en un demonio que está en la aldea para tentar a Max y a los demás cazadores, caracterizado con una cicatriz en la mejilla, un vestuario más “moderno” que el de los demás personajes y un rostro casi siempre oculto debajo de un sombrero. 

El bajo Frank van Hove es un noble Kuno, el barítono Michael Kraus canta con bello timbre a Ottokar y el bajo Stephen Milling es el Ermitaño; este úktimo, de voz gruesa y una presencia que impone, como debe ser en este personaje.

La dirección escénica de Matthias Hartmann resalta la atmósfera oscura, misteriosa y gótica de la trama y su perfecta partitura. Hay poca escenografía, y la que existe está dividida entre las siluetas en blanco de la iglesia del pueblo, la casa, y el cuarto de Agathe. Atrás, imponentes, vemos en todo momento las siluetas de los árboles de un bosque fantasmagórico. La puesta es oscura en las escenas claves, como la de la invocación de Samiel para tener las balas mágicas en la cañada del lobo, y todo el color de la puesta en escena lo dan los vestuarios del coro y de los personajes principales, (exceptuando a Kaspar).

Hartmann incluye a cuatro bailarines que interpretan a los demonios aliados de Samiel, que rondan el pueblo en busca de víctimas y que tientan a Max a caer en manos de su amo. Su presencia no es molesta y ayuda a resaltar el aspecto de la magia negra y lo diabólico. La aparición de Samiel en el bosque está bien lograda, y la creación de las siete balas mágicas es tan espeluznante como la música y la escena lo piden. En ningún momento cae su dirección de los personajes ni de la trama, y su puesta crea muy bien la sensación de estar en una aldea salida de un cuento del romanticismo alemán. Su trabajo con los cantantes en las escenas con diálogo es también notable, haciéndolos actuar con naturalidad y continuidad dramática. 

La dirección orquestal de Myung-Whun Chung al frente del Coro y la Orchestra del Teatro alla Scala es de primera. Desde que comienza la obertura escuchamos la batuta elegante, bien balanceada y que extrae matices y colores hermosos de sus músicos. Respira muy bien con los cantantes y sus tempi están muy bien cuidados, además del volumen de la orquesta en los concertantes para que haya un perfecto balance entre pódium y cantantes. 

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