Fuoco Sacro – A Search For the Sacred Fire of Song

Un documental de Jan Schmidt-Garre

Asmik Grigorian (soprano), Barbara Hannigan (soprano), Ermonela Jaho (soprano), Evgenia Rubinova (piano), Reinbert de Leeuw (piano), Francesco Piemontesi (piano)
NAXOS DVD y Bluray

El productor y director de cine alemán Jan Schmidt-Garre realizó este documental llamado Fuoco Sacro (Fuego Sagrado) en donde, a través de tres de las más importantes sopranos de la actualidad, presenta el viaje emocional y hasta físico que tienen estas tres cantantes de ópera para encontrar la introspección que se requiere para transmitir todas los sentimientos de las óperas que interpretan. 

Cuenta Schmidt-Garre que la idea de hacer este documental le surgió un día que iba en su auto escuchando la ópera Zazá de Ruggero Leoncavallo. Le impresionó sobremanera la voz de la protagonista y cómo transmitía todos los sentimientos con la intensidad de la música. Esa voz que lo cautivó en extremo era de la soprano albanesa Ermonela Jaho. La vulnerabilidad y la honestidad de su manera de cantar, entregándolo todo, le hizo recordar lo que sentía al escuchar a la gran Maria Callas y a otra cantante que lo había impresionado mucho hacía unos años: Carla Gavazzi. ¿Cómo es posible para una intérprete el lograr ese canto tan expresivo, ese sonido que te llega al alma? 

Fue entonces cuando decidió hacer este documental sobre el proceso que algunos cantantes siguen para adentrase en los roles que interpretan, el proceso de la preparación de un papel, sus rituales antes de cada función, sus visiones acerca de lo que quieren transmitir al público y su relación con la música que interpretan.

Además de Jaho, Schmidt-Garre eligió a la soprano y directora de orquesta canadiense Barbara Hannigan y a la soprano lituano-armenia Asmik Grigorian, para analizar cómo cada una tiene una manera diferente de trabajar, tanto en los ensayos como en sus rituales y en los días de las funciones.

Se pueden apreciar los momentos de gran concentración de Jaho, cuando entra a escena, vestida con una bata y ya peinada para cantar Madama Butterfly de Puccini, en donde la realidad y la ficción se mezclan poco a poco en la mente de la soprano y donde ella muestra cómo le gusta adentrarse en el mundo de su personaje, horas antes de empezar la función. Jaho es conocida como una intérprete que lo da todo en escena, cuyas interpretaciones de Violetta en La traviata, Cio-cio-san en Madama Butterfly o el rol protagónico de Suor Angelica han marcado al público asistente por su entrega al darles vida. 

Vocalmente, tiene una técnica sólida y eso le permite dar rienda suelta a la actuación, creando funciones memorables en donde la audiencia nota que Jaho vive cada nota en su piel. Hay escenas de sus ensayos en la Bayerische Staartsoper, bajo la batuta de Kirill Petrenko y la guía escénica de Lotte de Beer, en donde la podemos ver adentrándose al rol de Suor Angélica. Interesante planteamiento hace Jaho al decir que puede haber voces muy bellas pero que no expresan nada y que, después de un rato aburren, si no proyectan sentimiento alguno. 

Schmidt-Garre entrelaza entrevistas con Jaho, Hannigan y Grigorian en donde ellas comentan acerca del proceso creativo y de preparación de la música y los personajes que interpretan. Cada una da una visión muy distinta pero que llega al mismo resultado: una interpretación vocal e histriónicamente completa que conquista y emociona al público. 

Podríamos describirlas de las siguiente manera: Jaho es la que desborda intensidad, Hannigan es la más ‘intelectual’ en su acercamiento a las piezas que interpreta y la que se dedica más al repertorio menos comercial o popular, además de que ella también dirige la orquesta en varios de sus recitales y, por último, Asmik Grigorian se enfoca a la técnica vocal y a no desbordar demasiadas emociones, manteniendo un balance más cuidado sin que ello implique menos pasión a la hora de cantar. Jaho está concentrada más en roles de óperas de Verdi, Puccini y del periodo verista, Hannigan al repertorio de finales del siglo XIX, XX y XXI, y Grigorian en repertorio eslavo, ruso y algunos roles de óperas italianas del verismo.

En el documental nos sentimos como un intruso en esas sesiones de vocalización y trabajo escénico previos a las funciones o a los conciertos. Vemos ese lado más privado y hasta sagrado que es ver a un artista prepararse para dar todo en escena. En el caso de Hannigan, vemos su proceso de estudio y de preparación para un concierto que dio en el Festival de Aldeburgh al lado del pianista Reinbert de Leeuw, donde interpretaron Trois mélodies y Trois  autres mélodies de Erik Satie. Vemos también un fragmento de un ensayo de Hannigan en el rol de Mélisande, dirigida escénicamente por Krzysztof Warlikowski, donde podemos notar que su manera de trabajar un personaje es muy distinta a la de Jaho o a la de Grigorian.

Vemos un fragmento de Hannigan cantando la ópera The Snow Queen de Hans Abrahamsen en la Bayerische Staatsoper de Múnich y presenciamos un ensayo que tuvo con el compositor. La manera de proyectar las emociones en una ópera contemporánea, como ésta de Abrahamsen, deja a veces a la cantante casi sin un apoyo musical de donde emanar el sentimiento y debe depender de inflexiones histriónicas con la voz o de su capacidad actoral. Son interesantes las variaciones emocionales que discuten Hannigan y Abrahamsen al ver cómo acentuar en una escena de la ópera The Snow Queen la palabra “Ice” (Hielo). Son otra dinámica y otros matices completamente diferentes a aquellos de las óperas decimonónicas, sin lugar a dudas. 

En su entrevista con el director, Hannigan dice que a ella no el gusta desbordar tanto la emoción porque siente que el público pensará que está exagerando o fingiendo y que perderá su atención. Claro, el tipo de música que canta y dirige es de un estilo distinto al de las otras dos sopranos, pero lo interesante es que, a pesar de que cada una tiene una personalidad y manera de trabajar distintas, las tres llegan al mismo fin: conmover al público y tocar las fibras más ondas de su ser. 

En el caso de Grigorian, el director la siguió durante su proceso de ensayos y preparación para lo que sería uno de sus mayores triunfos en el Festival de Salzburgo en 2019: su debut como Salome de Strauss. La vemos vocalizar y repasar su texto en alemán, más contenida en las emociones que Jaho y muy cuidadosa de mantener su voz fresca para poder aguantar el tour-de-force que es el papel de Salome. Su interpretación en la puesta en escena de Romeo Castellucci la catapultó a la fama a nivel internacional y vemos todo lo que hubo detrás de su preparación para lograr tan fenomenal interpretación. 

Otro rol en el cual disfrutamos a Grigorian en este documental es en un fragmento de Iolanta de Chaikovski. La expresividad de esta soprano lituano-armenia es más contenida pero no por eso menos potente que la de las otras dos sopranos. Notamos cómo, a través de su grandes ojos azules, transmite la emoción y la vivencia tan intensa que está teniendo ella como cantante en ese momento. 

¿Puede un intérprete llegar al momento en que se puede olvidar de la técnica y se enfoque 100% en darlo todo histriónicamente? Tal vez, pero según cuentan las tres divas en este documental, es un proceso que no siempre se dará al 100%. Para ello, el director hace un experimento muy interesante con ellas en la segunda parte del documental. Las pone a las tres, por separado, a escuchar una grabación de alguna pieza que cantan (Jaho y Grigorian) y que dirigen (Hannigan) y les pide que, conforme van escuchando, digan lo que se les va ocurriendo. Lo que cada una comenta ilustra mucho su manera de ser como intérpretes y se centran en ciertos detalles. 

Jaho, por una parte, empieza a narrar las emociones de Suor Angelica, describe lo que la orquesta dice sobre la escena, lo que ella como cantante iba sintiendo y viendo en la escena. Hannigan se escucha cantando la Cuarta Sinfonía de Mahler y piensa como directora: da entradas y va comentando como si tuviera la partitura enfrente. A Grigorian, por otro lado, le toca escucharse en la escena final de Salome y entremezcla comentarios de técnica, diciendo donde debe apoyar o donde debe respirar, con algunas menciones a lo que está pasando en escena y lo que el personaje va sintiendo. 

Como material extra al documental, que dura 90 minutos, se incluye a las tres sopranos cantando escenas o una selección de arias o canciones en diferentes salas de conciertos y con acompañamiento de piano. Asmik Grigorian canta la escena de la carta de Tatiana de Eugenio Oneguin de Chaikovski con la pianista Evgenia Rubinova en la Elbphilharmonie. Cabe destacar la gran afinidad que tiene con este rol y con esta música, la cual interpreta con emotividad y conocimiento del texto a profundidad. 

Barbara Hannigan canta, acompañada por Reinbert de Leeuw al piano, canciones de Erik Satie con un refinamiento y una elegancia insuperables. Ermonela Jaho eligió cantar tres arias de óperas en donde puede desbordar toda la pasión que la música retrata: ‘Io son l’umile ancella’ de Adriana Lecouvreur de Cilea, ‘O mio babbino caro’ de Gianni Schicchi y ‘Chi il bel sogno di Doretta’ de La Rondine de Puccini. Incluye también los videos de las tres haciendo sus ejercicios muy particulares de vocalización antes de cada función, material muy atractivo para los estudiantes de canto y para cantantes que inician una carrera.

Al final queda claro que cada artista tiene su propio “Fuoco sacro”, el cual permite que transmita al público todas las emociones y vivencias de un personaje al cual le da vida, dejando parte de sus sentimientos y de su corazón en ese viaje musical llamado ‘ópera’. 

Ver video: Fuoco Sacro (A Film by Jan Schmidt-Garre) – YouTube

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