Cavalleria rusticana y Pagliacci en Londres

Aleksandra Kurzak (Santuzza) en Cavalleria rusticana en Londres © Tristram Kenton

Julio 20, 2022. En la recta final de la presente temporada, presencié la última función de la reposición del premiado espectáculo con dirección escénica de Damiano Michieletto y musical de Antonio Pappano en el que se presentan juntas, como es tradición, Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo. 

La ventaja de la visión de Michieletto, más allá de las al parecer inevitables soluciones forzadas a momentos del libreto y de cambio de época, es la de contar una historia articulada, en la que Silvio y Nedda se conocen en Cavalleria y Lucia y Santuzza se reconcilian en Pagliacci. Claro que esto se debió en gran parte a la extraordinaria labor interpretativa que Mattia Olivieri hizo de su personaje mudo (un empleado en la panadería de Mamma Lucia) en la primera. Ya había visto yo antes, en Barcelona, la producción y me había parecido bien sin interesarme. El joven barítono debutó en Covent Garden y de forma más que auspiciosa a juzgar por un canto que no ha perdido nada de su belleza e ‘italianità’ pero que ha enriquecido con matices nuevos.

La dirección de Pappano fue admirable por sus tiempos, su perfecto empaste, su equilibrio con la escena, el cuidado de los cantantes, sin tener que contener nunca a esa brillante y poderosa formación que es la orquesta de la Royal Opera.

Y eso que los efectos del Covid se hicieron sentir como pocos en el reparto. Desaparecieron en diferentes momentos de los ensayos Jonas Kaufmann (que prometió volver para algunas de Cavalleria), y a su vez Fabio Sartori —que sustituyó al alemán como Canio— tuvo que ceder el papel a Marco Berti, aunque en algunas funciones anteriores cantó Roberto Alagna. Anita Rachvelishvili (Santuzza) se fue de los ensayos y en su lugar llegó Aleksandra Kursak, que también sustituyó a Ermonela Jaho en Nedda. O sea que, de los originales, nos quedamos con Mamma Lucia, Lola, Alfio, Tonio, Silvio y las partes menores. 

Escena de Pagliacci en la Royal Opera House © Tristram Kenton

Para Turiddu se llamó al Sansón de pocas semanas antes, Seokjong Baek, que tuvo mucho mejor intervención que en los concursos Viñas y Caruso que pude presenciar, y mostró pasta de actor, buen timbre (aunque no bellísimo) y un canto con bastante expresividad. Dimitri Platanias, a quien no veía y oía hace bastante, parece haber sufrido una gran transformación, aunque la voz es por momentos rígida en el agudo (le costó la entrada de Alfio) y el canto y la actuación muy correctos pero sin nada particular que destacar, salvo el esfuerzo de haber abordado los dos roles principales de su cuerda en cada función. 

Elena Zilio es casi un milagro de longevidad vocal para los papeles que aborda, y una especialista en particular de Mamma Lucia, pero la excesiva frecuentación de esta producción en concreto la está llevando a exagerar en algunos momentos. Muy interesante, la mezzo rusa Aigul Akmethsina (Lola), y muy en carácter el Beppe del joven Egor Zhuravskii. Kurzak realizó también la proeza de interpretar a las dos protagonistas femeninas. Aunque se nota que ha partido de una soprano lírico-ligera —en que lo mejor son sus medias voces y lo más discutible algunos graves artificiales decididamente feos—, la voz se conserva firme y aunque en Santuzza perdió intensidad en el centro, su actuación puede calificarse de satisfactoria, también por su calidad de actriz (y en Nedda mejoró el recuerdo que de ella tenía en Barcelona). Lo más discutible resultó el Canio de Berti, una voz bella hoy ligeramente empañada, pero con un canto siempre estentóreo, algún inevitable problema de afinación y una actuación elemental.

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