Il barbiere di Siviglia en Turín

Josè Maria Lo Monaco (Rosina) y John Chest (Figaro) en Il barbiere di Siviglia en Turín © Andrea Macchia

Enero 24, 2023. Para el inicio de una nueva temporada en el Teatro Regio de Turín, considerado uno de los más importantes y prestigiosos de Italia, el título elegido fue Il barbiere di Siviglia de Gioachino Rossini. Hacía varios años que no escuchaba esta obra en vivo, y ha sido una grata ocasión el volver a escuchar una de las obras más conocidas y musicalmente alegres del repertorio, lo cual me hizo pensar que tampoco la he visto programada en mucho tiempo en las carteleras de los teatros a los que he tenido oportunidad de asistir. Quizás tenga que ver con la intención de diversificar y ampliar más la oferta para ofrecer al público. 

La cercanía geográfica que existe entre importantes teatros por estos lares permite también la oportunidad de presenciar y conocer nuevas propuestas escénicas —gracias también a los intercambios y coproducciones—, y hoy son raros o inexistentes los casos de teatros que malinvierten sus recursos para construir montajes que después no son apreciados, compartidos y vistos en otros escenarios. 

Así, de la Opéra National de du Rhin de Estrasburgo, provino esta producción de Pierre Emanuelle Rosseau, responsable de la dirección escénica, como también del diseño de las escenografías y los vestuarios, con la iluminación de Gilles Gentner que nos ofreció una colorida y solar Sevilla. Rosseau se inspiró en la arquitectura de Andalucía, sus mosaicos y amplias ventanas, y para los vestuarios, en las pinturas y litografías de Goya. No podía faltar la fuente en el centro del escenario, y un marco ingenioso que con tan solo agregar algunos elementos e inmobiliario convirtió una plaza exterior en el interior de un amplio palacio. 

Lo que me gustó del trabajo actoral de Rosseau es que prescindió de todos los gags, las bromas y la sobreactuación, pues es una obra ya de por sí divertida. Rosseau hizo un trabajo más enfocado hacia los movimientos actorales, y aun así lo que se presencio fue divertido. Por ejemplo, no fue necesario exagerar los movimientos del Conde Almaviva que entra a la casa de Bartolo como un soldado ebrio. Con solo mencionarlo se entendía la idea. 

El único punto discordante en este Barbero, a mi entender, fue que la caracterización del personaje principal como un indigente mal vestido, que vivía homeless en la plaza y cargaba con las todas sus pertenencias. Probablemente fue una idea del director para dejar su huella personal en un montaje al que no le faltaba moverle ninguna pieza. 

Hubo un buen elenco de cantantes elegidos para la ocasión, como la mezzosoprano Josè Maria Lo Monaco, cuya oscura voz ha crecido en cuerpo y energía, pero que le ha hecho perder cierta elasticidad en el manejo de la voz, Aún así, continúa siendo una intérprete de buen nivel. El conde Almaviva fue el tenor Antonino Siragusa, una voz hecha a la medida de este repertorio y papel, al que supo darle sentido con presteza y vivacidad. El papel del Barbero dio la posibilidad de escuchar al joven barítono John Chest, que comienza a hacerse un nombre tanto en Europa como en Norteamérica, recordando que la Ópera de San Francisco le confió ya el papel principal de la opera Billy Budd en el 2019, y ha demostrado que vocalmente posee interesantes cualidades vocales. Aquí su desempeño fue correcto y apegado a las exigencias de Rossini, que supo sortear con habilidad.

El barítono italiano Leonardo Galezzi se desempeñó como un buen Dr. Bartolo, con la apariencia de un hombre maduro, pero no el típico gruñón que se ha acostumbrado creer que es este personaje, con canto adecuado y buena proyección. Igual, la soprano Irina Bogdanova sobresalió por su canto y actuación en el papel de Berta. Don Basilio fue personificado por el barítono Guido Loconsolo, cantando con una voz potente, desmesurada por momentos, y fuera de los lineamientos indicados por la dirección escénica, incurriendo en la sobreactuación. 

Andrea Secchi es el director del coro del teatro que merece un reconocimiento por su solidez y buena participación como comparsas en escena. Finalmente, agradó la dirección musical y la respuesta obtenida de la orquesta del maestro suizo Diego Fasolis, atento a cada detalle, incluidos los recitativos al piano, que dirigió con precisión, entusiasmo e intensidad, y que es además un personaje temperamental y enérgico que se dio el tiempo durante un pasaje orquestal, y sin perder el hilo de su conducción, de voltearse a recriminar e increpar a varias personas del público sentadas en la primera fila, lo que le ocasionó algunos abucheos al final de espectáculo. Son anécdotas y situaciones que ocurren y se presencian en los teatros italianos. Yo, al menos, no había visto algo parecido, pero no incidió en el resultado global del espectáculo. 

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